Experimentos Proyecto Revelacion

Capítulo XII La emboscada

Kai
 


¿Pero qué rayos estaba ocurriendo?

Primero quedé atrapado en la niebla y ahora me encontraba en medio de la oscuridad.

Gozando de la paz y viajando entre las sombras, sin la compañía de nadie más que de esa misteriosa luz que comenzaba a surgir de la nada...

—¡Ahhh! —... trayéndome de regreso a la realidad... —¿Eh? —...junto con algunas sorpresas.

Fue extraño.

Sentía demasiada energía, como sí mi cuerpo estuviese obligado a correr, golpear y saltar...

—¿Qué rayos? —...pero no podía moverme.

Mis brazos estaban tiesos, al igual que mi cadera, piernas y hasta los pies.

Estaba anestesiado y sentado sobre una silla.

¡Aguarden un segundo!

¿Acaso dije una silla?

¡Sí me encontraba en la jungla!

¡El lugar a donde La Zona solía enviar a sus desperdicios!

¡Aquí no podíamos contar con algo que no fueran las pieles de nuestras presas o rocas para poder dormirnos sobre algo suave o siquiera sentarnos!

No teníamos almohadas, camas, ni sillas porque eso era un privilegio que La Zona nos otorgaba.

¿Entonces por qué estaba sentado sobre una silla?

La tensión por saber lo que ocurría con mi cuerpo o de dónde rayos había salido esta silla provocaban en mi una profunda angustia que se convertía en energía.

¡Tensión que necesitaba liberar...!

—¡AHGRGG!

¡...pero mi cuerpo no respondía!

¡Estaba atrapado dentro de mi mismo...!

¡...bajo la compañía de unos pequeños copos de nieve que descendían del cielo!

¿En serio dije eso?

¡Esto sí tenía que ser un arte de magia!

Las gigantescas nubes grisáceas que opacaron el exterior habían desaparecido, pero ahora veía nieve cubriendo las rocas, árboles, arbustos y el césped.

¡Esto no era normal!

En todo el tiempo que llevó viviendo en La Jungla nunca había visto nieve o niebla.

—Al fin despiertas —...y esa no era la única sorpresa.

Escuché el tono de una voz femenina durante solo unos segundos.

¡Pero no había nadie cerca!

Mi única compañía era la nieve.

Eso me hundía más en la desesperación...

—¡Hay alguien aquí! —...y fue cuestión de tiempo para que volviera a entrar en pánico—¡AHHHGGGRRR!

Desesperado por saber lo que ocurría o quien me había hablado.

—Te recomiendo que te relajes —y volví a escuchar esa voz—. De lo contrario tu ritmo cardiaco se elevará más.

—¿Qué? —Y seguía sin recibir más respuestas— ¡Quien está ahí!

Solo escuché la voz durante par de segundos.

Después volví a quedarme solo.

—¡Hablen! —el estrés por saber quien me estaba hablando me hacía crear energía que no podía liberar— ¡respondan!

Adrenalina pura que quemaba mi interior, como sí estuviera dentro del mismo infierno.

Mi ritmo cardiaco iba aumentando...

...los músculos de mis brazos se volvían tiesos...,

...sentía mi cabeza como una bomba lista a estar...

...y respiraba a un nivel alarmante.

Sí seguía así me iría a morir.

¡Tenía que relajarme!

¡Pero no sabía cómo!

¡Era demasiada la tensión que sentía por saber la verdad!

Pero mis dudas solo me estaban atrapando más en la tensión.

¡Sí pensaba en aquella voz o la nieve mi propia energía me terminaría matando!

¡Debía pensar en otra cosa!

¡Cómo en los pequeños copos de nieve!

Esas bellezas que caían desde las nubes grises que cubrieron al cielo.

Pequeños e inocentes copos blancos que descendían y se deshacían sobre mi rostro.

Eso acabó con la tensión...

—¡Hasta que me escuchas! —...pero no con mis problemas—. Ahora sí podemos empezar a trabajar.

De pronto la idea de morir por causa de la tensión no parecía del todo mala.

Entre los arbustos comenzaron a surgir diversas figuras.

Personas a quienes no podía ver sus rostros porque iban cubiertas con mantas y ninguno hablaba; con la excepción de quien me dirigía la palabra.

—Te noto muy tenso —la dueña de esa voz femenina caminó hacía mí—. Mantuviste la piel fresca —. Tocó mi mano derecha— eso fue algo que siempre admiré de ti —y acaricio mis dedos.

—¿Disculpa?

—La piel. Siempre la mantuviste fresca; supongo que es por tu PH. Aunque no puedo decir lo mismo de ella.

—¿Ella? —el haber pasado por toda esa tensión mantuvo mente ocupada—¡Holly! —de lo más importante —¡Holly!

Ahora recordaba el momento en que Holly y yo discutíamos.

Después niebla apareció...

—¿Te ocurre algo? —... y no la volví a ver.

Nuevamente quede atrapado en la tensión al saber que Holly podría estar en peligro, pero la doctora solo se preocupo por mis brazos.

—¡Oye! —ya no podía tocarme con delicadeza mi piel— ¿Qué te dije sobre el estrés?

—¿Qué?

—El estrés puede elevar tu ritmo cardiaco.

—¿En serio cree que eso me importa? —no quería de jugar a la casita con ella.

—¿Qué es lo que te ocurre?

—Quiero saber en dónde está.

—¿Dónde está quien?

—¡Holly!.

—¿Holly?

—¡Sí!, ¡Holly!

—Creo que te refieres a la Sujeto Dieciocho.

—¡Ella se llama Holly!.

—No debes de dirigirme ese tono, jovencito. Te recuerdo que soy una autoridad.

—¡Usted no es nadie para decirme lo que debo hacer!— no iba a dejarme controlar — ¡Dígame en donde esta Holly!

—Necesito que te calmes.

—¡¿Por qué?!

—Porque de lo contrario solo elevaras tu ritmo cardiaco.

—¡Eso no me importa!

—Debería importarte.

—¿Por qué?

—Porque te necesito —ahora parecía preocupada.

Pero no me importaba

Me sentía desesperado por saber dónde estaba.

Tenía que encontrarla y pedirle perdón.

—No es necesario que te tenses de esa forma por alguien que ya no está aquí.

—¡¿Cómo que ya no está aquí?!.

Mientras que me preocupada por saber en donde estaba Holly la doctora hacía intentos por analizar las partes de mi cuerpo que no fueron afectadas, sin darle importancia a lo que dijera.



#2263 en Ciencia ficción
#6387 en Thriller
#2493 en Suspenso

En el texto hay: misterio, dinosaurios, nieba

Editado: 22.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.