Experimento Auroa 1: Dualidad

Un Festival de Constelaciones 3.

Jueves 8 de febrero.

 

La hora de entrada habitual al colegio son las 10:00 AM. Pero hoy siendo un día tan importante más de la mitad de los estudiantes ya se encontraban presentes a las 9:00 am, la razón principal de esto era que cada curso debía terminar de preparar todo.

El colegio del Sagrado Corazón de Belgrano se encontraba rodeado por una bellísima y verde pradera, y más de la mitad de todos los cursos decidieron instalar sus carpas, tiendas o negocios en ese lugar. Por eso la mayoría fue temprano para instalar todo.

Mientras el reloj más se acercaba a las 10 en punto, los alumnos quienes preparaban todo en el jardín del colegio podían apreciar cómo la gente se iba amontonando del otro lado de la negra reja metálica, todos ellos invitados que venían a participar y compartir el aniversario de la institución junto a su directora y alumnos.

El reloj ya no le dio más tiempo a nadie y marco el momento culmine, las 10 am en punto. A las afueras del colegio el consejo estudiantil preparo un pequeño escenario con el cual dieron apertura al festival cultural.

En la entrada principal uno de los miembros se encontraba con la labor de vender los pases de entrada. La gente entraba muy apresurada para poder disfrutar de las atracciones de los prestigiosos alumnos.

Junto a toda la multitud de gente se encontraba el grupo de quinto año, pero en este faltaban Sarah, Mía, Ángela y New Quay. Ellos cuatro se quedaron en su curso para recibir a quienes quieran participar de su espectáculo que con tanto sufrimiento les costó preparar.

-¿Alguien vio donde se encuentra Lisandro? Ayer tampoco vino –Pregunto Lacielo, era un poco difícil escucharlo con el ruido de tantas personas.

Elizabeth pensó unos segundos la respuesta –Si no me equivoco escuche a Mía hablar sobre que lo suspendieron por hoy-

El chico de pelo rosado y gorro negro se sorprendió mucho –No me puedo imaginar porque habrá sido eso-

-No me puedo imaginar por cual razón habrá sido…- Agregue yo en voz baja.

-Creo que fue porque destruyo propiedad de la escuela sin razón alguna hace dos días –Continúo explicando Eliz.

Entre tanta charla todos los invitados ya habían pasado dejando el camino libre para que los alumnos que no participaban ingresaran. Aunque todos pertenecían al mismo curso de quinto año la verdad es que no somos muy unidos por lo que al toparse con la gran variedad de tiendas y juegos que ofrecía el festival cada uno tomo su camino.

-¿Cuál es el primer lugar que quieres visitar? –Me pregunto mi mejor amiga moviendo mi silla de ruedas.

La verdad era que no me interesaba cualquier lugar que visitáramos, solo quería hacer tiempo hasta que llegaran Ari y Sebastián, los cuales me dijeron que no estarían en la apertura, pero sin duda llegarían más tarde.

-Sorpréndeme –Le conteste a Eliz para que ella me llevara a dar vueltas por ahí.

-Está bien-

Ella comenzó a llevarme mientras ojeaba las distintas tiendas, estaba tan perdida y no sabía a qué lugar ir primero, así que decidí tomar yo la iniciativa.

-¿Qué te parece si vamos ahí? –Pregunto a la vez que señalaba con mi dedo una carpa.

Pude sentir como ella estaba más contenta con el hecho de no tener que elegir y con una sonrisa comenzó a mover mi silla de ruedas hasta acercarnos al lugar. La carpa en cuestión les pertenecía a los chicos de primer año, ellos hicieron el típico juego de atarte las muñecas y vendarte los ojos para intentar agarrar una manzana con la boca de un balde con agua.

Sin duda era un juego aburrido y arcaico que se usaba en los festivales de hace ya miles de años. Pero eso no quitaba el hecho de que los premios eran muy buenos, típicos de niños millonarios y mimados.

-La fila es muy larga –Expreso Elizabeth.

La verdad que el juego tampoco parecía muy divertido y en mi situación actual me sería complicado participar. Solo lo señale como opción porque visto desde lejos parecía más interesante con tanta gente a su alrededor.

Al escuchar esas palabras de mi amiga comencé a observar todas las carpas a mí alrededor, una interesante debería encontrar -¿Qué te parece ir ahí? –Señale hacia otro lugar.

Eliz lo observo rápidamente y por la expresión que puso parecía mucho más interesada en esa que en esta –Me parece una gran idea –Dijo ella con el peluche de ratón entre sus manos, haciendo parecer que el peluche era quien hablaba.

La siguiente carpa a la que nos acercamos tenía menos gente, pero sin duda el juego que realizaban me parecía mil veces más divertido, no podía entender porque no llamaba tanto la atención.

Más que un juego, eso era un pequeño torneo realizado por los chicos de segundo año. Este consistía en armar grupos de dos personas, cada uno se colocaba un guante en una mano, uno de los guantes era rojo y permitía que una pequeña esfera flotara en la palma, la otra persona se colocaba un guante azul y tenía la función de hacer caer la pelota del rival. Uno tenía la función de evitar que se caiga la bola mientras el otro iba a derribar la bola de algún oponente.

Inmediatamente después de entender cómo funcionaba ese juego tanto Elizabeth como yo tuvimos ese instinto dentro de nosotros de querer participar. Pero antes de hacerlo la detuve, ella puso una cara de incertidumbre, yo observé mis piernas reposando en la silla. Cada día mi recuperación mejoraba, pero ya fui un estorbo para mi familia tantos años que no quería serle una carga a Elizabeth ni siquiera en ese juego. Si al menos pudiera usar mi habilidad estrella aceptaría jugar sin dudarlo, pero ese tampoco era el caso.

En ese pequeño momento de melancolía algo muy irritante sucedió. Todas las personas que caminaban tranquilamente por el jardín comenzaron a hacerse para un costado dejando el camino libre. De este camino una persona venia corriendo en nuestra dirección a la vez que gritaba -¡ALEISTER! –A los cuatro vientos.




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