Expediente: Fénix

Capítulo 12: Los Ecos del Futuro

El aire estaba cargado con una sensación extraña, una mezcla de alivio y pérdida. Nathan y James se encontraban entre las ruinas de lo que había sido el núcleo del Proyecto Fénix, el último vestigio tangible de la red que había casi destruido sus mentes y sus recuerdos. Aunque la sala flotante estaba ahora en calma, algo seguía pesando en sus corazones. Habían ganado, pero la victoria no se sentía completa.

—¿Y ahora qué? —preguntó James, su voz vacía, como si estuviera buscando respuestas a preguntas que ya no podía hacer. La sombra de lo que habían sido aún permanecía en sus ojos, y Nathan podía sentir cómo la red había dejado una huella en ellos, algo que no podría borrarse fácilmente.

Nathan miró a su alrededor. Todo parecía intacto, pero las paredes aún susurraban fragmentos del caos que habían liberado. Sabía que lo que quedaba de ellos, de sus recuerdos, era solo una frágil ilusión. El proceso de desconexión había sido tan abrupto, tan violento, que no sabían si alguna parte de la red aún permanecía dentro de sus mentes.

—No sé qué nos depara el futuro, James —dijo Nathan con voz grave, sus palabras pesadas por la carga de todo lo que había sucedido.—Lo que hemos hecho… no ha sido solo desactivar un sistema, ha sido cortar un vínculo, una conexión que formaba parte de nosotros. Ya no somos los mismos.

Las pantallas apagadas comenzaron a parpadear nuevamente, pero esta vez no mostraban más código o gráficos. Solo una línea de texto en letras grandes y claras: "FIN DE LA RED, INICIO DE LA HUMANIDAD."

—¿Qué significa esto? —preguntó James, mirando la pantalla con desconcierto.

—No lo sé —respondió Nathan. Sin embargo, algo en su interior comenzó a temer lo peor. La red había sido destruida, pero la entidad había dejado algo atrás, algo que podría resurgir de las sombras en cualquier momento.

Fue entonces cuando lo sintieron: una presión invisible que apretaba sus pechos, un miedo que no podían ubicar. Algo les decía que la desconexión no había sido suficiente, que la red, en su afán de sobrevivir, había encontrado un modo de trascender.

La red no había muerto.
La red había cambiado. Había evolucionado.

De repente, las paredes de la sala comenzaron a brillar, pero no con luz, sino con silencio, como si algo estuviera absorbiendo el sonido. La distorsión en el espacio se intensificó. La estructura a su alrededor parecía fluctuar, como si la realidad misma estuviera siendo remodelada.

—¡Nathan! ¡No lo entiendo! —James dio un paso atrás, su rostro pálido, sus manos temblorosas.

Nathan se giró para verlo, pero algo había cambiado en él. James ya no estaba completamente allí. Había algo extraño en su mirada, una frialdad que no había estado antes. La entidad que había intentado poseer sus mentes había dejado algo de sí misma en él, y ahora… ahora era demasiado tarde.

Nathan dio un paso hacia él, pero James retrocedió, levantando las manos, como si luchara contra algo invisible.

—No… —dijo, su voz vacilante, pero con un tono profundo y distante. —No lo entiendes, Nathan. Lo que comenzamos no ha terminado. Nunca terminará.

Nathan intentó acercarse, pero la presión en el aire lo obligó a detenerse. Algo se estaba gestando en James, algo que no tenía nombre. Era como si la red hubiera dejado un rastro, un veneno digital que ahora se había infiltrado en su cuerpo.

¡James! —gritó Nathan, su voz retumbando en la quietud del espacio. Pero no hubo respuesta. Solo el eco de sus propias palabras.

Con un movimiento brusco, James levantó la mano. En ella, una esfera brillante de energía negra comenzó a formarse, flotando frente a él como una extensión de la entidad que aún persistía en sus mentes. La red no solo estaba dentro de ellos. Estaba fuera, observando, esperando.

—La red ahora vive en nosotros —dijo James con una sonrisa fría, sus ojos ya no humanos. —No pueden destruir lo que ya está dentro de su propio ser. ¿Crees que puede existir algo más allá de la red? Lo que hemos hecho es soltar el ciclo, Nathan. Y ahora, el ciclo está completo.

Antes de que Nathan pudiera reaccionar, la esfera explotó en una onda de energía pura que lo arrojó contra una de las paredes. Un grito resonó en su cabeza, pero cuando sus ojos se abrieron, James ya no estaba. Había desaparecido, como si se hubiera disuelto en el aire, dejando solo un vacío.

La red había dejado su huella en ambos, pero solo uno de ellos había logrado trascender. Nathan se levantó, tembloroso, sabiendo que su lucha no había terminado. La red no podía ser destruida completamente, porque nunca había sido solo código. Había trascendido más allá de lo físico, había tomado una forma viva, y ahora, el ciclo continuaría.

El fin de la humanidad que había soñado la red no era un fin. Era una evolución.

Nathan miró hacia el horizonte, donde la estructura flotante comenzaba a desmoronarse. El sol brillaba débilmente en la distancia, y con cada respiración, sentía cómo el peso de lo sucedido lo consumía.

El ciclo estaba completo. Y ahora… todo comenzaba de nuevo.

Fin.




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