Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

3. Un abrazo en la ducha

3. UN ABRAZO EN LA DUCHA

*.*.*

Primer recuerdo de Pym

.

Las puertas de cristal se abrieron frente a mí, tan solo entré, examiné la sala medio vacía, lo primero que había buscado en ese momento eran un par de ojos marrones profundos que no encontré en ni un lugar de la sala 7.

¿Dónde estaba Adam? Dijo que su turno en esta sala terminaba antes del anochecer, así que traté de terminar mi trabajo en la cocina para poder llegar aquí temprano para verlo al menos unos minutos. Con eso me bastaría.

No verlo, ni siquiera encontrarlo al voltear a las puertas cristalizadas, hizo que la emoción en mi corazón se esfumará, se congelara, dejando un vacío como única evidencia.  Apreté la carpeta contra mi adolorido pecho. No podía reprimir esa sensación, en verdad quería verlo, después de dos días enteros sin poder vernos al menos un minuto, mucho menos encontrarnos en nuestra habitación.

Quería verlo otra vez, abrazarlo. Sentir su calor.

Lo extrañaba mucho, comunicarnos por mensajes no era lo mismo que en persona.

Respiré hondo y me deshice en un largo suspiro, sin perder más tiempo, me apresuré a llegar frente a un largo escritorio donde del otro lado se hallaba sentada una mujer de avanzada edad. ¿Ella era nueva? Porque recordaba que las otras veces había una chica como de mi edad, atendiendo a los examinadores.

— Buenas tardes. ¿Sabe si suplantaré a Erika Williams hoy? — le pregunté a la recepcionista de la sala 7 que tecleaba algo en la computadora plana, sin ponerme atención.

Sus bucles negros rebotaron cuando apartó la mirada de la pantalla para mirarme con sus orbes marrones.

— Así es, tengo entendido que la suplantaras por esta semana, ¿podrás?

Toda la semana. Esa palabra casi detenía mi respiración. No tenía problema con suplantar toda la semana a Erika, y me gustaba mucho mi trabajo como examinadora infantil no podía decir lo mismo como examinadora de un adulto como Rojo 9 que poseía una mirada tan penetrante y enigmática, era difícil concentrarme en mi trabajo cuando él me miraba con intensidad. Quiero decir, no era que no me gustara estar con rojo 09, era un buen experimento con muchas dudas como el resto, era muy agradable estar con él, pero había momentos en los que me sentía incomoda. Nerviosa, sí, muy nerviosa, sobre todo cuando sus dedos me rozaban.

Sacudí la cabeza, estaba pensando de más, desviándome a lo que verdaderamente quería llegar Ser examinadora de 09 en mis tiempos libres, haría que ver a Adam fuera aún más complicado.

Y a él no le iba a gustar saber que cuidaría otra vez al experimento de Erika, después de la forma en cómo se comportó cuando le respondí a la pregunta que me hizo, que bañaba a 09 y todavía tenía que examinarlo desnudo. A pesar de que le dije que cubría su entrepierna con una manta, terminó enojándose más.

Daesy tenía razón, las relaciones dentro del laboratorio eran complicadas. Por eso estaban prohibidas, aun así, yo quería a Adam, quería estar con él.

— ¿Alguna otra duda, señorita? — me preguntó la recepcionista, sacándome de mi pequeño trance

— No, muchas gracias— me despedí con un ademán que ella no vio, y comencé a caminar rumbo a los cuartitos del otro lado de la sala.

No sabía cómo se lo explicaría a Adam, pero de alguna manera él tenía que entender que este era mi trabajo, y no lo hacía con malas intenciones, que Erika pidiera a la dirección directamente que quería que yo la suplantara, no había sido mi idea.

Sucedió así, y la noticia hasta a mí me había sorprendido. Y no pude negarme a cuidarlo, después de todo verde 13 había sido enviado a maduración, yo estaba libre...

Busqué el cuarto de 09— era uno de los últimos—, y cuando lo encontré, no tardé en alzar la cortina para adentrarme, pero tan solo di un paso dentro y solté la cortina todo mi cuerpo se detuvo y sentí esos extraños nervios remover mi interior. No me gustaba tenerlos, pero era inevitable cuando esos orbes rojos me contemplaban desde la cama con una profundidad tan escalofriante que era capaz de hasta robarme la respiración.

¿Hacia cuanto qué no lo veía? Llevaba más de siete meses desde la última vez que cuidé de él, y para ser exacta, se veía diferente en este momento.

Era a causa de la última maduración que tuvo en su incubadora, ¿cierto? La razón por la que las facciones de su rostro habían endurecido, se había marcado con una total elegancia y sensibilidad masculina, y con un aire aterrador y escalofriante a causa de esa mirada depredador... además de eso, no podía ignorar que hasta la postura que mantenía ahora mismo era completamente atractiva, sentado sobre su cama con la espalda contra el respaldo de la cama, con las rodillas notablemente separadas y dobladas, con sus brazos recargados sobre cada una de ellas y la cabeza recargada en la pared.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.