Trent
—¡Ahhh! —luego de haber tomado el arma—. ¡Ahhggrr! —Dae-hyun actuó como sí alguien lo estuviera torturando. Soltó el cuchillo, sujetó su cabeza, se arrojó contra el suelo y gritó mientras se arrastraba como una lombriz —¡Ahhggrr! —. Una asquerosa y repugnante lombriz que no miraba a su entorno, como la fogata…
—¡No puede ser! —...a la que yo sí veía.
Estaba a punto de tocar el fuego…
¡No! pero Cero me detuvo antes de que actuara…
—¿Qué pasa?
Dejalo …hablando con seriedad, no debes molestarlo.
—¿Por qué?
Está recordando todo lo que La Zona le quitó. Era como ver a un enfermo convulsionando Miralo. Un ser humano sufriendo que me hacían sentir el deseo por ayudarlo ¡No lo hagas!. A pesar de que él ya no era quien yo creí que era porque aunque ya no podía llamarlo “Kai” una parte de mi lo seguía viendo como a ese viejo amigo que conocí en La Jungla.
—¡Aggghhh! —el lugar donde éramos libres de los tipos que nos tenían atrapados haciéndonos creer que todo lo que sufrimos día a día era para salvar al mundo.
Recordar todas esas mentiras me hacía sentir más rabia de saber que no podía ayudarlo.
Trent por favor porque no soportaba verlo así.
—¡HHaarrggg! —quería acercarme a él para tratar de sostenerlo, mientras que el efecto hacía su trabajo.
Tienes que dejarlo.
—Pero está sufriendo.
Lo sé, y de veras lo siento mucho cómo podía ser posible que yo, luego de toda la mierda que viví, me dejará detener por alguien que ni siquiera estaba presente.
—¡HEegrrrgg! —Sentí desesperación por querer acercarme a él.
—No me importa —y actuar como un hombre.
¡No! corrí hacía él ¡Aguarda! y cuando estuve a punto de tocarlo ¡Mira! vi que el horrible dolor terminó…
— ¡Holly! — …en cuanto gritó el nombre de la chica a quien él amaba.
Fue como verlo despertar de un coma.
Dae-hyun se levantó, me miró sorprendido…
—¿Trent? —...luego vio la fogata —¡No puede ser! —camino hacía la entrada —¡Lo recuerdo! —…y sonrió.—. ¡Lo recuerdo todo! —como un niño complacido —¡Por fin lo recuerdo todo!.
Ya te puedes acercar a él.
—Está bien —y ahora yo era quien tenía las dudas.
Dae-hyun recorrió toda la cueva, caminó alrededor de la fogata y fue a donde tenía sus cosas; las cuales le hicieron sonreír más porque todas sus pertenencias le traía algún recuerdo de lo que vivió aquí, debido a que estaban dañadas o incompletas por alguna razón.
Su bote de yodo no tenía tapa debido a que la perdió un día que fue por agua al lago de La Rosa y casi fue devorado por el mismo T-rex qué intentó devorar a Doce; el cristal izquierdo de sus gafas de sol estaba roto porque accidentalmente lo pisó en un día que fuimos por frutas al bosque y el no recordó en donde los dejó; su manta se veía desgarrada porque la usó para distraer a una bestia híbrida que nos siguió hasta la entrada de la cueva…
—¡Que asco! —…, en su termo estaba el repugnante té de Holly —¡Trent! —, y al verme corrió hacía mí, dándome un fuerte abrazó — ¡No puedo creer que estés vivo!.
—Gracias —ahora él me podía abrazar y yo era quien se sentía confundido.
No sabía si debía dirigirle la palabra con la misma confianza de antes porque ni siquiera sabía sí debía o no llamarlo de algún modo.
Nos alegra que hayas vuelto Dae-hyun sin embargo Cero me ayudó con esa última duda.
—¿Esa voz? —que trajo consigo una nueva para nuestro amigo—. Es la que escuché en mi cabeza.
—Así es.
—¿Quién es?
—Se llama Cero.
—¿Cero?
—Sí —al parecer el nombre le recordó a Doce— es una chica que puede hablarnos por medio de la telepatía.
—¿Cómo es eso posible?
Digamos que es una larga historia y sus reacciones no fueron como las anteriores. ¿qué pasa? ¿Acaso te asustó?
—Solo un poco.
Por qué.
—Porque eres la misma voz que escuché en mis sueños —Dae-hyun no se mostró asustado sino curioso, como solía hacerlo Kai cuando veíamos un raptor—… ¿Acaso eres un fantasma?
—No, solo es alguien irritante que sabe cómo ayudarnos en una situación difícil.
Jaja, muy gracioso Cero notó mi sarcasmo Por lo menos puedo leer lo que piensas.
—Y eso es demasiado irritante, no crees.
—No lo sé —Dae-hyun se mostró interesado— creo que es divertido.
—¿Divertido? —lo cual me dejó sin palabras— ¿Qué acaso no te da miedo?