Blair Hoffman envidiaba el extenso e intenso color anaranjado del cabello de Arya, y su rostro, que parecía hecho a mano por el mejor escultor del mundo. Los envidiaba tanto que empezó a creer que realmente lo amaba y pagaría lo que fuera para verlo todo el tiempo. Entonces tomó su lienzo en blanco, y desde la lejanía del patio observó sus delicadas facciones para no cometer errores a la hora de retratarlo. Sumergida en él, se olvidó de sus alrededores y cuando comenzó a jugar con todos los tonos de rojos y naranjas que tenía ya era demasiado tarde. Jamás se percató del momento en que la chica se sentó a su lado.
─ Lo siento ─se disculpó en voz baja mientras la pelirroja tomaba su cuaderno entre sus manos de muñeca sin siquiera pedir permiso, Blair no se negó, después de todo era a ella a quién dibujaba y sería hipócrita no permitirle ver.
─ ¿Por qué? ¿Por dibujarme? Créeme, mi rostro no tiene derechos de autor hace mucho tiempo ─manifestó con humor, le devolvió su lienzo y le alcanzó el lápiz rojo más oscuro de su estuche, Blair la contempló confundida, no tenía idea de cómo reaccionar a ella, la desconocía por completo y temía a cometer un error. Después de todo no hablaba con cualquier persona, sino con la adolescente más importante que aquel pequeño pueblo tendría alguna vez, pues sus padres tenían fama de poseer grandes cantidades de dinero e influencias en ciertos mercados, mercados que la gente no conocía y tal vez no les convenía conocer.
─ ¿No te molesta esto? ─preguntó con la mirada clavada en el suelo, se negó internamente a tomar el color que Arya le había intentado ceder.
─ Es extraño, pero creo que es lindo ─su tono de voz cambió por uno dulce y amigable, uno que jamás había oído salir de los labios de ningún Morton jamás, por un momento no se sintió una extraña y pudo juntar valor para observarla de frente.
─ Cuando lo termine, podrías quedártelo─propuso mientras recogía su cabello castaño y despeinado en una coleta, aunque su mente planeaba comportarse normal, no podía esconder su evidente pánico a ella y sus ascendientes.
─ ¿Tener un retrato mío? Muchas personas creerían que es egocéntrico, ¿no lo crees?
─ ¿Y lo eres?
─ Sí, bastante de hecho ─respondió acompañada de una pequeña risa, Blair examinó todo alrededor de la joven, no parecía tan diferente a los demás cuando hablaba, decidió olvidar por un momento el horrendo prejuicio al cual la habían sometido y le sonrió, después de todo no parecía ser fría ni malévola, como cuchicheaban por los pasillos, pero eso no fue lo único que aprendió de Arya en ese momento, descubrió que a aquella distancia, solo era más hermosa.
De pronto un silencio incómodo se apoderó del ambiente, Blair decidió proseguir con el arte, se sumergió tanto trazando las líneas de la cabellera de Morton que al poco tiempo su presencia no se le hizo invasiva, de hecho se sentía a gusto con ella. La pelirroja por su parte ya se había acomodado en la banca junto a Hoffman, y se quedó hipnotizada por la forma en que las nubes del cielo se movían lentamente.
Entonces así permanecieron por un rato, un rato que hubiesen deseado sea eterno. Pero nada es eterno en este mundo.
─ Dios los cría y ellos se juntan─dijo Jacob entre carcajadas mientras se acercaba al banco de las chicas con su libro de arte bajo el brazo y con su sonrisa socarrona─ ¿Qué es esto, junta de zorras?─añadió mientras tomaba asiento en medio y posicionaba uno de sus brazos alrededor de Arya.
─ Muchas clases de arte pero pocas de biología, Turner, para nuestra mala suerte, idiotas como tú se reproducen como ratas─replicó Arya, Blair se encogió en el asiento y decidió no ser parte de la conversación, tampoco hablaba mucho con Jacob, pero sabía que era el único chico con el cual su compañera de banca se relacionaba. Los rumores decían que eran primos, otros decían que eran novios, pero cuando de a poco las historias absurdas que se hablan en los pasillos del Instituto se desmienten solas, comienzas a perder confianza en los rumores y le concedes el beneficio de la duda.
─ Vamos linda, sabes que no hablo en serio ─respondió con una pequeña sonrisa, el castaño comenzó a jugar con un mechón de cabello de Morton, luego se giró y observó a Blair, quien ya había guardado su cuaderno de dibujos en su mochila lila y estaba preparada para retirarse de la escena ─ No tienes por qué irte, lo siento, tal vez debí presentarme─la detuvo y dejó de jugar con el cabello de Arya para tenderle la mano y saludarla formalmente─ Mi nombre es Jacob Turner, y soy muy curioso, por ejemplo, tengo mucha curiosidad de saber como se escucha tu voz.
─ Soy Blair─respondió casi en un susurro y cabizbaja. Tomó su mochila y la subió hasta su hombro, estaba decidida a irse de allí, pero desconocía como hacerlo, ¿debería saludar a Arya? Parecía que la chica ya había perdido total interés en su presencia y ahora estaba más concentrada en lograr que Jacob le prestara su libro. Así que se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida del Instituto, fue cuando comenzó a oír pasos detrás de ella, y con la inocente esperanza de que la persona detrás suyo fuera la chica de sus dibujos, se giró, pero no se trataba de ella. Jacob estaba agitado por el recorrido que había realizado a paso veloz para llegar a ella, desilusionada, solo se quedó quieta esperando a que él se recompusiera para hablar.