Viernes 16 de octubre – Primer Distrito
Llegaba un punto en el que la exagerada urbanización y los enormes edificios comenzaban a mermar gradualmente, como si se detuviera la expansión. Existe una zona del primer distrito donde hay grandes praderas verdes en las cuales se construyen hermosas y enormes casas, este lujoso barrio para personas de primera clase es conocido como “Punta de Pino”, y no hay más de 150 personas que vivan ahí; podría decirse que es uno de los lugares más exclusivos de toda la ciudad Auroa.
Ya era muy tarde por la noche, casi no existía luz natural o artificial en este lugar por lo que todo estaba a oscuras y lo único que teníamos eran las luces delanteras del auto que alumbraban el camino. Mi padre detuvo el auto, delante de nosotros se encontraba una gran reja negra de metal y a sus costados se expandía un enorme muro decorado con plantas que dividía los terrenos de nuestra casa del resto del vecindario.
Mi padre tomo un pequeño control remoto del portavasos del auto y presiono un botón rojo, en respuesta ambas rejas negras comenzaron a abrirse a los costados permitiéndonos entrar –Como te decía – continúo hablando mi padre –Es un excelente trabajo el que hiciste junto a tu hermana y los demás, te felicito hijo.
Estaba encantado de escucharlo decir esas palabras, aunque hacían que me sintiera un poco incómodo –Gracias papá, pero tampoco fue para tanto, nosotros solo pasábamos por ese lugar y pues hicimos lo que teníamos que hacer.
El costoso automóvil volvió a encender su motor y comenzó a moverse hacia adelante dentro de la pradera de nuestro jardín –Para alguien que mira lo sucedido desde afuera es difícil de creer que solo pasaban por ese lugar cuando sucedió eso jajajajajaja.
De un piso de ladrillo se levantaban pilares de madera que sostenían un techo el cual era el quincho donde mi padre estaciono el auto. Abrí la puerta del pasajero y fui el primero en bajar, me llamo la atención lo oscuro que estaba todo: los faroles del jardín estaban apagados, las luces de la entrada tampoco estaban encendidas y las ventanas que daban al interior de la casa de tres pisos tampoco mostraban signos de luz. Pero hubo otra cosa que llamo mucho más mi atención hasta el punto de preocuparme -¿Dónde se encuentran todos los guardias? ¿Les diste el día libre? – aunque eso era sumamente extraño no era algo imposible.
Entre todos los miembros de la Alta Mesa de Directores era bien sabido que mi padre era uno de los más honestos y bondadosos, pero de todas formas darle un día libre a todos los guardias un viernes no parecía algo tan lógico. Y así mis temores se confirmaron –Claro que no – contesto mi padre –De hecho, es extraño que no se encuentren aquí.
Al escuchar eso mis sentidos se agudizaron y me prepare para cualquier amenaza –Quédate detrás de mí por favor, yo ingresare primero – realice unos cálculos en mi cabeza y un fino camino de hielo salió desde mi pie para ingresar en la casa e ir congelando todo de a poco. Si adentro se encontraba algún intruso yo podría detectarlo con el ambiente helado.
Atento de hacer el menor ruido posible me acerque a la puerta de madera, lleve la llave al picaporte y la gire lentamente hasta abrir la cerradura para luego entrar. Todo estaba a oscuras dentro de la gran casa, mis ojos de a poco se acostumbraban a la falta de luz y podía distinguir varios muebles. Intente caminar haciendo el menor ruido, aunque ciertas tablas de madera del suelo rechinaban con el peso de mis pies y eso me estresaba.
Observaba con suma atención todo lo que me rodeaba para asegurarme de no perderme ningún detalle fuera de lugar, una vez que me encontré en el centro del recibidor la puerta de entrada se cerró abruptamente. Todas las alarmas de mi cuerpo se encendieron de golpe, delante de mí no podía ver nada, aunque luego de un parpadeo una figura humanoide apareció repentinamente, era la figura de alguien alto.
Sin pensarlo dos veces en un segundo mi mente hizo las ecuaciones correspondientes y un gigantesco y grueso muro de hielo se generó en la sala separando en dos el lugar –Papá – dije desesperado para comenzar a correr hacia la salida.
Algo parecido a dos látigos atravesó mi muro de hielo destruyéndolo con suma facilidad, era como si un niño rompiera una galleta. Me deje caer al suelo apropósito para evitar que esos dos látigos me atraparan, apenas impacte al suelo genere varios picos de hielo que lance. Estos atravesaron los látigos como si no existiera y terminaron impactando en el techo, pero esos látigos seguían ahí y sin perder tiempo se enrollaron alrededor de mi cuerpo.
De la nada la puerta de madera se cerró con un fuerte golpe -¡Lisandro! – grite desesperado. Sin embargo, antes de poder correr al interior de la casa sentí como un arma era cargada.
-Si yo fuera usted señor no me movería mucho – no era necesario que girara mi cabeza para saber que ese intruso misteriosos apuntaba su arma hasta mi cabeza detrás de mí.
-¿Qué es lo que quieres? – fui directo al grano. Siendo lo más sigiloso posible acerque mi pulgar al anillo de mi dedo índice y presione el botón oculto que este tenía, eso debía mandar una señal para que la ayuda venga muy pronto.
Esa voz detrás de mí dio su petición -Si me entrega los códigos de acceso al segundo distrito evitare que maten a su hijo.
-No puedo hacer eso, los códigos cambian cada 12 horas y yo solo los recibo una vez que esté ahí.
La voz sonaba tranquila, como si se esperara mi respuesta –Que problema ¿Y qué puede decirme sobre su superior? Quiero saberlo todo.
-JA – no pude evitar reírme ante tan estúpida pregunta -¿Sabes con quien estás hablando? No hay nadie por encima de nosotros imbécil, ahora dime que es lo que en verdad quieres. No tengo tiempo para perder.
Mis oídos sintieron el sonido del arma disparase, la bala impacto inmediatamente sobre mi rodilla derecha lo que me obligo a caer al piso del dolor –Esa no era la respuesta correcta – contesto esa misteriosa voz –Ustedes son ocho miembros, pero en sus juntas hay nueve canales de voz conectados ¡EXPLICA ESO!