Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

La que no hizo nada

LA QUE NO HIZO NADA

*.*.*

Rojo se movió rápidamente. Bajó su brazo, aquel que había estirado para alcanzarme, y depositando los dedos de sus manos en cada brazo delgado de ella, sin dudar, rompió el abrazo enseguida, algo que fue fácil saber que ella no quería por la forma en que sus manos se aferraron al torso de él.

Miré desorientada hacía aquel rostro pálido que tenía una mueca temblorosa en la que se asomaban sus colmillos sin saber qué estaba sucediendo, y una mirada confusa clavada en la pelinegra que por la posición se encontraba— dándome a mí la espalda— no podía ver su rostro. Seguramente se preguntaba qué estaba sucediendo con ella, por qué estaba actuando así.

—No es momento para esto, dejen de abrazarse— exclamó Rossi, haciéndome reaccionar, al mismo tiempo en que Verde 16 rompió el abrazo después de Rojo la jaloneara para apartarla, sin quitarle la mirada de encima, confundido.  

Rossi empujó mi hombro para luego, rápidamente tomar el delgado brazo a la enfermera y solo cuando ella la apartó más hasta dejarla junto a mí lado, llegué a preguntarme, ¿qué rayos estaba planeando hacer? ¿Y que era esa terrible sensación en mi estómago? Miré a la enfermera, atisbando instantáneamente esas lagrimas escurridizas que le sonrosaban las mejillas.

Miedo era lo que vi en ella en ese instante en que miró a Rossi, y la forma en que ella le tomaba el brazo.

— ¿Por qué estas llorando? —preguntó ella en un tono bajo antes de negar con la cabeza y comenzar ella misma a secarle las lágrimas con los nudillos blancos de su mano—. Te pedí una disculpa por lo que te hice, sé que te dolió mucho, pero tú sabes que necesitábamos…

— ¿Qué le hicieron? —La interrupción de Rojo le hizo cerrar la boca, pero hubo algo muy extraño en Rossi que me permitió poner más atención en sus gestos.

—Nada que te concierna—soltó ella.  Puse atención ignorando los retorcijones en mi interior cuando ella colocó un falso gestó de sorpresa al ver que Rojo se acercó para arrebatarle a la enfermera del agarré y todavía, colocarla del otro lado de él: como si estuviera protegiéndola.

Lo cual era eso lo que él estaba haciendo.

Mordí mi labio inferior, y me obligué a restarle importancia, pero solo no pude al ver las pobladas cejas de Rojo hundirse, y esos labios torcidos con un severo enojo, mucho menos cuando vi a verde 16, abrazarse a su brazo, ese que se había estirado levemente para cubrirla…

—Si me concierne, fue hecha a base de mi sangre por lo tanto es de los míos—aclaró  en un tono serio, peligroso, muy peligroso. Por supuesto que estaría enojado, después de todo ella era como él, y la habían lastimado y, además, estaba muy asustada por lo que acababa de acontecer, no solo por el dolor, sino por los monstruos de las ventilaciones.

—Hicimos nuestro trabajo—empezó Rossi, después de un corto silencio en el que estudió la mirada de Rojo—, pero teníamos que curar la herida de Adam, y tú no estabas, así que le toco a la pobre…

Un gruñido quejoso proviniendo detrás de mí, la hizo callar otra vez, Adam se acercó a pasos grandes, molesto, enfadado entornó a Rossi.

— ¿Podemos terminar con esto? —se quejó él, esta vez sacudiendo su arma como una extraña advertencia—. Me estás dando dolor de cabeza tú también, no deberías estar haciendo esto cuando nuestras vidas peligran.

—Mejor ahora que nunca, ¿no? —remató ella, sus manos se posicionaron sobre su cadera, en ese instante vi de reojo a Rojo y a la enfermera, mi corazón quiso hundirse más profundo cuando encontré de qué forma se compartían la mirada entre ellos —. Además, ella salió corriendo a sus brazos, estaba claro que iba a quejarse con él, Adam, y tú dijiste que no permitiéramos que esto se nos saliera de control.

 —Ya cállate—escupió él, más irritado que antes, dejándola a ella desconcertada—. No quiero que vuelvas a darle importancia a otras cosas que no sean nuestras putas condiciones. Sí ellos hacen algo que no comprometan nuestras vidas, déjalos hacerlo.

—No hagas un alboroto por esto Adam.

—Tú eres la que está haciendo un alboroto Rossi. Sé más madura porque no soy estúpido para saber lo que intentas.

Mis ojos se contrajeron, hallándome confundida y perdida entre su conversación dándome cuenta de que se había perdido el hilo del tema, un tema que, aunque era importante, no era el momento para hablarlo, ¿ahora de qué estaban hablando? ¿A qué se estaba refiriendo Adam con esas palabras? Rossi endureció por esos segundos su mirada, su boca que parecía cada vez más apretada, se abrió sacando una larga exhalación.

—Tiene razón —dijo, haciendo un ademan con sus manos que todavía sostenían su arma—. Me dejé llevar. Lo siento chicos— ahora la mueca de Rossi, me perturbo mucho más, y no solo eso, sino que esa simple mueca logró que un leve dolor se apoderaba de mi cabeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.