Experimento Auroa 4: Anochecer

Purificación de Onyx 1.

Jueves 8 de octubre – Primer Distrito.

 

Ya había vivido cientos de veces la situación en la que me encontraba ahora, aun asi esta vez se sentía completamente distinta a las anteriores. Todo parecía ser lo mismo, pero a su vez era completamente diferente.

Abrí mis ojos para toparme con un techo blanco del cual colgaba una lámpara, el techo se encontraba muy alto a diferencia del que había en mi casa. De hecho, toda la habitación en la que me encontraba era del tamaño de mi antigua casa, y podría ser considerada como una casa a excepción de que le falta una cocina.

La cama en la cual estaba recostado también era dos o tres veces más grande que mi antigua cama. Todos estos cambios se debían a que ya no me encontraba en mi casa ubicada cerca de la escuela, ahora estaba de regreso en la mansión del clan Ashford, pero ya no había gente toxica contaminando su interior.

Esta vez había dormido solo –Me hubiera gustado haber estado acompañado en esta gran cama. Lamentablemente no se dio la oportunidad – removí las lujosas sabanas que cubrían mi cuerpo y me dispuse a ponerme de pie.

Las paredes eran perfectamente blancas y el suelo de madera no tenía ni una sola pizca de suciedad, comencé a caminar con pasos lentos hacia la pared opuesta a la cama. Allí se encontraba una puerta que llevaba a un pasillo donde estaba ubicado el baño y el vestidor. La trayectoria se sintió como si hubiera recorrido de una punta de mi casa a la otra.

Una vez que llegue a mi destino abrí la puerta e ingrese al baño, el espejo reflejaba mi cuerpo desde la cintura hasta la cabeza. Me encontraba en ropa interior, por alguna razón comencé a observar mi pecho desnudo con detenimiento; desde mis abdominales y ombligo hasta mis pectorales y hombros, todo mi cuerpo estaba cubierto por cicatrices y si viera mi espalda el número solo aumentaría.

Pero estas cicatrices no habían sido causadas solo por el enfrentamiento que tuve contra el legendario número uno capacidad uno hace seis días. Se debía a algo mucho peor, eran las marcas que mi desastrosa familia había dejado en mí, un recordatorio de mi antiguo odio hacia ellos y de mi pertenencia al Proyecto de Dualidad y experimento que solo me dejo más secuelas con el tiempo.

Cada cierto tiempo tenía que ir a un laboratorio de Onyx para que me hicieran estudios y pruebas respecto a Dualidad, que le permitía a un usuario de habilidad estrella tener dos poderes, en un principio eran 6 participantes aunque solo tres sobrevivimos. Y si no nos hacíamos esas pruebas regularmente el otro poder de nuestros cuerpos se desestabilizaría y moriríamos. Por eso estas cicatrices nunca se borrarían de mi cuerpo.

Ignorando eso tome un desodorante de una repisa y lo pase por todo mi cuerpo, una vez finalizado eso mis ojos se concentraron en mi rostro. Anteriormente mi cabello era negro con un mechón blanco a la altura de mi ojo izquierdo, era otra prueba de mi participación en el proyecto de Dualidad, pero luego de haber enfrentado a mi padre ese color blanco se apodero de toda la mitad izquierda de mi cabello.

Observe con desagrado mi cabello y tome un peine para intentar peinarme un poco, en el tiempo que pase hospitalizado una de las cosas que hice fue intentar teñir de negro esa parte blanca, pero por algún motivo al poco tiempo esa zona volvía a tornarse blanca –Que molestia – me dije a mi mismo dejando el peine con fuerza en la repisa.

Detrás de mí podía verse otra puerta la cual correspondía al armario, me di media vuelta para ingresar a ese lugar y cambiarme.  Casi todos los miembros del Clan Ashford habían sido asesinados por mí, solamente quedábamos mi hermano Bernardo y yo, pero él fue a cumplir su sueño de ser miembro de la Fundación S.P y me entrego a mí todas sus acciones de la corporación Onyx.

Ahora que todos están muertos yo soy el responsable de dirigir esa compañía, por ese motivo abandone el colegio a pocos meses de graduarme. Hoy tenía una reunión con los miembros de la junta de directorio de la empresa y estaba preparado para llegar temprano.

La puerta del armario se abrió y observe en el espejo mi figura al salir. Estaba vistiendo unos zapatos y pantalones negros con medias azul oscuro, llevaba una camisa blanca y una corbata negra –Tengo que acostúmbrame a esto de ser un hombre de negocios.

Estaba acostumbrado a llevar una vida de acción y violencia pero ahora eso no era necesario con mi venganza cumplida y mi corazón en paz.

Abandone mi habitación y me adentre en los pasillos de la mansión, el lugar era gigantesco y aun así todo se encontraba perfectamente limpio, todo brillaba de lo reluciente que estaba y hasta podía observar mi reflejo en el piso de madera.

Camine por el pasillo hasta llegar a la sala principal. El lugar era grande y a ambos costados de las paredes se encontraban escaleras que llevaban al segundo piso, en el centro del techo colgaba un gigantesco candelabro de cristal brillante.

Bajando por una de esas escaleras me percaté de que tres personas me esperaban al final, los tres tenían la misma altura, el mismo color de pelo y la misma vestimenta de servidumbre. Los tres clones del proyecto Doppelganger agacharon sus cabezas cuando pase a su lado –Buenas días señor Ashford, su auto lo espera afuera – dijo uno de ellos.

-Ehmm… ¿Gracias? – todavía no podía acostumbrarme a estos lujos y a ser tratado de esta forma. De hecho, creo que nunca podría acostumbrarme.

Uno de los clones se acercó a la puerta principal y la abrió, afuera podía observarse una limusina negra estacionada en frente –Ah una cosa más- me detuve antes de salir –Asegúrense de que bajo ningún motivo Sebastián abandoné el lugar.

-Como usted ordene nuestro señor Ashford – un terrorífico escalofrió recorrió mi cuerpo al escuchar esas palabras. Por un segundo recordé a mi padre y eso casi me hace vomitar.

Estaba muy seguro de que los clones respetarían esa orden sin titubear por lo que no tenía que preocuparme más. Un hombre vestido de traje me abrió la puerta de la limusina y entre, luego se fue a la parte del conductor y comenzó a conducir. Las puertas que separaban los jardines de la mansión de la ciudad se abrieron y abandonamos el lugar.




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