La realidad es dura, e impensada. Ojala
fuera un sueño
Y regresé a la escuela. Algunos allegados de otra división adelantada me visitaron, y me sentí muy bien por ello. Mis otros compañeros ya se habían graduado. Había pasado mucho tiempo. No nos pudimos comunicar, seguido con los móviles. Si es cierto que ya no estaría con ellos. La vieja escuela “EEUU”, siempre fue crueldad desmedida. Es una de las pocas escuelas en el barrio que tiene esta clase de problemas. Los conflictos se suscitan, y claramente fui designado en el aula de 3° 3°, del año lectivo escolar.
Eso me calmó un poco, debido al episodio de la terraza, nunca creí que me volverían aceptar. Al despedirme de ella. La profesora se acercó a otro profesor. Ambos me miraban, pero no le presté atención ante un colega que había saludado.
El turno de la hora de clase estaba comenzando. Un pequeño disturbio había ocurrido entre dos alumnos que se estaban peleando. Pude asistir a ello, desde unos metros. Dos profesores y el portero los separaron. No hacía falta enviarlos a la dirección. Al entrar en el aula, pude ver algunos disturbios, hasta que se calmaron. Estaba colocado del lado de la ventana mi pupitre. Fui hacia él. Muy cerca de mi mesa. Unas chicas hicieron un círculo.
Ambas volvieron a sus lugares, y entonces me quedé estupefacto. Era la dama que en reiteradas ocasiones había visto. Sí, era ella, no podía ser otra. Estaba de perfil con su mirada gacha. Su cabello semi largo, su vestimenta negra, con un moño rosado. Su camisa blanca. Era la típica estudiante. Una pollera, y medias cortas con zapatos. Uniforme de una escuela privada. En su banco de mesa, figuraba tallado ¡Vete parca! ¡Das, mala suerte!. Ella parecía no querer ver ello, no obstante, su visión se centraba en la base de la madera profanada. Y su único ojo izquierdo, pues tenía su parche allí cubriendo el ojo derecho. El profesor empezó a dar la clase. Entre las materias, la indicada era matemáticas, en cuanto hacia cálculos. Se le había olvidado presentarme, por lo que muchos del alumnado me miraban como perdidos preguntándose ¿Quién era? Eso no me molestaba, pero la presencia de la chica si
me parecía un poco escalofriante, y no podía determinar ¿El por qué? El aura nos define, y si bien las auras del aula estaban extasiadas de agresividad, la falaz proveniente de ella era muy particular, pues no presentaba nada al respecto.
Al terminar la hora de la clase, intenté acercarme a ella, y allí fue cuando el profesor Aquiles Riso, me convocó.
Todos me miraron extrañados. Al levantarme de mi asiento fui hacia la mesa del director.
En el recreo vi que ella se fue cuidadosamente, y pensé en seguirla. Se dirigía por el pasillo hasta el baño. Hasta allí pude seguirla, y no más de allí. Uno de los compañeros de la clase un tanto arrogante, me estaba siguiendo detrás.
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Editado: 27.09.2023