Todo el mundo está loco…¿Es nuestro fin?......................... ¿O son solo una parva de insanos?
Hasta ahora, lo que ocurría en el barrio era contundente. Se fueron propagando con más frecuencia los sucesos y asesinatos, o accidentes. Pero la población no parecía disminuir. Incluso logré ver al hombre que fuera atropellado anteriormente por un camión. Aunque, algo no estaba bien. Se encontraba caminando por la calle como si no hubiera ocurrido ningún problema. Su fisonomía estaba completa. Creí que había fallecido, aunque debo confesar que me equivoqué. Sin embargo era muy insólito verlo así. Puede que el shock del momento me haya configurado una mala pasada a mi cerebro a la hora de procesar la información.
De todas formas no podía discutir que los hechos de violencia no se estuvieran realizando con frecuencia. Pronto me tomé mi cabeza con ambas manos. Era como fue antiguamente. Las voces.
- “ ”…..
No les presté atención a lo que me estaban expresando.
Salí disparado hasta la esquina de la otra casa a la mía, y en el medio pasé por la casa abandonada del taller de la familia de Mei. Era un domingo muy desapacible. Y no creí que las voces, volvieran. Fue allí que me crucé con mi hermano, pero parecía que no me vió, y decidí ir hacia él, y justo crucé a Ricardo.
-
Seguí caminando, pensando que podría encontrar a mi hermano, sin embargo, había desaparecido a una velocidad en la distracción de la plática con Ricardo. Y continúe mi rumbo. Generé una idea de Mei, de todo lo que nos habíamos comunicado. Y lo que me fue narrando. Era tan distinta a esa funesta personalidad que exponía habitualmente. Lo que no podía evitar, era el luctuoso sentimiento que me producía como si fuera difícil estar cerca de ella. La siniestralidad, y otro sentimiento que volvía en mi memoria, basado en un compañerismo nato y afectivo.
Soy un empedernido idealizador, pero a Mei, la formé conforme los conceptos que fui recogiendo de las habladurías, y de lo que ella me expresó, narrando su pasado. Lo intrigante fue que se haya abierto a un Octavio, que no conoce, pero que lo tiene presente. Eso podría considerarse buena suerte, pues nadie en la vida se había fijado en mí persona, incluso mi familia, que actúan desde que supieron mi enfermedad como si en su lecho existiera un paria, que carece de merecer en el mundo de los vivos. Y me atrevo a manifestar con verdad en mis palabras que se escapan de mi cerebro que debe haber muchos parias como lo soy yo. Ese es mi motivo por el que cada día salgo de mi casa, y expresó mi investigación caminando por doquier.
Desde que regresé del hospicio solo veo rostros, que parecen inhumanos a la verdad de lo que somos realmente. Tal vez debería salir de éste barrio iluso, y ver los siguientes horizontes de la ciudad, para darme cuenta de ello.
Direccioné mi trayecto nuevamente hacia otra calle, y di la vuelta en una avenida. No existía recorrido de autos en el tránsito. Posiblemente fuera porque es domingo. El Café-Bar matutino, estaba abierto, así que fui a sentarme unos momentos allí. Al ingresar, el lugar estaba vacío. Claro, es domingo. Un hombre de unos veintiséis años se me acercó.
El lugar era el típico café bar. Me senté del lado de la ventana. Tenía aproximados, seis mesas con sus cuatro sillas. Había algunos cuadros con dibujos, y fotos, en los contornos de las paredes. En la esquina la barra en la cual no había nadie. Y detrás las botellas de adornos y especies. Había dos puertas. Una para el baño y la otra para la cocina.
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Editado: 27.09.2023