Vaden abrió los ojos lentamente y tras soltar un suspiro miró directo al lado donde su hija se encuentra profundamente dormida, está en una posición distinta a la que estaba cuando él se durmió. Al caer en cuenta que nada interfiere su vista, frunció el cejo, ¿Dónde está su mujer?
Soltando un gruñido por el dolor de cabeza logró sentarse, su cuerpo no se sentía igual, algo andaba mal con él y eso lo desconcertó, ni siquiera escuchó a la bebé llorar en toda la noche. ¿Tan cansado estaba? Se cuestionó un poco confuso.
―Pichón. ―Decidió llamarla, quizás estaba en el baño. ―Amor, ¿Dónde estás? ―Se puso en pie para ir al baño, pero la luz apagada lo recibió así, haciéndole saber que ella no estaba ahí. ―Dios, esa mujer. ―Gruñó molesto. ―¿Por qué no se puede quedar tranquila? ―Miró a su hija y tras considerarlo, no se atrevió a dejarla sola, así que la tomó con sumo cuidado en brazos. ―Vamos a buscar a mamá y más le vale que no esté cocinando porque me voy a molestar mucho. ―La bebé se removió al escuchar su voz, situación que enterneció a Vaden. ―Eres realmente una ternura, renacuaja. ―Besó la cabecita de su hija. ―Némesis, más te vale que no estés cocinando porque de lo contrario yo… ―Al entrar totalmente a la cocina se vio solo en el lugar. ―Amor, ¿Dónde estás? ―Preguntó esta vez con un tono más alto. ―Dios. ―Salió de la cocina para buscarla en donde se le ocurriera, pero no había señales de ella. ―¡Stella! ―Recordó que su amiga estaba en casa y ya no hay señales de ella.
Al pasar por la sala, su móvil llamó la atención, está sobre el sofá. Pensativo porque está seguro de que lo tenía en la habitación, lo tomó en manos para llamar a esa loca que tiene por amiga. Si se le ocurrió salir con Némesis se molestará mucho por su falta de razonamiento, ella jamás piensa lo que hace.
―¿Sí?
―Escúchame bien loca de fábrica. ―Atacó al escucharla. ―Si te has llevado a mi mujer, te voy a hacer la vida imposible por más de un mes, ¿Dónde están? La bebé inicia a despertar y su madre no está. ―Stella cerró los ojos con fuerza. ―¿Por qué tanto silencio? Vamos, dime donde está mi mujer, fuiste la única en quedarte anoche.
―Vaden…
―No estoy para juegos, Stella, mi hija está despertando con hambre. ¿No puedes ser sensata una vez en la vida? Debes entender que Némesis debe quedarse tranquila en casa, recuperándose y…
―Mi madre murió. ―Vaden quedó con la boca abierta y con la palabra a medio decir. ―Murió anoche, parece que le dio un paro cardíaco. ―Aguantó el sollozo. ―Yo me vine anoche para mi casa, no sé donde está Némesis. ―Inició a llorar por la mentira y el secreto. ―Lo siento… lo siento tanto…
―Oye. ―Vaden la calló. ―No tienes que disculparte, joder Stella, lo siento mucho. ―Se lamentó sabiendo que esa mujer era lo único que mantenía a su amiga con los pies en la tierra. ―Quiero estar ahí para ti, pero Némesis… ―Vaden miró a su hija y una extraña sensación cubrió su pecho.
―No te preocupes, yo iré para allá.
―No. ―Vaden se negó. ―Yo buscaré la manera de ir a hacerte compañía, quizás Némesis está con la partera en el otro piso. ―Una nueva esperanza lo invadió, había olvidado completamente a la mujer.
―Mi madre está muerta, Vaden. ―Le recordó. ―Ya hice los papeleos y no queda más que sepultarla. ―Se puso en pie y secó sus lágrimas, sabe lo que se vendrá y se siente tan culpable que desea estar ahí para él.
―Vale, lo voy a permitir porque de esa manera podré estar ahí apoyándote, te espero. ―Stella cerró la llamada y tras ver a su madre en esa camilla de morgue, se recordó así misma que no podría abrir la boca o realmente quedaría sola en el mundo.
Vaden subió al piso que era de Tristán, su hija ya estaba iniciando a incomodarse y él a ponerse nervioso. ¿A dónde se había ido su mujer? ¿Por qué no despertarlo? ¿Acaso se sentía mal y se marchó al hospital con la matrona?
―Señor. ―Al ver a la ayudante de la matrona paró en seco. ―¿Cómo está? ¿Por qué no le abrieron la puerta a la señora? ―Vaden la miró confundido.
―¿Mi mujer no está aquí? ―Al ver negar a la chica, esa sensación inexplicable volvió a él. ―¿Cómo es posible? No está en nuestro piso.
―¿Todo bien? ―La matrona llegó a ellos con un gesto de preocupación que asfixió a Vaden. ―Desde ayer he intentado comunicarme con ustedes y no conseguía respuestas. —Vaden dio un paso atrás.
―¿Desde ayer? ―La mujer asintió.
―Sí, ya ha pasado un día desde que la bebé nació, estaba a punto de llamar a la policía. ―Vaden pasó las manos por su cabello. ―Se suponía que ayer en la madrugada debía ir a darle una revisada a la señorita y hoy sería la última antes de marcharme.
―No está. ―Miró a la mujer pasando de que había estado dormido todo ese tiempo, en lo único que puede pensar ahora es en el paradero de su mujer. ―Ella no está en nuestro piso, no está con mi amiga… ella no está en ningún lado. ―La mujer se compadeció al verlo tan afectado.
―¿No se habrá ido con su hermano? ―Preguntó tratando de ayudarlo. ―Quizás salió y fue con ellos. ―Vaden rápidamente tomó el móvil y le marcó a Pandora.
―Eh… ¿Cómo está el papá recién estrenado? ―Aquella contestación le respondió incluso antes de hacer la pregunta. ―¿Cómo está Némesis y mi sobrina? ―Vaden miró a la mujer frente a él y ella al instante comprendió lo que estaba pasando.
―¿Puedes venir a mi piso con Tristán?
―Por supuesto, vamos para allá. ―Pandora no cuestionó, dejó el trabajo de lado y fue por su esposo a la junta, ese tono que escuchó en su amigo no le gustó ni un poco.
―Puede marcharse, le agradezco todo. ―La mujer entristeció el gesto.
―Podría quedarme, quizás ella esté dando una vuelta. ―Se negó a marcharse. ―Escuche, la depresión postparto existe, quizás ella se sintió mal y escapó, pero el amor por su bebé la hará volver. ―Vaden se sintió terrible con esa explicación, ¿Cómo no pudo ser capaz de sentirla levantarse de la cama? ¿Cómo es que ni siquiera sintió la cama vacía?