Es obvio. Hermet es aquella hiena que viste aparecer justo cuando una persona pareció huir. Aquel debió ser su primo, Carlos, a quien estaba buscando el otro en ese instante. El mensaje debió decirle que se vieran en otro lado, por eso se apuró en irse.
–¿Qué sabemos de Hermet Moreno? –preguntas a Pedro, el cual empieza a revisar la información que tiene a la mano.
–¡Vaya! Parece que estuvo involucrado en el caso de Caddace Marina –explica el mapache, a lo que te acercas a él.
–¿Qué? ¿En serio?
–Muy en serio. Era un amigo de la familia. Más especifico de la madre, Agatha. Debe de haber una grabación del interrogatorio de ese sujeto, pero está en el archivo. Yo la buscaré por ti. Será mejor que descanses un rato. Te vez terrible –mencionas al mapache al notarte que apenas y puedes tener los ojos abiertos.
–No, puedo seguir. Sólo déjeme ir por un café y le espero aquí por las cintas.
–Muy bien. No me tardo. –Ambos hacen lo acordado, y una vez que tu café está por terminarse y decides ir a ayudarle a Pedro, este llega un tanto apenado.
–¡Lo siento! No está la grabación de Hermet. Debió traspapelarse o de plano la descartaron –explica el detective, cosa que te extraña.
–¿Qué? ¿Descartan evidencias?
–A veces los comisarios o capitanes desechan material que consideran irrelevante para la investigación. No debería ser así, pero puede pasar. Tal vez sólo se traspapeló. No obstante, aquí hay un resumen de lo dicho. Dijo trabajar en el lujoso hotel «Zeenu Bait». ¿Lo conoces?
–¿Cómo no? Es el edificio más grande luego de la Torre de cobre –resaltas al tomar los documentos y leer la descripción de Hermet. Visto que, en efecto, es el apuesto sujeto que saludaste esa noche, lo que te sonroja un poco al ver su foto.
–¿De verdad no quieres dormir? Parece que estás a punto de desfallecer –cuestiona preocupado el detective, a lo que ves la hora y el horario laboral del hombre.
–Esto fue hace seis años. ¿Cree que siga teniendo el mismo horario?
–Yo he tenido el mismo horario quince años. Tú dime –explica el mapache, para luego ponerte de piel y tomar tus cosas–. ¿A dónde vas?
–Al hotel. Necesito hablar con Hermet Moreno.
–¿No sería más sensato esperar a Albus?
–Él quiere ir a ver a Robbie Gaez. No creo que le importe que no le estorbe –menciones molesta, algo que hace sonreír con admiración a Pedro.
–Suerte, novata. –Sin más, sales de la comisaria, con el cielo anaranjado y algunas personas en vías a su trabajo, pues las primeras horas laborales del turno matutino empiezan para muchos.
Con esfuerzo y tomando medios de transporte público, tambaleándote del sueño, llegas hasta el famoso hotel. Sin más, entras al lugar y muestras tu placa, con lo que preguntas por Hermet, mencionado que todavía no llega.
Aquello te decepciona un poco. Piensas esperar en recepción, pero temes quedarte dormida, así que mejor sales al exterior y te recargas unos segundos en la pared del edificio más cercana, mirando al cielo, en espera a que la hiena se haga presente.
Piensas en todo lo que ocurrió. Recuerdas a Albus en la sala de interrogaciones y lo que dijo Pedro sobre sus métodos, cosa que sin dudas te incomodó en sobremanera. ¿De verdad Albus sometió de tal manera al joven? ¿Cómo algo así está permitido?
A la par que te haces esas preguntas, comienzas a caer del sueño. Al momento de desfallecer y ceder tus piernas, sientes cómo alguien te sujeta desde la cintura con su brazo, a lo que abres los ojos y ves el rostro de Hermet muy cercano al tuyo, sonriente y coqueto.
–¿Tan temprano y ya necesitas una mano? Bueno, todo un brazo –dice el hombre, a lo que reaccionas y te retiras de su lado, tomada compostura.
–¡Lo siento! Disculpe que le haya causado molestias.
–No hay de qué. –En eso, la hiena ve que se te ha caído algo. Aquel lo recoge y te lo entrega. –Con que policía, ¿eh? ¿Acaso estoy en aprietos? –pregunta Hermet con una sonrisa juguetona al soltar el objeto en tu mano.
–No, para nada. Pero si me gustaría hablar contigo sobre el caso de Caddace Marina. –La hiena sonríe confiado y desvía la mirada, como si estuviera un tanto harto de ese tema.
–Ya pasaron seis años. Dije todo lo que sabía y me pasó. No hay más, revise el interrogatorio –menciona el sujeto al regresarte la mirada y sorber de un café que lleva en su otra mano.
–Por desgracia, dicho material se perdió. Por favor, no quiero tener que invitarlo a la comisaria.
–Pase, oficial. Tengo una oficina en el hotel. Ahí podemos hablar más tranquilos –explica Hermet al momento de introducirse al edificio, seguido por ti.
El hotel Zeenu Bait es lujoso en maneras casi indescriptibles. La luz del interior, tan sólo del recibidor, es tan poderosa y sus adornos tan pulcros, que sientes que es como si estuvieras en un palacio de cristal. Los empleados bien uniformados, la grata atención y el vistoso orden, como la limpieza del sitio, te hacen sentir de la realeza el tan solo poner un pie en el sitio.
–Es la primera vez que viene, ¿cierto? –pregunta la hiena, a lo que asientes–. No se preocupe, se acostumbrará a tanto lujo.
–¿Cuánto tiene trabajando aquí?
–Desde que me salí de casa. A los doce años comencé limpiando baños y barriendo el exterior. Ahora soy subgerente. El gerente general es el sobrino del dueño. Ya sabe, nepotismo –explica la hiena al subirse al elevador junto a ti.
Ya en ese sitio un poco concurrido, al estar en completa soledad, no puedes evitar usar los espejos para ver a tu sospechoso con más detalle. Notas toda su buena figura, tu brillante pelaje castaño manchado, su mirada penetrante y sus caninos brillantes. No cabe duda que Hermet es una bestia apuesta y bastante inteligente, así como trabajador, además de educado.
Aquel se da cuenta que lo vez, lo que le extraña un poco, poniéndote nerviosa.
–Yo… –mas antes de decir algo, la puerta del elevador se abre a un piso donde sólo hay oficinas.