Lunes 28 de septiembre.
De la nada paso a haber algo, toda esa fría y silenciosa oscuridad que cubría mi mente se llenó repentinamente con los últimos recuerdos que tuve. Mi nombre…todos me conocían por el nombre de mi habilidad estrella de capacidad tres “Hellfire”, soy líder y miembro del grupo Orión junto a otras dos personas. En mi cabeza aparecieron varias imágenes, los tres fuimos contratados por un laboratorio que intentaba crear un artefacto de teletransporte totalmente independiente de un usuario de habilidad estrella.
Los tres fuimos enviados a una misión, unos vándalos atacaron un edificio pero mientras los deteníamos descubrimos un horrible plan. Una empresa conocida como Royal Company colaboraba con la alta mesa directiva para llevar acabo un experimento de control de masas en todo un distrito, desde ese momento mi grupo dejo de seguir las leyes del sistema de esta ciudad. De vuelta en el laboratorio matamos a todos los científicos y destruimos el dispositivo de teletransporte para luego intentar evitar que ese “experimento de control” se llevara a cabo.
No iba a ser nada fácil, pero ni siquiera logramos saber cómo detener el experimento, luchamos contra varias personas y mi último recuerdo era yo colgado de las afueras de un edificio con un fierro atravesando todo mi estómago y a punto de morir. Pero justo antes de que eso pasara una luz me absorbió.
El aire comenzó a entrar naturalmente por mi nariz hasta llenar mis pulmones, lo último que recuerdo era esa luz violeta de bordes verdes pero ahora mis ojos se cubrieron de una luz blanca. Sin percatarme mis parpados se abrieron permitiéndome ver algo, una lámpara colgaba de arriba mío ¿Era un techo? Un techo que desconocía.
-¡CHICAS! –Grite levantando mi cabeza, estaba en una cama de hospital. A la izquierda tenía varias máquinas conectadas, sin pensarlo dos veces lleve mi mano a mi estómago, sentía toda esa parte de mi cuerpo cubierta por vendas pero al tocarla no sentí el dolor que esperaba.
Una voz femenina hablo del lado opuesto a las maquinas –Oh por fin despertaste –Sonaba sorprendida –Justo antes de que acabara mi revista.
Mi vista cambio para mirar el origen de esa suave voz, mi cerebro se encontraba un poco dormido todavía, tardaba un poco más en procesar la información que le llegaba, pero apenas proceso todo mis ojos se abrieron a mas no poder, sentí como mi boca también se abría resultado del asombro e incertidumbre.
-Buenos días bello durmiente –me recibió esa dulce voz inclinando un poco la cabeza a un costado y levantando su mano. La chica que actualmente se encontraba parada a mi costado era delgada y alta con una cintura bien marcada, sus lentes eran de un marco poco grueso y redondos; pero lo que más destacaba de ella eran sus dos largas trenzas de pelo negro que le llegaban hasta las rodillas.
-Pero ¿Qué hago aquí? ¿Dónde están mis amigas? ¿Qué haces TÚ aquí? –Un montonal de preguntas salieron de mi boca a la par que se formaban en mi cabeza.
Yo reconocía a la chica que me hablaba, nunca la vi en persona, pero sabía de quien se trataba. Ella era una de las 9 personas más poderosas de todas, la octava capacidad uno de esta ciudad. Su nombre era Mercy.
-Oye, más tranquilo vaquero –Me respondió calmada a diferencia de mi estado de nervios –Te salve la vida de morir, deberías estar agradeciéndome antes de cualquier otra cosa.
-¿Por qué me salvaste? ¿Eso significa que ya paso el experimento de control? ¡¿Dónde se encuentran mis amigas?! – Tantas cosas que no entendía comenzaban a molestarme, pero la principal respuesta que quería era saber dónde estaban Elena y Sarah -¿Ellas están bien? –Agregue.
La octava número uno llevo sus brazos a su cintura, parecía un poco molesta – Deberías relajarte un poco más, ponte un freno amigo –Me reto molesta, pero me parecía raro que una mujer de aproximadamente 20 años me hablara de esa forma –Relaja tu cabeza y concéntrate.
Un bocanada de aire entro por mi tráquea hasta mis pulmones, lo retuve unos segundos y después libere el dióxido de carbono - ¿Mis amigas están bien?
Ella asintió la cabeza con una sonrisa –Así es, pero no te preocupes por eso –Esas palabras me daban a entender que esa no era la pregunta que debía hacer.
-¿Por qué me salvaste? – Cambie mi pregunta.
La mujer de largas trenzas se tapó la boca para esconder su pequeña risa y después dijo –Eso es simple, mi empleador te lleva observando desde hace un tiempo, el cerebro S.A.D.S te evaluó y determino que tienes potencial, potencial que mi empleador busca. Ya que él me ordeno salvarte la vida lo normal sería que le pagues el favor trabajando.
Eso me molesto y me querían obligar a hacer cosas contra mi voluntad –Yo jamás te pedí que me salven –Exprese mi molestia.
-Oh ¿Eso quiere decir que tampoco querías que salve a tus amigas? ¿Después de que las guiaste a una muerte segura? Que mal amigo y líder eres entonces ¿No lo crees? –Me saco varias cosas en cara a la vez que se ponía en una pose de pensar.
Con la poca energía que iba recolectando mi cuerpo apreté con fuerza mis puños, ella estaba usando a mis amigas como moneda de cambio y por eso me tenía con la espada contra la pared <¡Maldición! Solo más razones para odiar el puto sistema de esta ciudad> Todas esas palabras se quedaron en mi mente y ese silencio lo rompió la octava capacidad uno volviendo a hablarme.
-Ahora el grupo Orión trabajara para mi empleador ¿eso está claro?
Yo simplemente aparte mi mirada de ella.
-Excelente, tomare eso como un si – contestó a mi respuesta indirecta a la par que caminaba para la puerta de salida de la habitación.
-Quiero ver a Elena y Sarah sanas y salvas –Le exigí.
Ella se detuvo antes de salir por la puerta y me miro –Oh no te preocupes, ahora descansa un poco –Ella señalo la revista que estaba leyendo antes –Cuando estés un poco mejor las veras.
Editado: 22.06.2022