ERAN ELLOS
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Mi mente estaba hecha un caos a pesar de que las náuseas habían cesado y peor aun cuando los cólicos también lo hicieron después de que terminara nuestro turno cuidando el área del bunker.
No dudé que en cuanto Adam y Rossi despertaran y salieran a relevarnos, levantarme apresuradamente y entrar a la habitación con la intención de ir al baño para revisarme. Rojo había visto esa reacción repentina en mí, sobre todo que de lo apresurada que estaba llegué a tropezarme, así que me había seguido hasta el baño, y aunque le pedí que me diera un momento a solas, su rostro permaneció con la misma preocupación...
Necesitaba estar a solas para examinarme, de otra forma si él entraba junto conmigo y veía lo que hacía, haría preguntas. Temía mucho responderle. No... Temía más saber que estaba embarazada de Rojo.
Ya no podía ignorar los síntomas, no podía hacerlo después de tantas náuseas y que no tuviera un sangrado aun a pesar de sentir cólicos. No era normal. Rojo y yo no nos habíamos protegido la primera vez que tuvimos sexo, pero el problema no era que en la primera vez lo hicimos dos veces, sino que en las duchas de la base lo hicimos más de dos veces...
Por supuesto, habíamos pasado fuera de la base más de seis días de acuerdo a las horas contadas por Adam, y sumando los días desde la primera vez que tuvimos sexo...No quería imaginarlo, pero no podía ignorarlo tampoco.
Oh no, a pesar de que no quería, después de estos síntomas y los anteriores, tenía que pensar en la probabilidad de que estaba esperando un hijo...de Rojo.
Alcé de inmediato la sudadera para dejar mi estómago a la vista y me desabotoné los pantalones, rápidamente sin esperar un segundo más, para dejar a mi vista mi vientre. Mis manos no tardaron en tocar esa parte de mí, estaba plano y duro, no había ni una diferencia, pero podría haberlo dentro de unas semanas más, ¿no? Quizás menos o más, no sabía. Lo único que sabía en este momento, era que estaba asustada.
Muy aterrada.
Un embarazo justo en este desastre, era una terrible equivocación No estábamos hablando de un embarazo entre dos personas normales, sino de alguien que fue alterado genéticamente para existir, y antes estuvo infectado.
Y no, no estaba arrepentida de haber tenido relaciones sexuales con Rojo, en esos momentos los malditos condones no habían aparecido sino hasta hace poco, y de nada sirvió utilizarlos, porque ya era demasiado tarde, yo ya estaba en cinta.
Pensar en eso me aterró más, mi mente iba a colapsar de preguntas. Si el bebé tenía la genética de Rojo, y la mía, ¿sobreviviría en mi vientre? ¿Por cuantos meses se desarrollaría? No tenía ni idea di antes esto había sucedido entre otro experimento y otra persona. No sabía cuántos cambios habría en mi cuerpo y si eso provocaría o dañaría mi cuerpo... Pero había otras preguntas que sobre todo eran a las que más temía. ¿El bebé estaba infectado? Y si estaba infectado, ¿moriría? ¿O yo sería la que iba a morir?
Dos toques huecos a la puerta me pusieron los nervios de punta, más aún cuando escuche su voz, crepitando roncamente sobre la madera.
—Pym, ábreme... — Se me estremeció el cuerpo entero—. Quiero saber que te duele.
Mordí mi labio y negué, no podía dejarlo entrar, menos cuando me encontraba en esta condición, sin saber cómo reaccionar.
Tenía que tranquilizarme, pero, ¿cómo hacerlo? Ni siquiera sabía si Rojo sabía algo acerca de los embarazos o los bebés.
Ni siquiera vio nada en mi vientre, no vio otra temperatura, ¿eso quería decir que el bebé estaba infectado? ¿O todavía Rojo no era capaz de ver su temperatura? Podía ser eso último, la temperatura todavía no era visible, no era fuerte.
Y si no había temperatura. ¿Y si lo que tenía dentro de mí estaba infectado, de qué se alimentaria?
—De mi carne—Solo susurrar esa palabra, rasgó mis huesos de pavor. Solo Dios sabía si lo que tenía dentro de mí era un bebé sano, o infectado.
Sacudí ese pensamiento. No era más que mi mismo miedo engañándome. Cosa que aunque esperaba, desgraciadamente sentía que no era cierto.
Estaba embarazada. Los síntomas, las náuseas y vómitos, era lógico.
—V-voy— avisé. Me acerqué al lavabo, mis manos temblorosas tomaron las llaves y las giraron dejando que el agua fluyera rápidamente, mojé mi rostro un par de veces para verme al espejo.
Mi apariencia era horrible. Estaba muy cansada después de no dormir durante largas horas, y esas ojeras lo decían claramente, pero no era a causa del cansancio que yo sintiera náuseas y tuviera ese impaciente deseo de hacer el amor con Rojo.
Esa necesidad de tenerlo debajo de mi cuerpo, montada sobre el suyo y hacérselo lento. Volví a restregarme agua en la cara para dejar de pensar en ello, y volver a mis sentidos. Pensar en algo.
Editado: 08.04.2020