Experimento Auroa 1: Dualidad

Una Encomienda Celestial 2.

La academia del “Sagrado Corazón de Belgrano” se encontraba cerrada. Las personas que aún permanecían en su interior eran aquellos alumnos que participaban de algún club, los profesores que supervisaban las actividades de dichos clubes y los miembros del consejo estudiantil, los cuales preparaban todo para el siguiente día mientras charlaban de ciertos asuntos.

Pero que esté cerrada no era problema para mí, simplemente atravesé una pared y ya me encontraba dentro.  Acto seguido comencé a cruzar muros y muros observando detenidamente las salas a las que entraba, Aleister me pidió que recogiera algunos elementos de la sala de computación y se los llevara a su casa mientras el investigaba a esa chica.

Del bolsillo de mi campera saque un papel arrugado y lo desdoble, en este se encontraban dibujos hechos por él de cómo más o menos se veían las cosas que necesitaba llevarme.

-Esto está más difícil de lo que pensé- Me dije a mi mismo entrando y saliendo de varios cuartos –Aleister me dijo que estaba cerca de la biblioteca, pero este lugar es tan grande que ni eso puedo encontrar-

De repente entre para un salón en el que parecía que podrían ayudarme. Tres chicas se encontraban hablando entre sí, pero me detuve ahí al escuchar como una le pedía a otra que vaya a buscar algo a la biblioteca.

Me emocione pensando que mi tarea se acababa de facilitar pero justo antes de que la chica dejara la sala fue interrumpida por su tercera amiga –No te molestes, acabo de encontrar una copia entre los estantes. No está en perfectas condiciones pero servirá- 

Algo decepcionado continúe con mi búsqueda. Cruce hacia un club donde cada miembro se encontraba jugando un videojuego  de computadora. Me acerqué a la mesa ubicada en el centro de la sala y vi una revista “Leyenda de Zemlya para principiantes” Decía.

-Este teclado no funciona bien- Se quejó un miembro -¿Alguien me acompaña a la sala de computación a buscar otro?-

-Pero que oferton- Me dije a mi mismo, esto es mejor que la chica que iba a la biblioteca.

Los segundos pasaron y nadie respondió a la petición del chico, o eso parecía hasta que otro integrante del grupo se sacó sus auriculares para hablarle –Solo cambia la configuración y continua jugando, no podemos distraernos llegado a este punto de la mazmorra-

El primer chico hizo lo que le dijeron y al final termino sin ir a la sala de computación y yo abandone ese curso.

-Hoy sí que no tengo suerte, que problema- Me dije a mi mismo.

Llegue hacia el patio principal del colegio y varios robots chiquititos se encontraban patrullando la zona  -Probare mejor suerte arriba- Empuje mi cuerpo hacia arriba y atravesé el techo entrando en el segundo piso.

El cuarto al que fui se encontraba más oscuro en comparación a los que visite antes, atravesé una mesa y vi como muchas personas se encontraban sentadas alrededor de esta.

-Excelente, con esto damos por terminado la junta de hoy- Dijo uno.

-¿Mía puedes ir a guardar el archivo de la junta en la biblioteca?-  Pregunto otro.

Observe con detenimiento a la chica a la que se dirigían, era alguien alta y con un largo  pelo turquesa. No podía confundirme, era una de las compañeras de Aleister.

La chica se encontraba escribiendo sobre una tabla de vidrio en la cual aparecían teclas holográficas –Como ordene señor presidente- Acto seguido la chica desprendió un pequeño cubo gris de la tabla y lo guardo –Ahora vuelvo-

Sin perder tiempo comencé a seguirla, ella me llevaría a la biblioteca y de ahí podría encontrar la sala de computación. Solo me pregunto cómo le estará yendo a Aleister.

 

 

 

No suelo abandonar mucho mi casa a menos que sea necesario y lamentablemente si lo era en esta ocasión. El día se encontraba nublado y en cualquier momento podría largarse una nevada, algo que me gustaría mucho.

Aunque hubiera un clima como el de hoy, perfecto para quedarse en casa, eso no le impedía a la gente salir a disfrutar de los placeres y maravillas que un lugar como el primer distrito tenia para ofrecer. Cada persona caminando por la calle tenia al menos 3 cosas que de seguro eran muy costosas y le permitirían a uno vivir cómodamente por varios meses en casi cualquier otro distrito.

Me encontraba apoyado en un poste esperando a la chica que me invito a comer, lo curioso es que ni siquiera sabía cuál era su nombre.

A la distancia vi pasar un pequeño robot con cuatro ruedas a toda velocidad, este se detuvo frente a una chica y de su parte superior se desplegaron dos compuertas revelando algún objeto que la chica tomo. Esos eran los nuevos robots delivery que presentaron en la televisión el otro día, me sorprendió verlos circulando por la calle tan rápido.

Una fresca brisa de aire frio se cruzó frente mío despeinándome por completo, al instante intente volverlo a dejar como estaba o como mínimo lograr tapar el mechón de pelo blanco que resaltaba sobre mi ojo izquierdo.  Eso me recordaba todo el odio que le tenía a mi familia y simplemente no quería verlo en este momento.

En eso llego la chica corriendo –Discúlpame por llegar tarde- Dijo deteniéndose delante mío. Ella llevaba un largo abrió de 8 botones azul oscuro que la cubría desde los hombros hasta las rodillas junto a una bufanda verde en el cuello.

-No te preocupes- Respondí.

-Es que mi madre se preocupa mucho por mi seguridad y me obligo a que llevara todo esto- Su tono de voz bajo considerablemente con lo siguiente que dijo -¿Te gusta?-

Mi interior estaba en llamas y no podía creer que estuviera haciendo esto <Solo espero que Ari logre conseguir lo que le pedí, o estará en problemas> Era lo único en lo que podía pensar. Pero ahora tenía que concentrarme en esto.

-Se te ve estupendo- Conteste con una falsa pero convincente sonrisa mientras inclinaba un poco la cabeza a un costado.




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