Experimento Auroa 1: Dualidad

El cazador de huérfanos 2.

Los siguientes días Sebastián me estuvo ayudando mucho. En las mañanas ambos nos levantábamos temprano para planificar como sería el asalto, le mostraba lo que llevaba hecho y si era necesario él hacía algunos cambios.

Lo más difícil fue meter a Ari en todo esto, Sebas ni siquiera sabía de su existencia y cuando intentaba agregarlo parecían como disparates sin sentido, para mi buena suerte lograba convencerlo en ciertas partes. Una vez terminado eso por las mañanas, por las tardes Eliz me traía los deberes y tareas que hicieron en clase para que Sebas los transcribiera en mi tablet, a la vez que hacía esto yo me encontraba en fisioterapia recuperándome de la herida que recibió mi brazo, que suerte que tiempo antes contrate un buen seguro; y justo que pensaba que nunca lo usaría.

Las noches estaban dedicadas exclusivamente para nuestro descanso, relajarnos de hacer planes y de ejercicios.

En todo esto Ari se encontró la mayor parte del tiempo fuera de casa. Fue muy raro que hubiera sentido a uno de sus hermanos cerca de Hannah, pero más tarde cuando tuvo tiempo de analizarla mejor término llegando a la conclusión de que se había equivocado. Aparte si no me equivoco se supone que, al estar con las personas sin habilidades especiales, estas reciben una habilidad al estar con un aspecto, si Hannah estuviera con un hermano de Ari ya habría desarrollado una, o como mínimo hubiéramos notados signos de eso.

Pero no me molestaba para nada eso, por mí que investigara fuera de casa todo el tiempo que quiera. Todo era un poco más tranquilo y limpio sin él cerca.

 

 

 

Jueves 21 de Diciembre -8:30 AM.

 

Las alarmas dejaron de sonar en mi casa o al menos yo ya no las oía. Desde que comencé a vivir acompañado, era Sebas el que funcionaba como despertador levantándome por las mañanas, admito que el hecho de que lo primero que viera al abrir mis ojos sea su cara me relajaba un poco.

Al levantarme de la cama me quiso ayudar a vestir y aunque era algo lindo dejo de ser necesario. Me encontraba mucho mejor y podía hacer las cosas por mí mismo de vuelta.

Pude ver en su cara como se sintió mal ante ese hecho, como si le arrebataran un pedacito de cielo –Está bien, una vez que termines ven que ya terminé de preparar el desayuno-

Como siempre yo dormía en ropa interior así que me levanté y fui en dirección a mi armario. Al abrirlo me topé con toda la ropa limpia y con olor a perfume que Sebas lavo, cuando salía a mis sesiones de fisioterapia de a poco notaba como el clima se tornaba cada vez más frio y gris. Con eso en mente de entre la ropa saque mi buzo negro favorito.

Una vez vestido me dirigí al baño. Odiaba la forma sobrenatural con la que el pelo llegaba a despeinarse así que tome un peine e intente arreglar eso. No sé si era yo, pero parecía que el mechón de pelo blanco sobre mi ojo izquierdo se había vuelto un poco más grande, pero a su vez era tan poco lo que había crecido que también consideraba que simplemente mis ojos me engañaban.

-Te tardaste- Me regaño Sebas mientras salía de mi cuarto.

-Tal vez si me demore un poquito- Conteste con una sonrisa. Me detuve un segundo a pensar hace cuanto no sonreía, pero rápidamente borré eso de mi mente y fui a sentarme.

-El desayuno para hoy son huevos fritos con tocino, un poco de jugo de naranja y como nunca puede faltar una taza de café-

A la vez que comenzaba a comer acerque la laptop –Creo que hay unos detalles que podemos mejorar para el plan- Pero apenas la abrí mi compañero la volvió a cerrar.

-Creo que hoy deberías concentrarte plenamente en tus labores del colegio-

-Maldición- susurre.

Dando vuelta por la barra se acercó a mi tablet para luego entregármela –Te hice las tareas que trajo Elizabeth, pero lo mejor serias que las leas para ponerte un poco al día con los estudios-

Tomé un sorbo de café –Tranquilo, en el Sagrado Corazón de Belgrano no toman exámenes, su forma de evaluar es distinta, por eso me inscribí en ese colegio en primer lugar-

Aun así, Sebastián me devolvió una mirada densa e insistente. Yo aleje mi mirada de sus ojos y acepte la tablet –Está bien, lo revisare de camino a la escuela- Y acto seguido metí un pedazo de tocino a mi boca.

 

9:20 AM.

 

-Que lástima que no pueda acompañarte. Me quedare aquí y limpiare algunas cosas-

De entre las paredes de la casa apareció Ari de la nada –No te preocupes Aleister, yo te acompañare- Dijo muy emocionado acercándose –Hace tiempo que no voy a tu escuela, espero encontrar más rastros sobre mis hermanos- 

Al saber que Ari me acompañaría solo quedaba decir algo -Maldición-

-¡Oye! Siento que nos estamos distanciando, debemos pasar más tiempo juntos- Respondió Ari en una tonada triste que no lograba saber si era en serio o falsa.

-No te preocupes, estaré esperando a que vuelvas- Hablo sebas, de seguro pensó que lo que dije era para él. Que difícil resultaba comunicarse con dos personas a la vez cuando una ignora por completo la existencia de la otra.

Abrí la puerta principal y antes de dar un paso afuera mi compañero me detuvo –Creo que te olvidas algo- Gire mi cabeza para ver de qué se trataba y eran unos auriculares negros que usaba para ir a las sesiones de fisioterapia.

-Muchas gracias- Respondí y tomándome por sorpresa sebas me dio un beso en el cachete, no podía verme, pero podía sentir mi cara enrojecida <Eso no se hace con la guardia baja> Pensé llevando mi mano al lugar del beso –No continúes nuestra serie hasta que vuelva- Ordene con una sonrisa antes de que se cerrara por completo la puerta.

El exterior era frio, un viento helado recorría las calles y tampoco había mucha gente, yo había salido un poco más temprano de lo habitual. El cielo se encontraba en su totalidad tapado por las grises nubes, este era uno de esos días que más disfruto.




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