Expediente W

Capítulo 5-CB

Un nuevo amanecer ha llegado, sonada tu alarma que apagas de inmediato, dándote cuenta que el joven chacal que estuvo contigo se quedó dormido junto a ti, cuya ropa está regada por toda tu casa, hecho un camino de la misma hasta tu habitación.

Tu primera idea es despertarlo, pero se ve tan tranquilo ahí hecho bolita entre tus sabanas, que decides permitirle seguir durmiendo hasta que tengas que irte.

Haces tu rutina normal y, al cocinar, el joven se levanta sin nada de ropa, lo que te sorprende y hasta te sonroja un poco al verlo.

–¡Buenas! ¿Por qué no me levantaste? –pregunta el chacal, lo que te hace concentrarte un poco en lo que haces.

–¿Por qué no te vistes? Ya es tarde y tenemos que irnos –dices mientras ya terminas de servir tu desayuno, almuerzo y lo que comerá tu invitado.

–Creí que podríamos jugar un rato más –dice coqueto aquel al acercarse, pero lo apartas y te pones más serio.

–No, perdona. No hay tiempo. No quiero sonar grosera, pero supongo que no hay de otra. No me disgustó lo de anoche y me pareces muy apuesto, pero jamás había metido personas a mi casa así de la nada. Tienes algo que me atrajo mucho y eso fue. Ahora, podemos seguir en contacto y lo que quieras, pero no quiero que sea sólo por «esto». ¿Está bien? –Notas el rostro desconcertado del chico, quien comienza a reír de un momento a otro, para luego bajar la mirada, sonrojado, y denegar con la cabeza.

–¡Bien, bien! Vámonos lento. ¿Uno es para mí? –dice al referirse a la comida.

–¡Claro! Ven a sentarte, pero primero vístete. –Sin más, el joven se coloca su ropa, toma su casco y lo pone al lado de su silla, sentado para iniciar la ingesta del desayuno que preparaste, mismo que disfruta muchísimo, agradecido.

–Espero no te vayan a decir algo en el trabajo –dices al ver el caso y que trae su uniforme, a lo que el sonríe tranquilo.

–No te preocupes, era mi última entrega. Sólo debía reportar y entregar el dinero, pero cuando me levanté al baño avisé que tuve un inconveniente.

–¿A qué hora entras a trabajar?

–En unas seis horas. Estoy en turno vespertino.

–Ya veo. Menos mal, ya me iba a sentir mal si te corrían o algo.

–¡No! Para nada. ¡Oye! A todo esto. ¿Cómo te llamas? –La pregunta te hace reír y te sonroja un poco, respondida aquella con nombre y apellido. –Yo soy Fey. Fey Bielma. Es un gusto.

La comida se acaba y Fey lava los platos mientras terminas de acomodar todo. Ambos se despiden de mano en la salida del edificio e intercambian números de teléfono para seguir en contacto, advertido que tu trabajo es muy exigente, por lo que no espere salir tanto. Aquel comprende eso y se va en dirección opuesta sin decir más.

Ya en la oficina, Linda se extraña al verte, cosa que también te genera dicha emoción, por lo que le preguntas que si todo está bien.

–Lo siento, Lector/a, pero hoy vienes muy alegre. –Aquello te deja sonrojada, pero decides no tomarle tanta importancia de momento.

–¡Qué dices! Sólo descansé más de lo normal.

–¿Un chacal? –pregunta la híbrida al usar su nariz cuando te sientas a su lado, sin necesidad de acercarse.

–¿Qué? ¿Qué chacal o de qué hablas? –replicas al levantar la voz, salido Albus de la oficina del comisario, con su cola moviéndose de un lado al otro, jovial.

–¿Listas para irnos a la casa de Ernesto Henn? –pregunta el lobo, a lo que Linda responde afirmativa, al igual que tú, pero el extranjero nota tu cara rojiza–. ¿Todo bien? ¿Por qué tu rostro es rojo? ¿Eso significa que tienes fiebre o calor?

–Seguro anoche estaba cal…

–¡Vine corriendo porque se me hizo tarde! –excusas, para luego reír el lobo e invitar a ambas a seguirlo.

Ya en el auto, los tres parten hasta la colonia donde sucedió el primer siniestro, se adentran todavía más que la última vez y llegan hasta una gran casa de un sólo piso que tiene un gigantesco jardín muy bien adornado con diferentes flores y plantas de olor. La belleza del hogar es inconfundible, sobre todo por la flora que lo rodea.

Albus y Linda bajan a tu par, impresionados, notado como una señora mayor atiende a las matas, acercados a ella. No obstante, te llegan varios mensajes al teléfono móvil, por lo que lo revisas y ves que son de Fey. Abres uno y notas que es un saludo con una foto que, al abrirla, revela una imagen del chico desde arriba, con una gran risa, la lengua de fuera y levantándose la playera, mostrado su abdomen y pectorales. Eso te hace abrir los ojos de la impresión y llama la atención de Linda, la cual trata de ver qué pasó, pero retiras el teléfono y lo escondes en tu pecho.

–Debo atender esto. ¡Un momento! –dices a la par que te alejas unos pasos y te pones a responder los mensajes, iniciada una conversación entre Albus y la señora que vieron antes.

Tú: No me envíes mensajes así. ¡Estoy trabajando y si los ven me pueden llamar la atención!

Fey: ¿Se enoja tu novio?

Tú: ¿De qué hablas? ¡Trabajo en la comisaria del estado! ¡Soy policía!

Fey: ¡Perdón! ¿Oficial? ¡Qué sexy!

Tú: ¡Basta!

Fey: Entraré a trabajar. ¡Suerte con tu trabajo, oficial!

Cerrado aquello con un emoji coqueto, Linda se te acerca y te pone una mano en el hombro, lo que te asusta, volteándola a ver.

–Entraremos a la casa. Quédate aquí a «echar el ojo». Así se dice. ¿Cierto? –pregunta la mujer al tratar de usar la jerga de tu país.

–Sí, así es. ¡Está bien! Lo siento, estaba…

–¡No! No te preocupes. Es sólo por esta vez. Albus no está molesto. –Sin más, la híbrida se adentra con tú jefe al lugar mientras tu te quedas sola en espera a que salgan de nuevo para continuar con el trabajo.

(Procede a "Capítulo 6-CB")




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