Las calles se llenan de miedo y
temor. El hedor no cesa, sino que se expande.
Según los hechos de las notificas, que fueron desarrollándose a lo largo de la noche en internet minuto a minuto. Varios sectores de otros barrios de la ciudad, fueron escenario de ataques, y muertes. Aparentemente todos eventos sin razón alguna que explique, la violencia desmedida y sus atentados. Ya no era un diminuto sector. Único, sino que toda una ciudad en diferentes focos. Mei debería saber bien que significaba ello.
Todo ello era revisado a medida que iba de camino a la escuela. Cada pantalla, un informe diferente. En realidad, estaba más confundido, y las voces comenzaron nuevamente a manifestarse. Un hombre me miraba fijamente, aunque no me prestó la atención debida. Su paso linear era en dirección a un almacén de comercio de la zona
Al subir al ómnibus se fueron, multiplicando. En un instante el susto me hizo retroceder y desear abordarlo, no obstante me arme de una poca de esa sensación que nombran como valor, para no permitir que me consuma ello.
Así fueron aparecieron a medida que iba caminando, hasta que disminuyeron paulatinamente, al descender del vehículo. Una cuadra desolada me esperaba. Delante de unos metros Mei. Ella de cierta forma a pesar de tener un solo ojo, tenía, y tiene una percepción excepcional y se detuvo hasta que la confronté y ella se dio la vuelta. Claro que algunos alumnos pasaron a nuestro lado. Eran de esos revoltosos, que suelen perjudicarla, sin embargo al verme, prosiguieron observando de pies a cabeza mi figura con menosprecio.
Asentí con curiosidad. Ella miró al cielo y suspiró un instante en segundos para tomarse un respiro.
Al decirlo, mis huesos se calaron de un recorrido por toda mi anatomía en un temor que se difundía por aquella palabra.
Estábamos entrando en la puerta principal de la puerta, y una pausa nos interrumpió, aunque la plática era extremadamente insólita. Y es así fue como fui teniendo relación con Mei, con los días que se iban plasmando. Y ahora estábamos ingresando al recinto. Algunas paredes estaban pintadas. Obra de muchos de esos idiotas de la escuela. Por lo que se veía las actividades se intensificaron con los
hechos de extrema violencia. Incluso en las calles en cuanto estaba de camino a la escuela podía percibir los hedores, ambientes adversos, y las voces. Mei, aún no lo sabía con exactitud lo que me ocurría. Era por el momento mejor, guardar aquel secreto.
De la ciudad. Del país. El mundo ¿Podría suceder que fuera incrementándose todos estos hechos? No había una explicación para ello. Era como si la locura se adueñase de las mentes. Mei que lo veía todo como lo me lo manifestaba. Veía la muerte en los que ella define como otros, o aquellos ¿Sería capaz de que ella señalase a cada condenado. Mei no era de entrometerse. Tenía que lidiar con su vida, que ya era difícil en la escuela, al parecer en su casa, y quizás en las calles.
Y continuó siendo el blanco directo de los abusos, y la que es mi compañera. Esa mujer con la que mantenía mis conversaciones. Que me entendía, no reaccionaba, o no podía reaccionar. Sino que yo lo hacía por su bien. Debía hacerlo, aunque ello significase considerarme un boleto al exilio. En algún lugar de mi corazón que nombraba a mí mismo como su caballero, pues tenía el deber de protegerla.
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Editado: 27.09.2023