Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

2. Cuando me tocaste

2. Cuando me tocaste

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Segundo recuerdo de Experimento Rojo 09

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Otra vez soñé con ella, soñé la ducha, soñé su sonrisa. Quería verla otra vez, pero desde ese día no volví a encontrarla, al menos no en mi sala y mucho menos las veces en que pude ver de cerca las puertas cristalinas, con la intención de poder mirara en el pasillo, viniendo hacía mi sala.

Pero no sucedió. Ni el día siguiente, ni el siguiente, mucho menos después de una semana..., y después de un mes. Iba las noches a mi ducha para bañarme, y me imaginaba ese momento en el que levantó su mirada azul y me vio. Tenía unas ganas enormes de que nuestras duchas se descompusieran o las duchas de la sala 1 para que ella y su infante viniera a mi sala...

Quería verla.                                           

Aun a pesar de que le respondió a mi examinadora que no podría intimar conmigo, aun así, quería verla otra vez.

Estaba tan lejos de mí alcance. Había visto tantos examinadores, tantos examinados llegar y salir de mi sala a pesar de que no eran examinadores de los experimentos de la sala 7, pero a ella nunca la había visto, ¿y por qué no puedo volver a verla? ¿Por qué no viene a mi sala tan solo una vez? A pesar de que una vez no sería suficiente para mí, me haría feliz. Ver su pequeño y ovalado rostro, blanco como la crema que venía en mi ensalada la mañana de ayer, quería ver todas esas extrañas manchas en miniatura que tenía sobre el área de su nariz y mejilla, y también esa mancha que, a pesar de que ella se limpió los labios y el mentón, esa mancha no desapareció.

Y sus ojos azules... Cuando me devolvieron a mi cuarto, lo primero que hice fue sacar el libro de imágenes que mi examinadora me dio cuando yo era aún un infante, y buscar ese mismo color de sus ojos en el libro, desde entonces arranqué la hoja donde hallé un color similar al de ella y lo guardé debajo de mi almohada.

Quería recordarla.

Su voz era algo que no empezaba a recordar mucho, y cuando quería recordar con claridad su tono dulce de voz para sentir lo que sentí en ese instante, terminaba frustrándome. Empezaba a olvidar su voz y eso no me gustaba.

Había algo que no comprendí esa vez, cando ella dijo que solo era examinadora de los infantes, eso quería decir que cuando su infante pasar a la siguiente etapa, ¿ella no se quedaba con él y cuidaba de otro experimento menor? Desde que pasé a la etapa infante había tenido la misma examinadora, pero podría decir que al principio mi examinadora Erika no me trataba como lo hacía ahora, tampoco me tocaba como en la actualidad lo hacía o intimaba conmigo de diferentes formas.

Muy pocas veces me animaba a repetir mentalmente su nombre, a mi examinadora no le gustaba que la llamara por su nombre, siempre que lo hacía decía que era una falta de respeto, así que dejé de pensar en su nombre.

— ¿Experimento rojo 09, estas despierto?

Aquella voz grave y masculina, me hizo pestañar, dejé de ver enseguida el techo, dejando de pensar en ella también para empujarme con mis brazos fuera de mi almohada y sentarse frente a esa mirada marrón que ya conocía y la cual me observaba desde el umbral de mi cuarto.

Reparó en mi pecho desnudo y mis piernas antes de estirar una desagradable mueca y negar con la cabeza. Yo también reparé en él, en su piel extrañamente morena, en ese cabello despeinado y en esa chaqueta negra que llevaba puesta.

Él era el guardia de las mañanas y mediodías en mi sala de entrenamiento.

—Vístete rápido, dentro de un rato vendrá la suplente de tu examinadora—informó, se apartó y dejó caer la cortina blanca.

No paso mucho cuando salí de mi cama, esa en la que, si crecía un poco más mi cuerpo dejaría de caber en ella. Una vez bajado, comencé a tenderla, alisando las partes que quedaban arrugadas y acomodando mi única almohada dura, tal como a mi examinadora le gustaba. Al terminar, tome mi bata, la que siempre me quitaba cada que me iba a costar, y la que colocaba bien doblada sobre la mesilla junto a mi cama. Me vestí, e igual la alise.

Ayer mi examinadora no dijo nada acerca de que la suplantarían por haberse enfermado, pero hace unas horas atrás, cuando recién desperté me dijeron que ella estaba enferma y que yo sería cuidado por otra mujer.

No me molestaría ser cuidado por alguien más, mi examinadora se enfermaba a menudo, así que ya antes era cuidado por otros examinadores desde mi primera etapa adulta. Estaba acostumbrado.

Tomé asiento frente a la mesa cuadrada, sacando del pequeño cajón debajo de esta, un diccionario, no hacía mucho que mi examinadora empezó a traerme diccionarios para aprender de ellos, pero no me gustaba leerlos porque solo llenaban mi cabeza de más preguntas.

La primera sección que leí, fue toda la sección A, y me quedé en la sección G, hoy que no vendría mi examinadora continuaría con el diccionario. Sabía el significado de todas esas palabras porque estaban escritas en esas hojas y era interésate leerlas, pero aun así no las conocía.




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