Mientras el Dr. Morgan se sumergía en su propio laboratorio, intentando investigar una posible cura que revirtiera los síntomas del VR-16, en la sala de reuniones los directores e inversionistas estaban analizando la situación con creciente preocupación.
—La situación es más difícil de lo que esperábamos —dijo el Director Harrison, apretando su cabeza con frustración. La situación le había causado una jaqueca intensa.
El ya sospechaba de eso pero hizo caso omiso a las señales que se le dio, su ambición lo llevó a cometer tal atrocidad.
—Sí, si todo esto es cierto y hay tres categorías de infectados en el barco, además de una propagación acelerada debido a una mordedura de uno de los infectados... —comenzó a explicar el Sr. Patrick, uno de los inversores, con una mezcla de incredulidad y horror.
"Es imposible." Pensó.
—Eso quiere decir que son...
—Zombies —culminó el Dr. Caret la frase que iba a decir el Sr. Patrick, utilizando el término "zombi" para describir el estado de los infectados.
—Lo son —confirmó el Director Harrison con gravedad.
—No puede ser —susurraron los inversionistas, incapaces de creer la gravedad de la situación.
—Deberíamos pedir ayuda a los militares para que traigan a los sobrevivientes del Crucero —planteó el Dr. Caret, sabiendo que su colega necesitaba que su hijo estuviera bien.
—¿Estás loco? —preguntó el Director Harrison, algo molesto—Si permitimos que los sobrevivientes infectados ingresen en Holden, corremos el riesgo de una pandemia de proporciones catastróficas. El VR-16 es un virus altamente contagioso y letal, ¿Qué pasaria si no solo se contagia por mordedura?, puede propagarse a través de fluidos corporales, saliva y otros medios de transmisión. Si no tomamos medidas para contenerlo, podemos esperar una tasa de mortalidad del 90% o más, así como una posible mutación del virus que lo haga aún más letal.
—Además —continuó el Director Harrison, su voz baja y seria—, la introducción del VR-16 en Holden podría desencadenar una reacción en cadena de eventos, incluyendo la colapsación del sistema de salud, la quiebra de la economía y la posible desestabilización de la sociedad en su conjunto.
Ciertamente, a él le interesaba más que se diera a saber que el laboratorio era el responsable de ese virus, y entonces su reputación se vendría abajo. Debía buscar la forma de que nadie supiera lo que estaba ocurriendo.
—¡¿Y entonces qué espera que hagamos?, ¿Qué pasa con la gente que está en el Crucero?! —preguntó molesto el Dr. Caret, su voz llena de indignación.
—Están en el agua —dijo el Director Harrison, su voz seria y desprovista de emoción—. No podrán salir de ahí los infectados, hasta que encontremos la cura. Nadie irá al barco ni traerá a nadie a Holden.
—Estamos hablando de que en ese Crucero hay más de 750 personas —interrumpió el Dr. Caret, su voz llena de desesperación—. ¿Qué vamos a hacer con ellos? ¿Vamos a dejarlos morir allí?
El Director Harrison se encogió de hombros, su expresión impasible.
—No tenemos otra opción —dijo—. La seguridad de Holden es lo que importa. No podemos permitir que el virus se propague aquí.
La sala de reuniones se sumió en un silencio tenso, mientras los directores e inversores consideraban las implicaciones de la situación. El Dr. Caret se levantó de su silla, su rostro rojo de ira.
—No puedo creer que estemos hablando de abandonar a esas personas —dijo, su voz llena de dolor—. Debemos hacer algo para ayudarlos.
Pero el Director Harrison se limitó a sacudir la cabeza.
—No hay nada que podamos hacer —dijo—. La decisión está tomada.
—Lo lamento, pero no estoy de acuerdo —dijo el Sr. Johnson, uno de los inversionistas, con una voz firme—. Yo no puedo con la carga de conciencia de la muerte de cientos de personas. Además, creo que el hecho de la falla y la mutación del S16 es nuestra culpa.
—¿Qué quieres decir? —preguntó el Director Harrison, su rostro comenzando a enrojecer.
—Quiero decir que no debimos alterar el ADN del S16 —explicó el Sr. Johnson—. La ingeniería genética es un campo complejo y peligroso. Al intentar mejorar las habilidades humanas, hemos creado un monstruo.
—¿Qué hicieron que?! —gritó el Dr. Caret, su voz llena de indignación.
—Eso es grave —gritó la Dra. Siriel, otra científica a cargo—. ¿En qué momento lo hicieron?
El Sr. Johnson se aclaró la garganta antes de responder.
—El equipo 2 del laboratorio aceptó nuestro pedido de experimentar en el S16 algo relacionado para desarrollar las habilidades de los humanos —explicó—. Creíamos que podríamos mejorar la memoria, la velocidad y la agilidad humanas. Pero no nos dimos cuenta de que estábamos jugando con fuego.
El Director Harrison estaba viendo al Sr. Johnson con una mirada molesta, como si no debiera haber revelado esa información.
—Eso no debía darse a saber —dijo finalmente, su voz baja y amenazante—. La seguridad de Holden es lo que importa. No podemos permitir que esta información se filtre y cause pánico.
Pero el Sr. Johnson se mantuvo firme.
—No puedo callar sobre esto —dijo—. La gente tiene derecho a saber la verdad. Y tenemos que hacer algo para detener esta pandemia antes de que sea demasiado tarde.
—¡Estamos hablando de que si se lo damos a saber al Rey estaríamos condenándonos! —gritó el Director Harrison, su mano temblando de miedo—. Nuestra reputación se vería afectada, sería nuestro fin de cada uno, no solo del laboratorio o de los que tuvimos que ver con la alteración del VR-16, sino de todos los involucrados. La gente entraría en pánico!
Su rostro estaba rojo de ira y miedo, y su voz temblaba.
—No podemos permitir que esto salga a la luz —continuó—. Tenemos que mantener esto en secreto, no importa lo que cueste. Si el Rey se entera de esto, nos destruirá. Nos hará pagar por nuestra estupidez.
El Sr. Johnson se mantuvo firme, a pesar de la ira del Director Harrison.