Experimento Rojo peligro (placeres caníbales 1)

14. Quiero estar contigo

14. QUIERO ESTAR CONTIGO

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Perdí el número de veces en las que mi cuerpo se deshizo en forma de suspiro, un largo hilo de dióxido repleto de sentimientos dolorosos que debilitaban todas mis fuerzas. ¿Y cuál era la causa? La misma de hace ya varios meses. Él. Rojo. Rojo 09 era la causa de que mi pecho se oprimiera con tanta fuerza que sentía como mis huesos pinchaban mí acelerado corazón, era un dolor insoportable, cansaba mi alma. Y lo peor de todo es que no podía deshacerme de él, sin importar qué hiciera.

Un día pensé que me acostumbraría a esto, y que cuando pasará un tiempo y él fuera transferido al bunker con su pareja, simplemente dejaría de sentirme tan desecha, destruida, con el alma partida en centenales de fragmentos llenos de los recuerdos de él y yo. Pensé que al llegar el último día me sentiría mejor que otras veces, y esa fue la mentira más grande que quise creer y que al final no pude hacerlo.

No pude hacerlo porque resultó que no se trataban de sus feromonas afectándome, se trataba de algo más fuerte que eso. Una fuerza que terminé soltando en su cuarto horas atrás cuando él me desenmascaró, cuando se dio cuenta que él me hacía sentir algo... Y a pesar de todo lo que él sabía que sucedería y no habría un nosotros, quería pasar su último día conmigo.

No como examinadora y experimento, sino como amantes, dos amantes que sabían que al final no estarían juntos.

No pude más con ese pensamiento y me eché contra esos labios que no tardaron en corresponderme al instante mientras me derretía debajo de sus descuidadas y maravillosas caricias que hundían mi cuerpo en calor. Ese había sido el momento más magnífico donde por un instante todo había desaparecido: las reglas, el laboratorio, los experimentos, nada de eso existía, solo nosotros dos.

Al fin ese beso con el que había soñado tantas veces había sucedido en realidad, esos brazos me rodearon otra vez después de tanto desearlos para darme cuenta que ese cuerpo varonil me anhelaba como nunca nadie me anheló. No tuve el control sobre mí misma, mi cuerpo y alma hacían lo que por meses habían querido hacer con él.

Y cuando olvidé todo eso que me atormentaba, me lastimaba, me hacía añicos con todo tipo de pensamientos, reaccioné otra vez contra mi voluntad volví a la realidad que no deseé. Recordar que estábamos del otro lado de la habitación pequeña de Rojo estaba los examinadores vecinos, guardó tanto miedo en mi interior que me apartó de Rojo.

No podía hacer, ni mucho menos debía, nuestros gemidos serian escuchados y algo terrible acontecería entonces. No podía permitirle que le hicieran más daño si alguien nos atrapaba de esa forma. Así que solo pude reprimirme, insultarme en mi interior y rogar por no volver a esos labios. Al final, volviendo a huir de lo que sentía por él.

Pensé, en verdad que pensé que con apartarme de su regazo había impedido algo terrible para él, pero no me di cuenta de que lo terrible ya estaba aconteciendo frente a mis ojos al reparar en todo su aspecto.

Todo su cuerpo sudoroso, sus orbes desorientados y oscurecidos, y esos carnosos labios secos que se mantenían entreabiertos arrastrásemos con rapidez y pesadez el aire, me congelaron. Su tensión se había acumulado, algo que no debía suceder ni aunque el experimento se excitara después de ser liberado de su tensión.

Daesy me lo explicó, la tensión se acumulaba cada dos días, y cuando era liberada del cuerpo del cuerpo del experimento, y este se excitaba con su hembra, la tensión no se acumulaba. Pero, ¿por qué en rojo 09 sí sucedió así? Él había intimado con su pareja, ¿por qué se veía tan mal después de apartarme de él? Solo en ese instante me di cuenta de que entonces él no había intimado con blanco 09, de ser así, los síntomas no le estarían afectando como en ese momento. 

Aunque saber eso de ninguna manera me ayudó, cuando rojo 09 me había acorralado, poseyendo mis labios con una locura insaciable mientras esa una de sus manos se deslizaba bajo mi bata, por toda mi piel con una suavidad inmediata que volvió mis huesos gelatina.

No pude detenerlo, y tal vez no podría hacerlo sabiendo que estaba al límite de su tensión. Recuerdo muy bien que en ese instante pensé que debía hacerlo, quería hacerlo y él también, podríamos encontrar la forma de hacerlo rápido, ahogando nuestros gemidos. Pero un brusco movimiento de sus brazos empujándome hacia la cajonera junto a nosotros, logró que mi cuerpo se estampara contra las delgadas manecillas metálicas, lastimándome. El movimiento hizo que esta misma se volteara tirando todo lo que estaba sobre ella y en su interior.

El quejido que solté apenas sosteniéndome del pecho de él, acompañado del resto de sonidos habían sido suficientitas para ser escuchados en la sala de entrenamiento. No, no había sido culpa de rojo 09 y la mirada de arrepentimiento que me dio en ese instante en que regreso a si mismo sin apartarse un centímetro de mí, me cortó el aliento.

Adam había entrado en compañía de alguien más, apartando a rojo 09 de mi cuerpo, y golpeándole el rostro hasta hacerlo retroceder. Iba a golpearlo una segunda vez, sino fuera porque el otro examinador le detuvo.

No quise irme. No quise apartarme de ese modo de rojo 09, que Adam tras discutir y quejarse de él, me arrastrara fuera de la sala sin creer en mis explicaciones, sin escucharme sin dejarme despedirme de él. Ese momento era lo que me mantenía llorando como niña pequeña, atrapada en la ducha de mi habitación, con el agua limpiando mi cuerpo de todo el espumoso jabón que coloqué.

De golpe, cerré las llaves de la ducha, el agua dejó rápidamente de fluir. No tardé nada en salir y empezar a cambiarme mientras mi cabeza seguía reproduciendo todo lo sucedido, haciendo que hasta mi misma piel siguiera palpando cada minuto de los recuerdos como si segundos atrás acabaran de acontecer.




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