Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

Sí, será rápido

SÍ, SERÁ RAPIDO

*.*.*

¿Qué clase de gesto llevaba en el rostro ahora mismo? Hasta yo misma lo desconocía, solo sentía como mi ceño se arrugaba y como mi ceja se arqueaba, o como mis labios se apachurraban o mi rostro se ladeaba, ¡ah sí! Y como mis neuronas se golpeaban unas a otras sin entender qué estaba sucediendo.

—No lo entiendo —las palabras desbordaron de mi boca mucho antes de que mi cuerpo empezara a temblar de ansiedad y confusión—. ¿Cómo que...? —carraspeé para recuperar la voz: —. ¿Cómo que ustedes son pareja? ¿Él te lo pidió?

Por poco y mis cuerdas vocales fallaban otra vez sintiéndose aprisionadas por el nudo en la garganta, y a causa del suspenso que dejó después de mi pregunta, toda la presión de mi cuerpo comenzó a congelarme. No lo estaba entendiendo, no entendía qué estaba pasando o que había pasado, había algo extraño aquí, no tenía relación alguna con las cosas que pasaron anteriormente, y mientras buscábamos a los monstruos, Rojo no le dijo ni una sola palabra, ¿era qué había hablado con ella en algún otro momento antes de que los monstruos empezaran a caer de las ventilaciones? ¿Tiene eso que ver con lo que Rojo dijo que también la sacaría de aquí? ¿O qué demonios estaba ocurriendo?

—No—espetó.

Su respuesta me hizo suspirar de alivio, solo un poco de alivio cuando una parte de mí quiso derramar parte de su enojo. Entonces él no lo sabía, y sí Rojo no lo sabía, ¿por qué pensó ella que era pareja? ¿O alguien se los dijo? ¿Rossi le dijo algo?

Sentía que ella tenía mucho que ver en esto.

Y en más.

—Yo se lo pedí, y es un hecho —asintió después de soltar sus palabras—, somos los únicos sobrevivientes de nuestra especie, solo nosotros dos contra los monstruos, ustedes y ellos.

—No—la callé, pero no en un tono grosero, no en un tono burlón, un tono atemorizado en el que me negaba a creer todo esto—. Lo siento, ustedes no están solos, y Rojo y yo...

—Sé que también estas con nosotros, pero eres una examinadora como ellos así que no confió en ti—interrumpió esta vez, en un tono serio haciendo un pequeño berrinche con sus labios mientras me miraba con severidad—. Nueve confía en ti, también dijo que te sacaría de este lugar, pero yo no quiero eso porque ni siquiera pudiste protegerlo y casi muere, y además, ni siquiera me defendiste, ¿de qué nos vas a servir? De nada. Eres igual que ellos y una carga.

¿De qué les iba a servir? ¿Ni siquiera pude protegerlo a él? Eso sin duda alguno me golpeó el cuerpo, todo tipo de pensamientos quisieron ser escupidos por la boca al igual que ese enojo que crecía desquiciadamente en mi interior con todo lo que me decía.

Era inaudito, ella no sabía cuánto quise proteger a Rojo. En ese momento en que lo vi desfallecer cuando lo coloqué en la cama, sentí que el alma se me escapaba del cuerpo, estaba muy aterrada por perder a Rojo y sabía que por mucho que intentara salvarlo y sanar sus heridas, la única que podría ayudarlo era ella.

Tenía razón, no pude protegerlo, hice lo único que podía hacer en ese instante, rogarle a ella en llanto que lo salvara, ¿eso no le dijo cuanto deseé protegerlo? ¿Ni siquiera se imaginó en ese instante que podía sentir algo por él como para evitar decir que ambos eran pareja?

—Los examinadores solo nos han lastimado, y ustedes fueron los que provocaron que los monstruos aparecieran.

—Tienes razón—apresuré a decir, tomando una profunda respiración y acallar todos esos insultos. No iba a explotar, no quería insultarla y mucho menos zarandearla para aclararle mis sentimientos por Rojo, primero, tenía que tranquilizar todo el huracán que provocó en mi interior—.  Perdón por no defenderte cando Rossi te cortó, no tengo excusas.

Esas palabras parecieron sorprenderla por la manera en que abrió su mirada y sus labios en un gesto que me decía que no esperaba una disculpa mía.

—Fu-fu-fuimos nosotros, los lastimamos, los tratamos como animales, y el karma ahora nos cae encima. Sé que la mayoría al igual que yo estamos arrepentidos de lo que hicimos, por eso luchamos para salvar al resto de los experimentos sobrevivientes, para sacarlos de este infierno.

— ¿Salvarnos? Pero si nos siguen lastimando— esfumó las palabras con odio, un odio que me abofeteó cunado aquel gesto de sorpresa desapareció en ella.

Retiró por segunda vez la mirada y se talló el brazo que antes había sido herido. Podía entender su odio, yo también odiaba este laboratorio y lo que se hizo dentro, podía entender por qué quería estar con Rojo, él la comprendía, y ella lo comprendía a él...

— Es demasiado tarde para que aceptes tus errores—espetó, se levantó de la cama y me pasó de largo para colocarse al final de la misma—. Bien, solo te perdonaré a ti porque Nove te perdonaría sabiendo el afecto que te tiene...




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