Experimentos Proyecto Escape

XXIII

 

Quizás el que haya tenido que clavar la punta del cuchillo sobre el cuello del tigre no era algo necesario tomando en cuenta que éste ya se hallaba muerto. Aunque necesitaba demostrarle a Lex de lo que era capaz, de lo contrario, sospecharía.

    —Vaya —dijo Lex, pues el haberme visto matando a la criatura, no hizo más que darme un alago—, veo que tu talento no era broma —aunque su rostro reflejaba todavía desconfianza.

    En cambio, yo, no podía creerlo. Lex no parecía estar conforme con lo que había visto, y eso a mí no me causó molestia; hice todo lo que debía hacer y ahora me sentía conforme. Y aunque no tenía la confianza de Lex, al menos había recuperado la de Kai y Holly, que era lo que me importaba.

    —¡Doce! —dijo Kai, quien estaba más emocionado—. ¡Estuviste increíble, hermano! Al principio dude, pero observarte…

    —Gracias.

    —¡En serio! ¡Nunca imaginé que podrías acabar con ese tigre!

    Y no podía culparlo. Era lógico que para él ver a un tigre fallecido era una de las sensaciones más introvertidas, como tal, debía de aprovechar el momento; acabé con un tigre salvaje, recuperé la confianza de mis amigos y conseguí la cena. ¿Qué más podía pedir? La suerte, por ahora, estaba acompañándome.

    —¡Estuvo increíble!

    «¡Lo era!»

    —Y que lo digas —respondí, sin poder ocultarles una sonrisa de alegría—, aunque ese tigre fue quien hizo gran parte.

    —¡Pero lo hiciste! La primera vez que cacé uno de esos tigres estuve a punto de ser comido. Lo bueno fue que me escondí entre un tronco para poder distraerlo y así clavarle rápidamente el cuchillo. Pero dejar que un tronco cayera encima de él antes de clavarle la punta sobre su yugular... ¡Supera cualquier limite, cualquier expectativa, hermano! ¡Genial!

    No creía que Kai podía hablar mucho con respecto a ese tema. Para él era como si el tema del tigre atrapara su atención, una sensación que lo diferenciaba demasiado de Holly.

    Ella solo me miró preocupada, incapaz de creer lo que acababa de pasar, así que tuve que mantener solo mi perspicacia diciéndole un "sí" a cualquier cosa que me comentara ya que ella parecía demostrar miedo hacia mi persona.

    Los días pasaron y las cosas comenzaron a mejorar. Ya empezaba a desarrollar habilidades. Kai se encargaba de enseñarme a usar el cuchillo, como también el uso de otras armas que podíamos hacer con nuestras propias manos y a detectar lugares en donde podíamos encontrar presas, mientras que Holly me enseñó todo lo que conocía de las plantas; como por ejemplo, cuales eran las curativas o venenosas, entre las formas que ella sabía para rastrear fácilmente a nuestros compañeros en caso de una nueva emergencia.

    También empecé a conocer las diferencias de los lugares peligrosos, los rincones a donde no me podía acercar e inclusive pude reconocer mejor a mis amigos. A Kai le gustaban mucho las bromas, era algo atento y demasiado delicado ante los ruidos, como sí tuviera un tipo de sexto sentido que le permitía detectar cualquier amenaza, lo que fuera: Desde una simple ardilla hasta un T-Rex. Holly demostró ser demasiado sensible; ella amaba a las flores y animales pequeños, por esa razón era que Kai en todo momento cuidaba de ella para que así no viera nuestras cacerías.

    Esa fue la razón por la que Holly me tuvo algo de miedo primeramente, pero con el paso de los días, ella lo fue olvidando.

    Al finalizar la primera semana había aprendido a tejer con ramas de bambú y a fabricar canastas, lanzas y algunos collares, y Kai fue el que estuvo a cargo de enseñarme a encender una fogata usando piedras y palos como si nada más.

    —¡Genial! —exclamé, era increíble—. ¡Lo hice! —por fin estaba haciendo cosas que antes no creía capaz de hacer—. ¡Hoy vamos a cenar lobo asado! —de nuevo dije, y me encantaba.

    Me estaba convirtiendo en una persona diferente a la que “La Zona” conocía, en alguien a quien nunca le permitieron ser quien era, ya que ellos siempre estaban vigilando mi desempeño a través de las pruebas, pues no me permitían desarrollar mis habilidades físicas, ni respondían todas mis dudas.

    Solo me permitían desarrollar las mentales. Pero ya no estaba en “La Zona”, y ese Doce al que conocieron ya no existía.

    —¡Vamos a cenar!

    —¡Sí!

    Ya no sentía interés de regresar a “La Zona”, pero quería saber la razón del por qué motivo fui enviado a donde permanecía, y para eso necesitaba poner en marcha el plan riguroso de Trent, pues eso era lo que nos podría mantener salvados.

    Y para eso debía de actuar y hacer las como se habían pedido.

    Kai y Holly me tenían más confianza, mientras que Lex seguía ignorándome, como si para ella el verme mejorar no fuera algo que esperara de alguien como yo, lo cual me dejó claro una realidad: Lex todavía sospechaba de mí y no se detendría hasta saber la verdad, y eso iba a complicarlo en general.

    Desde que regresé, los horarios de vigilancia habían cambiado a una noche por persona ya que ahora éramos cuatro. Y Lex los aceptó ya que dejó de actuar con tanta sospecha, como si verme, le hiciera creer que Trent seguía vivo.



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En el texto hay: mentiras, dinosaurios, jungla

Editado: 18.10.2020

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