Experimento Auroa 1: Dualidad

El Secuestro 2.

Sábado 15 de agosto – 10:30 Am –Primer Distrito.

 

Estaba teniendo un sueño muy agradable, pero sentía como aun durmiendo en bóxer de mi cintura para abajo estaba prácticamente sudando, ante tal molestia y para seguir descansando cómodo comencé a mover mis piernas medio dormido para sacarme de encima las calurosas sabanas. Una vez completado eso podía sentir como una agradable brisa de aire fresco hacia un recorrido desde mis pies hasta mi cabeza.

Solo faltaba una cosa para continuar con el sueño perfecto, y es que estaba durmiendo a un lado de la cama y levante mi brazo para luego dar media vuelta y terminar abrazando a ¿nadie? Mi brazo termino impactando con el colchón y eso me llamo la atención.

Sinceramente no tenía las ganas ni las energías, pero aun así lo hice, abrí mis ojos para llevarme la sorpresa de que me encontraba durmiendo solo en mi cama. El otro lado de la cama tenía las sabanas corridas para un costado dando a entender que él ya se había levantado mucho antes que yo.

-Maldición-

Volví a voltearme hacia el borde de la cama para poder ver el reloj sobre la mesa de luz que tenía al lado, este marcaba las “10:30”.

-¿Cómo alguien puede levantarse tan temprano un sábado? –Reflexioné medio dormido, a mis palabras todavía les costaba mucho salir de mi boca.

Como obra de una sincronización astral la puerta de mi habitación se abrió y Sebastián ya todo despierto y arreglado entro y se paró a mi lado.

-El desayuno ya está listo, Ari ya está comiendo y yo te estoy esperando a vos –Me informo mi sirviente totalmente colorado al verme en ropa interior.

-¿Eso es una queja? –Pregunté en forma de broma acostado en la comodidad de mi cama y como resultado una sonrisa juguetona apareció en su cara.

Vi como por un segundo su vista se alejaba de mis ojos hacia otra parte del cuerpo y luego simplemente miraba en dirección a la puerta -Puedes tomarlo como tú quieras –Contesto.

Para su sorpresa yo rodee su cintura con mis brazos obligándolo a verme, él se puso más colorado y más nervioso -Pero ¿Qué haces? -

-Tienes que ver a tu amo a los ojos cuando le hablas-

A Sebastián le encantaba que lo moleste con eso, aunque yo no consideraba a mi sirviente como tal y él tampoco me veía como su amo.

Él ya se iba haciendo una idea de cómo iba a acabar esto -Pero esta Ari en la cocina, podría vernos-

Active mi habilidad estrella un segundo y cerré la puerta –Ya no podrá vernos –Acto seguido lo empuje hacia la cama agarrándolo de la cintura con mis brazos.

 

 

 

Sebas se terminó de vestir –Prepárate mientras yo recaliento el desayuno-

-No gracias, acabo de terminar de comer –Respondí.

Vi que se tapó la cara de la vergüenza –No seas tonto-

-Ya voy en un rato-

Entonces abandono el cuarto y yo me levante de la cama con dirección al placar y de un costado saque mi ropa de siempre, parece que fue lavada hace poco ya que olía muy bien. Una vez vestido mi siguiente destino fue el baño.

Una vez dentro me mire en el espejo unos segundos, la cara que se veía reflejada no parecía la misma que tenía hace un par de meses, esta se veía mejor en cierto sentido. Acabando los rodeos tomé el peine del lavamanos y comencé a intentar acomodar mi desastre de cabello. Fue algo difícil y no cumplí mi tarea al 100% pero al menos ya no quedaba tan mal.

Por último, antes de salir observé el mechón de pelo blanco que colgaba arriba de mi ojo izquierdo, no sé si era yo, pero cada vez lo veía más grande, como si de a poco se estuviera apoderando de todo mi pelo. A veces pensaba preguntarle a Sebas o Ari sobre eso, pero siempre desechaba la idea antes de hacerlo.

Luego de dar tantas vueltas por fin salí de mi habitación para ir a la cocina, en el bar se encontraba sentado Ari y frente a él un plato vacío pero sucio –Buenos días –Dijo al verme.

Yo respondí con lo mismo –Buenos días –para seguido sentarme a su lado. Del otro lado del bar Sebas me trajo el desayuno, una taza de café, un vaso de jugo de naranja, unas tostadas y huevos fritos.

Mi estómago me dejo muy claro que sentía la necesidad de comer todo eso, le agradecí a Sebas por la comida y comencé a comer mientras él hacía lo mismo del otro lado del bar. Su desayuno parecía más simple que el mío, pero por su cara parecía disfrutarlo mucho igual.

Ari nos hablaba mientras ambos comíamos y para mi sorpresa mi celular comenzó a sonar.

-¿Esperabas una llamada? –Pregunto Ari.

-No, claro que no-

Antes de contestar Sebas se levantó y con una servilleta me limpio un resto de comida del labio, saqué mi celular del bolsillo para ver de quien se trataba y el asombro fue tal que hasta dije su nombre en voz alta -¿Sarah? Me pregunto que querrá un sábado al medio día-

Mi celular no era el de antes, estuve ahorrando un tiempo para comprarme uno de esos nuevos modelos de celulares de vidrio. A simple vista parecía un rectángulo algo fino de cristal o plástico, pero eran unos modelos muy buenos y por ahora solo eran vendidos en menos de la mitad de los distritos de la ciudad.

No es que no quisiera a mi viejo celular, el problema fue que en realidad estuve ahorrando para comprarle un celular a Sebastián. Pero cuando le conté de la noticia se negó rotundamente y aunque quise insistir en serio fue duro de convencer, me dijo cosas como que no lo usaría para hablar con nadie y eso. Y en un giro de tuerca me termino insistiendo para que me comprara uno de estos nuevos celulares.

Volviendo al caso decidí contestar la llamada de Sarah –Siempre es agradable que te llamen tus amigos ¿En qué puedo ayudarte?-

-Cállate basura y escúchame. Necesito que entres a tu correo electrónico y verifiques si es que te llego un correo de Royal Company –Me ordeno ella desde el otro lado de la llamada evitando formalidades.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.