Expediente W

Capítulo 4-B

Linda y tú llegan hasta quedar frente a la pizarra polarizada que da vista a la sala de interrogación, en donde el joven suricato espera al lobo, mismo que va junto al comisario para empezar el cuestionamiento.

–Ponga atención, lector/a. Aprenda tanto como pueda, porque pronto usted tendrá que realizarlas también. No sólo es pasante, ya es miembro de nuestro equipo –explica Keneth antes de entrar, dedicada una mirada burlona por Albus a tu persona.

Decides ignorar al lobo y ver cómo actúan ambos policías frente al muchacho. Al inicio todo va normal, hacen de policía bueno y malo, pero luego Albus parece insinuársele al joven, lamida su oreja en el proceso, lo que le hace hablar no asustado, sino extasiado. Eso te parece un tanto extraño y hasta perturbador, pero luego Linda observa esa reacción y te empieza a explicar.

–No lo sabes, ¿cierto? Cómo las bestias dominan a otras. –Niegas con la cabeza, ya mirando a los ojos de la híbrida. –Ahora entiendo tus expresiones de antes. Verás, desde siempre, las bestias han tenido esta facilidad de someter a otras por medio de sus hormonas. Si impregnas a otra bestia con tus propios químicos, ésta se verá casi drogada ante ti, completamente sumisa a tus órdenes. Es algo que sólo puede hacerse entre ellos. No pueden tratar con humanos o incluso híbridos como yo. En muchos países está mal visto y hasta prohibido, pero es una forma rápida de sacar información en caso de la policía. En Angraterra… –En eso, una voz interrumpe a la secretaria, proveniente de detrás de ustedes.

–¡Son unos sin vergüenza! –explica Pedro, cuyo rostro no se ve para nada alegre–. La dominación es una táctica baja y sucia, aunada a épocas medievales y cuyos métodos invaden y ultrajan a la víctima en cuestión, privándola de sus libertades y albedrio. Además de sus derechos de manera «voluntaria» –expresa el mapache, puesto a tu lado con las manos tras la espalda y la mirada sobre la interrogación.

Good night, detective! ¿Algo que quiera decirme? –pregunta Linda, ofendida.

–¿No lo dije ya o está sorda? La dominación entre bestias es una aberración. ¡Una violación! No nos separa de los animales estás practicas tan violentas y cavernarias. En Mozhikon están muy mal vistas, a pesar de todavía no ser prohibidas. Nos falta mucho para eso, pero debe saber que no estamos contentos con que se hagan prácticas de ello. –Lo dicho te dejó sin palabras. No recuerdas haber escuchado del tema, pero siempre has vivido lejos de convivir con las bestias. Hasta la universidad de tocó estar con algunas, pero nunca fuiste muy cercana.

–Puede que sea un método cuestionable, pero es efectivo.

–¿Cómo puede llamar a esa barbaridad «efectiva»?

–¿Cómo llama usted a 6 años de asesinatos sin una sola pista del culpable? –La discusión parecía sólo escalar entre ambos, ya viéndose el uno al otro con rabia, a lo que decides interrumpir.

–¡Oigan! Tranquilos. Estamos todos del mismo lado. Aunque debo confesar que me ha agarrado por sorpresa todo eso de la «dominación», mientras no sea ilegal, debería ser una buena herramienta en todo lo que estamos trabajando. La prioridad es encontrar al asesino denominado «el cazador» sobre todas las cosas. Pelear por cómo se obtiene el resultado, sin irrespetar la ley, me parece un tanto fuera de lugar por el momento –mencionas para tratar de tranquilizarlos, a lo que el mapache suspira profundo en decepción, agacha la cabeza y comienza a retirarse.

–No lo entiende, Lector/a. A veces es mejor cuando nos quedamos callados –expresa aquel, más desanimado que molesto por tu intervención, alejado del sitio, a la par que salen los otros tres del interrogatorio, llevado por el comisario Eliazar a llamar a sus papás.

–Robbie Gaez. Es nuestro siguiente objetivo. Parece que él sí conoció a Caddace Marina cuando era joven. Tengo el presentimiento de que puede saber algo –menciona Albus a ustedes, secundado por ti.

–¿Qué hay de el señor Henn? El juez de barrió que nos mencionó Eliazar.

–Sí, hay que ir con él también, Lector/a. Es sólo que prefiero pasar primero con el murciélago a ver qué podemos sacarle antes que lo adviertan. Lo demás no creo que tenga relevancia –concluye el lobo, a lo que Linda se queda pensativa.

–¿Qué tal el sujeto que dice que Robbie suplantaba? El drogadicto.

–Carlos Aguirre. Me suena muchísimo. Me parece que tiene que ver en algún lado con el caso –comentas pensativa, a lo que Albus bosteza.

–No lo sé. Yo creo que mejor nos vamos a dormir. Al fin y al cabo, estamos en horario del detective Pedro. –En ese momento, la familia de Eliazar arriba, visto por ustedes la cálida escena de sus padres abrazándolo y pidiendo perdón, mientras los adultos le consiguen decir que no pasaba nada, que se alegraban de verlo bien, agradecidos por ellos con el comisario por ser amable y compasivo. –Me alegra ver que su familia lo quiere mucho. –Lo expresado te hace ver que Albus parece envidiar un poco la escena, visto cómo el chico se acerca a ti antes de irse.

–Oficial… ¡Muchas gracias por no ser tan dura conmigo! Disculpe si no dije todo lo que sabía. Estaba nervioso y…

–No te preocupes. Te entiendo y lamento que te hayas visto envuelto en esto. Trata de no meterte en problemas. ¿Okay? –El joven levanta sus ojos hacia ti y ve tu expresión llena de confianza y amabilidad, lo que le llena de alegría el corazón.

–¡Sí! –Sin más, Eliazar se despide de Linda y de Albus, un poco sonrojado a ver al último, y se regresa con su familia, notado que el padre del joven está viendo con odio al lobo.

–Muy bien. ¡Vámonos de aquí! ¿Quiere que le demos un «aventón» a su casa, Lector/a? –pregunta Albus con una ligera sonrisa, además de un rostro algo soñoliento.

«¿Es de verdad buen momento para irme a dormir? Siento que Carlos Aguirre oculta algo», piensas al tratar de tomar una decisión.

Bifurcación. Toma una decisión




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