Experimentos Proyecto Escape

XV

Por fin tenía la respuesta y, a pesar de que no era la que deseada, me sentía lo suficientemente capaz para elegir el único camino que tenía en estos momentos: Una clara, de rebeldía.

    —¿Ya estás listo? —Trent preguntó, estaba cerca de mí, mirándome con esos ojos de desesperación ya que de mí dependía que la oportunidad para recuperar a Lex fuera exitosa.

    —Sí.

    —Entonces en marcha.

    Y en esta ocasión no me sentía dispuesto a arrepentirme evidentemente. Ambos estábamos listos. Yo tenía puesta la ropa de exiliado, con los mismos detalles que cuando yo abordé aquí, y Trent llevaba una mochila repleta de provisiones: Dentro se hallaba un kit de emergencia y unas armas con una “V” bordadas en ellas. Él me dijo que se llamaban "Boomerangs", que era una antigua arma con la capacidad de volar a gran distancia y regresar a la mano de quien lo usara. Pero para mí más bien parecía un simple pedazo de madera.

    —Antes quiero intentarlo —le dije a Trent, una vez que entregó uno de ellos a mí para que pudiera apreciarlo tan cerca.

    —¿De verdad? —me respondió, mirando que sujeté el insípido detalle que, infortunadamente, no serviría de gran ayuda. Sin embargo, Trent me pidió que viera cómo se utilizaba—. Lo intentaré yo primero para que veas cómo se utiliza.

    Y lo lanzó lo más fuerte que pudo.

    El Boomerang salió volando por el aire, girando al mismo tiempo que iba disparándose a toda potencia, cuando éste regresó a la mano de Trent provocando un leve chasquido atenuado.

    —¡Oh, por Dios! —exclamé, viendo cómo esa arma había funcionado.

    —Es increíble, ¿verdad? —me dijo, pero no le respondí, quería que viera cómo lo lanzaría hacia algún objeto para asegurarme que no sólo servía para lanzarlo nomás por lanzarlo.

    Una vez que contemplé a Trent, miré que lanzó aquel boomerang; éste voló hacía una pequeña lámpara que se hallaba ubicada a quince metros de nosotros, demasiado distante.

    ¡Crash!

    Ver cómo rompió la bombilla con ese boomerang y luego verlo regresar a la mano de Trent fue una de las experiencias más impactantes que jamás había tenido en toda mi vida, ¡jamás!

    —Solo es cuestión de tener habilidad en la muñeca. Pero una vez que la desarrollas, no la olvidas, como andar en bicicleta.

    —Vaya. Ojalá algún día aprenda a andar en bicicleta —mencioné.

    —Quisiera probar —comenté, pero Trent se negó. Dijo que cuando llegara el momento adecuado, podría lanzarlo con precisión, que quizás, estando en una situación complicada, funcionaría.

    Trent me llevó a una bodega de almacenamiento que se conectaba con una salida de emergencia. Ahí el espacio superaba los treinta metros de altura y el lugar estaba tan repleto de equipos pesados, como montacargas, cajas de madera e incluso armas. De hecho, Trent me informó que debía de tener cuidado con algunas cosas. Afortunadamente todo estaba sellado. Nosotros íbamos hacía una salida que conectaba con el lago de la rosa, uno de los sitios que he conocido sin problemas, lo cual para mí era bueno, tan emocionante.

    Desafortunadamente Trent tenía un plan con un ligero problema.

    —Muy bien, Doce —explicó—. Recuerda. Una vez que estemos ahí las cosas serán muy diferentes ya que la noche esconde muchas sorpresas. Así que trata de seguir estas reglas…

    »Regla número uno: Nunca mires hacia atrás. Créeme, es muy fácil perderse —y prosiguió—. Regla número dos: Tú vigila bien tu camino, por lo general suele haber animales nocturnos que se asustan fácilmente y gritan como locos, eso es lo que atrae a los peligrosos —continuó, dándome cada instrucción y conocimiento que poseía—. Regla número tres: Cuando sientas o veas que algo me suceda, solo sigue corriendo hasta llegar a la cueva —esas últimas palabras aterraron.

    —¿Cómo que seguir, si tú eres el único que…? —hablé, aunque me interrumpió.

    —Sí, lo sé. Pero tú eres lo más importante. Lex cree que morí, recuérdalo, si se entera de que no es cierto, antes de quitarle el chip, su sistema liberará una fuerte emoción, su corazón podría correr peligro. Eso ocasionaría que su chip emitiera una dura frecuencia que sería capaz de romper el campo que la protege —y accedí a su orden, no quería eso realmente.

    —Pero, ¿y qué hay de ti? —cuestioné, estaba preocupado por su decisión—. También eres el único que sabe cómo quitarlos.

    —No te preocupes por eso. Llevo más de un año viviendo aquí, amigo. Créeme que yo conozco cada rincón a la perfección.

    —¿Y sí te pasara algo malo? —volví a cuestionar su decisión.

    —Estaré bien, no te preocupes. Tú solo debes de preocuparte por llegar a la cueva. Te estaré protegiendo, aunque si pasara algo malo, tendrás que recurrir por tus propios medios —afirmó, yo esperaba saber cómo iba a hacerlo—. Así que recuerda: Vas a ir a la cueva, fingirás mucho dolor, permitirás que Holly te cure y si preguntan, dirás que escapaste —añadió—: Puedes contarles que te llevaron a su tribu, que incluso te encerraron en aquella canariera de bambú. Pero a partir de ahí es cuando vas a mentir. Diles que en esa jaula encontraste un hueso filoso como para poder cortar las sogas, que lo clavaste sobre el cuello del guardia para escapar y que tuviste mucha suerte para regresar a salvo.



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En el texto hay: mentiras, dinosaurios, jungla

Editado: 18.10.2020

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