Expediente W

Capítulo 7-AB

El edificio donde vivía el fallecido detective no parecía ser el mejor para un oficial. Estaba situado en un barrio peligroso, y aunque vas con cautela, las personas que se hallan cerca parecen no estar muy felices con tu presencia.

Al entrar a la recepción del edificio, un trio de hombres que parecen pertenecer a una pandilla te detienen. Sus cuerpos tatuados y sus ropas holgadas te intimidan, pero no vacilas en responder, aunque sudas la gota gorda.

–¿Qué busca aquí, joven? –pregunta el primero de ellos, quien parece ser el líder al acercarse de forma nada amigable.

–Soy oficial. Vengo a investigar el hogar del Detective Fausto. Estoy a cargo de su caso. Más bien, soy parte del equipo que está en dicho caso sobre el «cazador». –Lo confesado hacer reír a los 3 hombres, para luego responderte el que tienes enfrente.

–Fausto era un sujeto rudo. ¿Qué le hace pensar que usted sobrevivirá si él murió? –cuestiona el desconocido al poner su rostro muy cerca del tuyo. Al inicio parece intimidarte, pero tomas valor y le haces frente, levantando la faz.

–Haré lo que sea para encontrar a ese bastardo. Es mi trabajo –concluyes, lo que hace que el tipo de un par de pasos hacia atrás sin dejar de verte.

–Tus ojos se parecen a los del «Canelo». ¡Pásale! Nadie se ha atrevido a tocar ninguna de sus pertenencias –menciona el sujeto al darte paso hacia las escaleras, cosa que agradeces. No obstante, te dice algo más antes que pises un escalón, cosa que te detiene–. La muerte aguarda a quienes se acercan demasiado a la oscuridad, oficial. Sea lo que vaya a encontrar allá arriba en la casa del Canelo, le aseguro que será su boleto para ver las cuencas vacías de la «niña» de frente –enuncia el sujeto, cosa que te hace voltear para asentir con tu cabeza, seria.

El subir las escaleras es agotador, además que, entre más subes, más maltratados se ven los pasillos, y más gritos y sonidos horridos provienen de los departamentos que los conforman.

En el piso 8, el cual es bastante lúgubre, repleto de basura y de luces parpadeantes, consigues encontrar el hogar de Fausto. Al introducirle, pues la puerta estaba abierta, sólo restringida la entrada por varias bandas policiacas viejas, puedes ver que la escena del crimen sigue intacta.

Hay sangre por doquiera, un desastre en la sala y un montón de papeles tirados. Las ventanas están rotas, pero se colocó plástico en ellas, de los cuales algunos ya están rotos y dejan pasar algo de aire dentro. Mientras caminas, la madera rechina y puedes ver como algunas palomas y ratas salvajes han adoptado ese lugar para vivir, cosa que no te sorprende.

Con tu móvil, buscas algo que te llame la atención. No hay mucho excremento a como pensarías que lo hubiera, más bien hay bastante desorden, y una extraña aura de muerte que te dicta de manera inconsciente que te vayas del lugar.

Caminas un poco hasta adentrarte a la habitación del fallecido detective, descubierto un gigantesco mapa en la pared lleno de hilos rojos, alfileres y fotografías, así como notas de periódicos y otros apuntes, aunque todo está por completo destrozado por lo que parecen ser garras.

Los policías tenían razón, fue el cazador quien asesinó a Fausto, a pesar de ser un humano. Él es la única victima no bestia de aquel desgraciado, y por alguna razón la policía ha dejado de lado este hecho, ya que parece ser algo importante para la investigación a tus ojos.

Es posible que Fausto supiera algo que lo acercó demasiado al asesino, tanto así que aquel decidió aniquilarlo. La pregunta es: ¿cómo supo el cazador que él estaba por encontrarlo? ¿Acaso ya lo conocía, sólo que no se había dado cuenta que era él hasta un momento crucial durante esas vacaciones? Sientes que la respuesta está cerca, pero no sabes donde buscar con exactitud.

Pasas un par de horas en el lugar, revisando cada nota, tratando de entender a dónde había llegado el detective, revisado su diario, apuntes y otras cosas que puedas encontrar en la cercanía. De pronto, al sentarte en una silla, puedes alcanzar a ver su baño, algo que no habías registrado.

Este sitio parece estar un poco más limpio que lo demás. Registras por todos lados con cierta cautela sin hallar nada. Levantas la tapa del tanque el agua, miras el espejo lleno de tranquilizantes y otras medicinas, además del cesto y la taza como tal. Nada hay a simple vista.

Cuando decides abandonar el sitio, escuchas un burbujeo. Fue extraño, porque no jalaste la palanca del escusado. Lo primero que pensaste es que una rata pudo colarse, por lo que levantas con cuidado la tapa y revisas el contenido. No parece haber nada dentro, mas el oscuro abismo del desagüe te llama un poco la atención, así que, aunque te da un poco de asco, decides levantarte la manga y meter la mano dentro del hoyo.

Aunque sólo es agua estancada, haces arcadas del asco e introduces más y más como puedas tu mano, hasta que sientes algo raro, y no parece ser excremento o un ser vivo, sino plástico, la punta de un objeto flexible.

Haces un gran esfuerzo y consigues jalar lo que sea que haya, revelado que es una bolsa cuadrada de plástico transparente con una cremallera en la parte superior. Por desgracia, un poco de agua se filtró a pesar de los esfuerzos de usar este mecanismo de cierre al vacío, aunque eso no lastimó el interior de la bolsa, donde descansa lo que parece ser un boleto de avión.

Al verlo, abres su contenedor y lo tomas en mano. Lees que fue usado por el detective en sus vacaciones, justo el mismo día que pidió para descansar, y el lugar a donde fue era Angraterra, el país natal de Albus y Linda.

–¿Qué significa esto? –Te preguntas al ver el boleto, escuchado otro par de burbujeo en el escusado. Al voltear, notas cómo las burbujas continúan, como si algo se aproximara, emergida del sitio una mano oscura, esquelética y rodeada de carne negra y putrefacta, como si estuviera hecha de una extraña brea vaporosa.




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