Es todo un desastre. Lo juro….Ha comenzado un apocalipsis… que se expandirá.
El alboroto por las dos muertes, comenzó hacer eco en las demás aulas. Algunos de los alumnos empezaron a sentirse mal, y violentarse por todo el barullo, hasta pelearse entre ellos. Era como si estuvieran poseídos. Mei se incorporó de su asiento, y fue hasta donde me ubicaba. Una de las chicas se interpuso.
Mei la empujó cayendo al suelo la muchacha. –
Algunos alumnos se habían escapado, y el Abelardo continuaba su matanza. Otros y otras, se unieron a la fiesta de muerte. Estaban sedientos de producir dolor, y la carne estaba reflejándose en sus rostros risueños.
Un cachetazo de Mei, me hizo reaccionar, y fuimos velozmente entre el alboroto, hacia la puerta. Al salir, todo era un caos total. Uno de los porteros, arrojó a un alumno desde el segundo piso. Su cuerpo se desplomaba en el suelo quebrándose la cabeza en partes, y estallando sus sesos en direcciones. Uno de los alumnos del grado siguiente, golpeaba sin cesar a su compañero, y detrás de él, alguien tomó una soga y comenzó a ahorcarlo. Eran un desquicio de gran magnitud. Fuimos en dirección a la planta baja a fin de poder escapar. Mei, me guiaba, y en el apuro, ella veía como todos se estaba insumiendo en un infierno. Veia sus fantasmas con risas macabras y ojos lujuriosos de deseo de matar. Delante de nosotros, caminando lentamente una profesora con parte de sus entrañas en las manos. Había sido
acuchillada en el vientre, y un golpe recibido, la arrojó al suelo. Era la enfermera que venía con una jeringa. Sus dientes chirriaban de placer. No avistó y fue directo a nosotros, y atacó a Meí, que se cubrió, pero no logró con su lance poder lastimarla. En ese entonces, el aura de mi ser se sentía pesada, y la respiración, parecía no querer salir de mí. Tenía un palo en mi mano que recogí ante el cataclismo, y armándome de valor dude, pero la vida de Mei estaba en juego. ¡¡¡No puedo!!!, - Dije, ¡¡¡No puedo!!!, y la sangre me consumió. En mi interior un fuego inusual e inverosímil creía, y mi sonrisa se hizo plasmar; también podía estar contaminado, y retorciéndome cerré mis ojos, y arremetí. Al abrirlos, la enfermera estaba en el suelo. Le había atravesado la punta del arma en la boca a ella que se desvanecía en el suelo. Lo solté de inmediato. Jamás había cometido un acto igual. Y volví a la normalidad, cuando Mei, se asustó por mi presencia.
Y continuamos corriendo, entre los ríos de sangre, y cuerpos que se amontonaban. Todo parecía una guerra sin bando alguno, con la única voluntad de matarse mutuamente. El corredor se hallaba tapado de varios cuerpos del consejo de estudiantes que se agrupaban. Como una montaña.
¡¡Snif!! – Lloraba ella. -
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Editado: 27.09.2023