Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

No debiste recordar nada

NO DEBISTE RECORDAR NADA

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Hubo un silencio catastrófico en el ambiente en el que solo pude escuchar mi corazón retumbando contra mi garganta, a punto de ser escupido para huir de la nueva realidad. El desconcierto y horror fue lo primero que rápidamente se talló en los rostros de los sobrevivientes cuando vieron todas las armas levantadas en su contra, señalando cada una de las cabezas en el centro de la habitación bajo esas oscurecidas miradas que, aunque en un principio tuvieron el mismo vacío, ahora era más frio.

Temibles.

Al final sucedió, ¿no? Todo ellos se habían levantado contra nosotros, eso era lo que estaba sucediendo.

Pagaríamos las consecuencias de nuestros actos.

Miré a mi alrededor por última vez sin poder creer aun lo que estaba sucediendo, encontrando como hasta los infantes, en ese instante de shock, habían sido arrebatados de las manos de las mujeres que al parecer cuidaban de ellos, tirando de sus delgados brazos para llevarlos detrás de sus enormes cuerpos y mantenerlos así, lejos de los humanos. De nosotros.

Y para mi sorpresa, los infantes no habían sido los únicos que fueron apartados de los sobrevivientes cuando eché una mirada más atenta a los experimentos que se acomodaban delante de la puerta metálica, donde se hallaban resguardada dos personas: una de esas personas era la pelirroja, sosteniendo su arma con firmeza entre sus manos, atenta a lo que del otro lado de la espalda del soldado naranja, sucediera.

Ella ya sabía de todo esto.

—Suelten sus armas o... No hace falta mencionarlo, ustedes ya saben lo que ocurrirá si se oponen—Entorné la mirada a esos rotundos y endemoniados orbes grisáceos de esclerotizas negras que resbalaban con malignidad sobre algunos rostros, en especial en Jerry. Se me detuvo el corazón cuando dio un paso al frente demostrando su imponencia en el grupo, y estiró una de sus oscuras comisuras, añadiendo tensión y miedo al silencio que dejó tras su orden.

Inesperadamente cuando me sentí tan perdida y abrumada, sentí la mano de Rojo estirarse y tomarme dulcemente del brazo, fue apenas un jalón que hizo que dejara de ver a los experimentos para concentrarme en su atenta mirada que me había estado observando todo este tiempo.

—Vamos, Pym—Ante su petición suave, pestañeé. Sus palabras retumbaron en mi cabeza con la gravedad de su voz, él también lo sabía, ¿y no me lo dijo? ¿Qué planeaban hacerles a los sobrevivientes? ¿Matarlos? Me estremecí de temores antes de comenzar a ser apartada del lado de Adam quien se giró bruscamente, torciendo toda su figura masculina para anclar su mirada sosegada en nosotros, mirándome sobre todo para apretar sus labios y empuñar sus manos con fuerza, apena pude percibir el leve movimiento temblores que había hecho uno de sus brazos, como si tuviera la intención de alcanzarme...

Él no era el único que había dado una mirada en nuestra dirección, varias otras miradas llenas de miedo se clavaron en mí, pero las únicas que fueron capaz de congelar cada parte de mi cuerpo fueron esa mirada verdosa y esos zafiros contraídos de Jerry llenos de un confuso cinismo. Rojo empujó levemente mi hombro para hacerme terminar detrás de su ancha postura protectora y peligrosa, cortando con esa petrificante y perturbadora conexión con Augusto y Jerry. Apreté el arma en mi puño antes de tomar una fuerte respiración y observar lo que apenas podía del perfil endurecido de Rojo.

—Lo sabías—dije a voz suficientemente baja como para que él lo escuchara, pero no giró sobre su hombro para verme, se mantuvo firme, incluso con sus brazos doblados y el arma apuntando a los sobrevivientes.

—Antes de bajar lo supe—clarificó, había severidad en el tono de su voz, una peligrosa imagen que me hizo tragar con dificultad.

— ¿Los van a matar? —tuve miedo de preguntar porque lo más seguro, analizando todos los rostros de los experimentos entornados en recelo, era que sí, los matarían.

Pero la mayoría de esas personas— por la forma en que recuerdo que muchos de ellos miraron con extrañes y sorpresa a los experimentos—, no parecían ni siquiera saber lo que ellos eran, y si no sabían lo eran respondía que no eran examinadores, me respondía que ellos ni siquiera ocupaban un puesto que determinara conocer de estos experimentos humanos.

Y las únicas personas que lastimaban a los experimentos eran los médicos de las salas y los examinadores, además de los científicos e ingenieros en genética de cada área que hasta donde recordaba, según por lo que Daesy me dijo, les inyectaban acido para ver la resistencia de su maduración dentro de las incubadoras.

Muchos de los que tomaron este trabajo, había sido por una feroz necesidad económica, siendo completamente ignorantes de lo que se creaba, recordaba que una enorme mitad de los empleados del laboratorio no trabajaba en las salas de entrenamiento o en las áreas de incubados, tampoco les permitían ir a esas áreas, mucho menos tocar las zonas equis en los que se jugaba con la genética. Se dedicaban a otras zonas lejos de ver a los experimentos. Quizás trabajaban en la administración o cuidado de la zona canina, el mantenimiento del funcionamiento eléctrico del laboratorio o seguramente la limpieza de las habitaciones de todos los trabajadores, así que algunos de esos sobrevivientes— o la gran mayoría—podrían ser solo inocentes del dolor que los experimentos pasaron, entonces matarlos no demostraría nada.

—No lo sé, no estoy a cargo de esto, solo quiero protegerte...—el sonido preocupado de su voz se extinguió dando lugar a una risa divertida y maliciosa se levantó de entre el silencio de las personas, una risa macabra, llena de cinismo llenando cada vacío estructural de la habitación. Me moví solo un poco, solo lo suficiente como para ser capaz de ver a la persona a la que le pertenecía la risa, una persona que estaba en la mira de todos los experimentos.




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