Experimento Auroa: Convergencia.

[Documento c3P V16o – De la mano: Felicidad, Tristeza]

El sillón en el cual estaba sentado era muy cómodo y grande, los cojines estaban muy esponjosos y uno podía sentir como al sentarse su cuerpo se hundía un poco. En mis manos se encontraba un joystick inalámbrico de color blanco con cuatro botones de cada lado y dos palancas, delante de mí un gigantesco televisor de pantalla plana cubría toda la pared y se encontraba mostrando un antiguo coliseo romano donde dos luchadores estaban combatiendo. Cabe resaltar los muy buenos gráficos y escenas súper explicitas y llenas de sangre que tenía este videojuego.

Pero eso no era todo, sentado al lado mío se encontraba otra persona. Se trataba de un niño que no superaba los 12 años de edad, su cabello corto era castaño al igual que el mío y sus ojos también eran similares a los que tenía. El vestía una remera que usaba de pijama acompañado de un pantalón corto y medias, en su sonrisa podía notarse que le faltaba un diente de leche que se le había caído el otro día.

Ese niño se movía muy exageradamente de un lado a otro mientras intentaba hacer combos dentro del videojuego, era como si el joystick no fuera suficiente para él. Cuando movía las palancas para que su personaje se moviera el también estiraba los brazos para un costado a mas no poder, y al intentar hacer combos presionaba los botones con tantas fuerzas que parecía que los rompería sumado a que bajaba el mando hasta que casi tocara el suelo.

Me distraje por completo del videojuego para quedarme confundido observando a ese niño que jugaba a mi lado y en ese instante, repentinamente él se puso de pie y lanzo su joystick hasta el sillón para bailar de alegría –Oh sí, soy el mejor. Sin duda alguna soy el mejor –festejaba alocadamente al mismo tiempo que bailaba –Te gane Constantine, fueron tres duros meses, pero logre ganarte por fin.

Escucharlo a él decir mi nombre hizo que cayera en cuenta de lo que estaba sucediendo, gire mi cabeza para volver a observar el gran televisor y ahora apareció una gran carta azul con la palabra “Victoria” el personaje que yo controlaba yacía tirado en el suelo lleno de heridas con su barra de vida totalmente vacía. Por otro lado, el personaje de mi hermano estaba en un posee de victoria, aunque con igual o mayor cantidad de heridas que el mío, su barra de vida apenitas estaba llena. Lo que significaba que si yo no me hubiera distraído le hubiera ganado otra vez.

-Ya sabes –hable algo avergonzado por perder contra alguien tan menor a mi –Últimamente todo mi tiempo está dedicado a entrenar y practicar para hacerme líder del clan, es normal que yo me oxidé mientras tu solo juegas todo el día y mejoras. Tramposo –exclamé con una sonrisa de felicidad que no me di cuenta que tenía.

El niño menor e idéntico a mí se llevó la mano a la boca al mismo tiempo que se reía –Ehhh no, no. No quiero oír lloriqueos, logre vencerte hermano mayor jajajajajajajajajaja.

-Que fanfarrón saliste –sin dudarlo me lance sobre él para atraparlo en mi brazo y frotar mi puño sobre su cabello –Hagamos una revancha – le decía.

-Jamás, no volveré a jugar nunca más este juego –contestaba el intentando inútilmente liberarse de mi agarre.

-Que maldito ¿vas a dejar de jugarlo para que la última vez haya sido ganándome?

Ambos nos reímos por eso y al final termine por liberarlo –Esta bien, admito que me ganaste jajajajaja. Bien jugado hermanito.

En ese instante ambos logramos sentir como la puerta de la sala donde estábamos se abrió, oímos como del pasillo entraron varias personas -¿Quiénes serán? –quiso saber mi hermanito con una voz confundida, ya no tenía alegría en sus palabras.

Me puse de pie para acercarme a la puerta y ahí me encontré con…mis padres. Ambos entraron a la habitación y nos encontraron a mí y mi hermanito, acompañados muy de cerca una pequeña niña los seguía por detrás -¿Qué estás haciendo Constantine? Tu entrenamiento ya va a comenzar, lo mejor será que te apresures –dijo mi padre con un tono serio.

Me quede paralizado al poder observar devuelta a toda mi familia, no podía creer que esto estuviera pasando en serio -¿Te sucede algo? –agrego sin entender que me pasaba –Bueno, si estas mal hoy será inútil intentar hacer progresos. Puedes descansar y mañana retomamos el entrenamiento.

-No, no es eso –conteste con una voz quebradiza –Es solo…solo que… -me estaba costando muchísimo armar palabras debido a la desbordante cantidad de emociones que sentía. Mis ojos se pusieron muy brillosos como una represa que intentaba contener el agua, quedaría muy mal con mi padre si simplemente me veía llorar de la nada.

-Constantine –llamo mi atención mi hermanito diciendo mi nombre.

Yo voltee mi cabeza para volver a verlo -¿Qué sucede? –aun intentaba contener todas las emociones que estaba sintiendo.

-¿Podríamos darnos un abrazo?

Sin lograr evitarlo una lagrima se soltó de mi ojo y rápidamente lleve mi mano para limpiarla -¿Qué? Jajajajaja no digas tonterías.

-Es que solo quería aprovechar el momento antes de que despier…

Mis ojos se abrieron de golpe al mismo tiempo que levantaba mi espalda para sentarme en donde quiera que estuviera acostado antes, analice rápidamente mí alrededor y me encontré con un lugar de paredes blindadas y metálicas. Había una mesa, unas cuatro sillas, varios contenedores y estantes llenos de cosas, algunos cofres cerrados y un par de monitores junto a un CPU. El lugar se encontraba a oscuras y las únicas fuentes de luz provenían de los distintos procesadores industriales en las paredes y de los monitores, además del CPU decorado con luces led. No tenía duda, este lugar era uno de los búnkeres secretos del Culto a la Ciencia que tenemos dispersos por toda la ciudad, comencé a forzar mi mente y de esa manera recordé todo lo que había pasado ayer.

-Que sorpresa, buenos días dormilón –esa voz familiar guio mi vista hasta su origen.

Sentado en frente de los dos monitores y mostrándome la espalda se encontraba un chico menor que yo, su piel era blanca y su cabello corto rubio sumado a un anillo metálico que rodeaba su cabeza y del cual caían varios cables conectados hacia el suelo -¿Qué? ¿Iván? –estaba confundido, pero aun así logre reconocerlo.




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