Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

Los celos de Adam

LOS CELOS DE ADAM

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Desde que salimos de la oscuridad a la luz de un pasillo lleno de habitaciones, no podía dejar de ver su espalda. Su ancha estructura, su línea vertical que desaparecía con el encaje del cinturón de sus pantalones, esa línea tan marcada que, acompañado del movimiento de sus omoplatos, hacían lucir su cuerpo de una forma enigmáticamente imponente.

Aunque varias veces había visto su espalda, su cuerpo y su mirada, debía admitir que se sentía como si fuera la primera vez que lo miraba. Y solo no dejaba de hacerlo, de recorrerlo, de reparar, e incluso contar, cada uno de sus bellos tentáculos que colgaban desde sus hombros.

Tentáculos que, con el paso de minutos, cada vez, se encogían. Estaba segura que si se encogían era porque sus brazos se regenerarían. Ojalá fuera eso, deseaba que él tuviera sus brazos, solo así lograría esperanzarlo más.

Por otro lado, esos tentáculos me mantenían perturbada, solo saber que un parásito caníbal hacía que todo mi cuerpo se estremeciera. No dejaba de preguntarme lo que sucedería si esa bacteria crecía más en Rojo, además de que me preguntaba cuanto había estado creciendo dentro de él y qué tanto lo había lastimado. ¿Era a causa del parasito que sus brazos tardaban tanto en formarse? Debía de ser, no había otra explicación, tampoco para los agujeros en su estómago.

Esa maldita bacteria tenía que morir cuanto antes. Solo debíamos encontrar los cargadores y las baterías para regresar a la base, y entonces, combatiríamos el patógeno en Rojo... Sí, esa maldita bacteria moriría, y Rojo mejoraría...

Él mejoraría.

Dejé de mirarlo para poner atención a mí alrededor.

Era perturbador encontrar tanto silencio, ni siquiera nuestros pasos o respiraciones producían ruido. También era inquietante encontrar a Adam y a Rossi caminar con una tranquilidad y con sus armas colgadas al hombro, era como si hubiesen dejado de preocuparse por sus vidas. Mientras tanto, mi nueva arma, aquella que Adam me dio cuando salimos de la habitación, era apretada por mis manos, dirigiéndose a todas direcciones con el temor de que un monstruo saliera y nos impactara.

Además del silencio y la tranquilidad de Adam y Rossi, me intrigaba ver que en lo más alto de la puerta de cada habitación colgaba un pequeño letrero con un título diferente.

A parte de esos pequeños letreros, no podía ignorar la presencia de esas innumerables cámaras que cada medio metro que recorríamos se colgaban del techo, moviéndose levemente a los lados y siguiendo nos todo el tiempo.

Era escalofriante.

— ¿Qué es este lugar? — susurré en dirección a Rossi que se hallaba de mi lado derecho, mientras tanto, Adam a mi izquierda.

—Aquí no necesitas susurrar—habló monótonamente con una mueca en sus labios rosados—, este lugar es seguro, sus únicas entradas están bloqueadas. Es como un bunker, hecho de metales y algodones que absorben el ruido y ocultan las temperaturas, especialmente para ser habitado por experimentos adultos de todas las áreas—su respuesta añadió más intriga—. Nada puede atravesarlo, nada puede escucharnos o vernos, mucho menos entrar o salir de aquí si no tienen el código de acceso a esta zona, es como la base madre.

Miré el techo y las paredes sin soltar un poco el arma, sin confiar totalmente en las palabras de ella, ¿en verdad nada podía atravesarlas? ¿Era totalmente seguro? Pero, lo que más me sorprendió fue saber que existían habitaciones para experimentos... adultos, ¿eso quería decir que solo los experimentos niños y adolescentes permanecían en las incubadoras? ¿Cómo serían físicamente? ¿Se parecerían a los que vi en las incubadoras del área Roja? Eso experimentos de piel arrugada y cuerpo pequeño y delgado, ¿eran niños?

— ¿Tienen sus propias habitaciones? —quise saber, recordando que Rojo era un experimento adulto, Adam lo llamó así. Pero, era extraño porque Rojo me dijo que siempre había estado en y solo 57 veces fue liberado para ir a la sala de entrenamiento, ¿qué significaba esto? Era tan confuso.

Ella asintió:

—Cuando un experimento llega a su última fase de evolución, o sea, a su etapa adulta, lo liberamos de su incubadora porque terminó el proceso completamente del desarrollo de su organismo, y lo trasladamos a una habitación para emparejarlo con su sexo opuesto.

Emparejarlo con su sexo opuesto. Ella hablaba de un hombre y una mujer, ¿por qué razón los ponían juntos? ¿Era acaso para saber lo que harían? Pero claro que sí, algo me decía que no era para que los experimentos socializaran o tuvieran vidas propias, claro que no. Era algo más, y tenía que ver con la concepción, ¿no era así? Toqué mi estómago e hice presión mientras la palabra concepción se reproducía una y otra vez en mi cabeza.

Hasta este momento, no había sentido nada fuera de lo normal en mi cuerpo, solo esperaba que siguiera siendo así,




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