Experimento "Muerte"

Acto trece - Bis. La matanza escolar.

Es todo un desastre. Lo juro….Ha comenzado un apocalipsis… que se expandirá.

 

 

El alboroto por las dos muertes, comenzó hacer eco en las demás aulas. Algunos de los alumnos empezaron a sentirse mal, y violentarse por todo el barullo, hasta pelearse entre ellos. Era como si estuvieran poseídos. Mei se incorporó de su asiento, y fue hasta donde me ubicaba. Una de las chicas se interpuso.

    • ¿A dónde vas?..¡¡Tonta!!....

Mei la empujó cayendo al suelo la muchacha. –

    • ¡¡¡Octavio!!!   ¡¡Debemos irnos….!! ..¡¡Pronto!! ¡¡¡¡Todo está maldito aquí!!!!
    • ¡¡¡¿Eh?!!! – Pregunté, un tanto mareado y descolocado. Ella me tomó de la mano, para intentar salir de alguna manera en esa anómala habitación, que mudó a una contienda de terror.

Algunos alumnos se habían escapado, y el Abelardo continuaba su matanza. Otros y otras, se unieron a la fiesta de muerte. Estaban sedientos de producir dolor, y la carne estaba reflejándose en sus rostros risueños.

    • Rudolf – Gritó Cristian – ¡¡¡¡Córrete!!!!..¡¡¡Malditoo!!!
    • ¡¡¡Cállate!!!..¡¡¡Estúpido!!! - Y lo golpeó apuntando con su bolígrafo en la frente de aquel.
    • ¿Qué hiciste Rudolf? – Gritó asustada Beatriz, y de inmediato recibió un golpe de Anabel. Ella cayó al suelo, y comenzaron a pelearse como una guerra tirándose de los pelos hasta generar las heridas. Una mordida en el cuello de Anabel por Beatriz, cortó una de sus venas. La sangre se iba acumulando, y todos comenzaron una batalla campal, riendo como si disfrutaran, mientras otros se asustaban. Y Viceversa.

Un cachetazo de Mei, me hizo reaccionar, y fuimos velozmente entre el alboroto, hacia la puerta. Al salir, todo era un caos total. Uno de los porteros, arrojó a un alumno desde el segundo piso. Su cuerpo se desplomaba en el suelo quebrándose la cabeza en partes, y estallando sus sesos en direcciones. Uno de los alumnos del grado siguiente, golpeaba sin cesar a su compañero, y detrás de él, alguien tomó una soga y comenzó a ahorcarlo. Eran un desquicio de gran magnitud. Fuimos en dirección a la planta baja a fin de poder escapar. Mei, me guiaba, y en el apuro, ella veía como todos se estaba insumiendo en un infierno. Veia sus fantasmas con risas macabras y ojos lujuriosos de deseo de matar. Delante de nosotros, caminando lentamente una profesora con parte de sus entrañas en las manos. Había sido

acuchillada en el vientre, y un golpe recibido, la arrojó al suelo. Era la enfermera que venía con una jeringa. Sus dientes chirriaban de placer. No avistó y fue directo a nosotros, y atacó a Meí, que se cubrió, pero no logró con su lance poder lastimarla. En ese entonces, el aura de mi ser se sentía pesada, y la respiración, parecía no querer salir de mí. Tenía un palo en mi mano que recogí ante el cataclismo, y armándome de valor dude, pero la vida de Mei estaba en juego. ¡¡¡No puedo!!!, - Dije, ¡¡¡No puedo!!!, y la sangre me consumió. En mi interior un fuego inusual e inverosímil creía, y mi sonrisa se hizo plasmar; también podía estar contaminado, y retorciéndome cerré mis ojos, y arremetí. Al abrirlos, la enfermera estaba en el suelo. Le había atravesado la punta del arma en la boca a ella que se desvanecía en el suelo. Lo solté de inmediato. Jamás había cometido un acto igual. Y volví a la normalidad, cuando Mei, se asustó por mi presencia.

    • ¡¡¡Tranquilo!!! - me abrazó ella. Se ira, pronto de ti…¡¡¡Debemos irnos!!!......

Y continuamos corriendo, entre los ríos de sangre, y cuerpos que se amontonaban. Todo parecía una guerra sin bando alguno, con la única voluntad de matarse mutuamente. El corredor se hallaba tapado de varios cuerpos del consejo de estudiantes que se agrupaban. Como una montaña.

    • Vamos por aquí – Mei, dijo en el apuro – y fuimos en otra dirección. Allí una puerta que lindaba con un depósito de artículos de limpieza de la escuela. No metimos, para escondernos, hasta esperar que mengue la situación.
    • Esto..es…esto – ¡¡Cuaf!!.. ¡¡Cuaf!! – Comencé a toser, tomándome el estómago – ¡¡¡¡No puede ser!!!!
    • Todos están destinados a matarse – Expresó Mei. -
    • ¿Qué dices?
    • Es por ello que tapo mi ojo…No quiero ver lo que ocurre. Desde pequeña lo he sufrido. Desde el accidente. Tengo mi parche. Algo me dijo que no sería un buen día. Coloqué mi venda como siempre, y fui en el camino a la escuela, y al entrar en ella se rompió. Al ingresar, pude ver todo a mí alrededor manchado de sangre, y no veía a mis compañeros, sino a espectros que se reían con sonrisas macabras y diabólicas. No aguanto lo que veo. Tape con mi cabello como podía. – Ella se lanzó a llorar colocando sus mejillas en mi pecho. – Por lo menos si tuviera mi parche, no vería tanto dolor. – ¡¡Snif!!

¡¡Snif!! – Lloraba ella. -

    • ¡¡¡Tú no tienes la culpa de lo que sucede!!! – Le grité abrazándola – ¡¡¡No tienes la culpa de ese don de ver lo que no…!!! – Taparemos tu ojo, ¿Si? – Expresé con todos mis lamentos. Saqué un pañuelo extenso de mi sacó, y se lo fui pasando por su cabello hacia su ojo derecho. No era gran cosa, pero servía para evitar su sufrimiento y desazón. -




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