La noche continua su curso, y el exhaustivo trabajo de los presentes parecía no terminar. Por suerte, algunos compañeros policías del turno nocturno se ofrecieron a ayudarlos, hasta que, con algo de suerte, te encuentras con una caja que contiene varias entrevistas con involucrados descartados en el caso de Caddace Marina, hallado el de Hermet Moreno, a quien reconoces de inmediato.
–¡Aquí está! –gritas de la emoción, lo que hace que los demás policías se alegren.
–¡Buen trabajo, Lector/a! Ese es el archivo donde se guardan las entrevistas que no parecen ser relevantes. Este era de Fausto. Una verdadera tragedia –explica el mapache, cosa que te baja el animo al saber el contexto de ello.
–¿Lo conoció? –preguntas con cautela, a lo que el detective sonríe con algo de nostalgia.
–Era bastante bueno. Entramos aquí casi al mismo tiempo. Sólo me llevaba dos años. Él era bastante bueno, igual que tu profesor. Es una lástima que haya tenido que irse de ese modo.
–¿Qué modo? –dices como si no lo supieras, a lo que Pedro responde luego de un suspiro.
–El «cazador» lo asesinó. Al menos eso creemos. –La noticia no te impacta, pues Jaime te había confesado eso, pero finges que lo hace. –Lo hicimos ver como un accidente para no alterar a los civiles, pero es la realidad. Por eso nadie quiere trabajar en este caso. Creo que ni siquiera Albus lo sabe, y me gustaría que siguiera así. No vaya a ser que lo deje por miedoso –enuncia el mapache, lo que te deja pensativa.
–Dudo que el detective Albus sea de las personas que abandona los casos, pero está bien. Puede confiar en mí, detective –mencionas a tu superior, quien te hace una señal para que vayas primero en camino con Albus a mostrarle la grabación.
Al llegar, notas a Albus y Linda normales. Apenas y pasaron dos horas de la última vez que los viste, pero se ven muy bien, mientras que tu vas por tu tercer café y sientes que los ojos se te cierran por si solos.
–Detective. Señorita Linda. Encontré el archivo de Hermet Moreno –explicas, a lo que ambos se detienen de buscar y te ponen su total atención.
–¡Buen trabajo, Lector/a! ¿Nos hace el honor de leerlo? –propone el lobo, a lo que asientes luego de un largo bostezo que hace a Linda levantar una ceja de disgusto.
–Hermet Moreno es una hiena de treinta y seis años de edad. Cuando se le entrevistó estaba soltero y nunca ha sido detenido. No hay cargos penales de ningún tipo a su nombre. Al parecer sólo hay un familiar de él con vida. Su nombre es Carlos Aguirre. No es familiar de sangre, es un primo político. –Con esa información, Linda busca sobre Carlos y encuentra algo interesante.
–Carlos sí tiene antecedentes criminales. Fue arrestado años atrás por consumo de narcóticos, además de su compra y posesión. Estuvo en rehabilitación y salió bajo palabra. Hermet fue quien lo recogió –dice la híbrida, extrañada.
–¿Algo más?
–Fue entrevistado para el caso de Caddace Marina. Parece ser que estuvo involucrado, detective.
–¡Muy bien! ¿Tiene la grabación? –pregunta Albus entusiasmado.
–¡Por supuesto!
–¡Vamos a escucharla! –Tras eso, tanto Linda, Albus, Pedro y tú ven la cinta de la interrogación de Hermet, material audio visual que inicia con su nombre, ocupación y de más datos personales, a lo que te das cuenta que vive por donde fue el primer siniestro, justo a pocas cuadras de donde lo viste.
Al video todos ponen su total atención, mas tú estás a punto de desfallecer. Tratas de concentrarte, pero te es imposible por estarte desvelando tanto en esa ocasión. Llega un punto en donde ya no puedes más y caes dormida por completo, perdiéndote de la grabación en cuestión.
Cuando acaba, Pedro te despierta, lo que te hace reaccionar en sobre manera, apenada, observada por todos los presentes con extrañez.
–¡Lo siento! ¡No debí…! Lo veré de nuevo –dices al momento de tratar de reproducirlo una vez más, a lo que Albus te detiene.
–No, Lector/a. Eso no será necesario. No hay mucho que salvar de ello, en realidad. Sólo debe saber que habló sobre Leonardo Hamilton, video que también vimos, porque fue él quien descubrió el cadáver de Caddace. Creo que es buena idea ir a hablar con Hermet de todas maneras. Puede que le saquemos algo más –explica el lobuno. Eso te hace ponerte de pie.
–¡Muy bien! ¿A qué hora entra a trabajar? ¿Hay información sobre eso o iremos a su casa? –Tanto Albus como Linda se te quedan viendo, decepcionados, respondido esto por tu jefe.
–Será mejor que descanses, Lector/a. Desvelarse tanto no va a ayudarnos en esta ocasión. Mejor recupere energía y acompáñenos en la mañana a ver al señor Henn –propone Albus. Te molesta un poco la idea del lobo.
–No, puedo hacerlo. Sólo necesito un café y…
–No te hagas la fuerte –interrumpe Linda al ponerse de pie, con su mirada fría sobre ti–. Duerme y se de ayuda en la mañana. Acá sólo nos vas a estorbar.
–Ella encontró el archivo. ¡Denle algo de crédito! –expresa Pedro, molesto. Lo que hace a Albus verlo extrañado.
–Esto no es una competencia. Estamos detrás de un asesino en serie cuyas víctimas son bestias. No podemos retrasarnos. No digo que haga un mal trabajo, Lector/a. Pero debe entender que no puede seguirnos el paso. Duerma y nos vemos en unas horas. –Sin más, ambos extranjeros se retiraron del lugar, lo que te provoca apretar los puños de la molestia, puesta una mano sobre tu hombro por parte del detective Pedro.
–No te preocupes. Vas a demostrarle que eres mejor que esto –menciona el mapache confiado, lo que te da algo de tranquilidad.
–Así será. –Sin más, tomas todas las grabaciones, compras un par de bebidas energéticas y continúas viendo todas las entrevistas relacionadas, a la par que ingieres lo que de seguro no te dejará dormir, acompañada de Pedro, quien parece interesarle de verdad tus talentos.
(Procede a "Capítulo 6-AB")