Trent
Tengan cuidado en cuanto nieve cae, Dae-hyun y yo quedamos atrapados dentro de un callejón sin salida ¡No!. La entrada quedó envuelta en una inmensa capa de nieve, cuyo grosor cubrió casi un metro del interior de la cueva…
—¡Esto no puede estar pasando! —…mientras que el piso comenzó a temblar, trayendo consigo la caída de diversas rocas— ¡No!
Era oficial
Estábamos atrapados, sin alguna posibilidad de salir…
—¡Cero! —...más que llamar por la única persona que podría tener algún plan para esta situación—. ¡Me escuchas! —Lamentablemente—, ¡Cero! —ella no respondió.
¡Tenía que ser una maldita broma!
—¡Cero! —Luego de que la entrada quedó cubierta dejé de escuchar su voz — ¡Maldita sea Cero! —como sí se hubiese esfumado— ¡Responde!
¡Esto no podía ser posible!.
¡Cero no pudo haberme dejado!
¡Porque me lo prometió!
¡Me prometió que sería libre!
—¡Cero! —ella era la única que conocía a fondo el plan — ¡por favor! — y ahora que no respondía — ¡Contestame! — yo me había convertido en un simple mortal obligado a ceder ante el miedo—¡Cero! —mediante inútiles intentos que solo me hacían caer ante la desesperación—¿Eh? —, a diferencia de Dae-hyun.
Él no parecía estar consciente de todo lo que ocurría a nuestro alrededor sino todo lo contrario, actuaba como sí nada estuviese pasando. Permanecía parado y firme, como sí se hubiese convertido en una estatua, mirando el sitio donde estaban todas sus cosas.
O mejor dicho las cosas de su vida pasada.
Esto tenía que ser una maldita.
¡Una maldita broma!.
Estábamos a punto de ser aplastados por la cueva que en un tiempo fue nuestro hogar, Cero no respondía a mis llamados de auxilio y Dae-hyun solo permanecía en silencio, mirando sus anteriores cosas.
—¡Oye! —y al notar que él no respondía ante lo que gritaba— ¡Dae-hyun! —caminé hacía él— ¡Me oyes! —e intenté despertarlo sosteniendo sus hombros y tirando de él— ¡Dae-hyun! —pero todo era inutil.
Quien antes era el chico más energético del grupo ahora permanecía firme y callado.
—¡Dae-hyun!— cada vez que intentaba despertarlo él solo me ignoraba— ¡Dae-hyun! —mientras la cueva seguía desmoronándose.
Mientras una pequeña parte de mi ser me rogaba porque hiciera todo lo posible para despertarlo, la otra me decía que debía encontrar algo que me pudiera ayudar a quitar toda la nieve que cubría la entrada…
—¡Mierda! —... pero no había nada.
Termos, mantas, lentes de sol, el té milagroso de Holly, pero ninguna de las chicas tenía algo útil, al igual que Doce o yo.
Ninguno de nosotros tenía algo que nos pudiera servir…
—¡Por supuesto! — …excepto Scott.
Dejé él sitio donde Lex tenía mis cosas y caminé hacía el espacio donde solían estar las de Scott…
—¡Trent! — …pero cuando estuve a punto de llegar Dae-hyun rompió el silencio —¡Trent!.
Fue extraño.
En un segundo estaba tieso y al siguiente él se dirigió a mi.
—¡Apártate! —seguido de un brusco movimiento contra mi abdomen…
—¿Pero qué mierda estás haciendo? — …por fortuna él solo me empujó unos cuantos centímetros de su camino.
Intenté hablar con él pero Dae-hyun no me dirigió la palabra o si quiera me miró.
Solo se enfocó en mover las cosas de Scott, sin mirar a otro lado
—¿Qué ocurre aquí? —y en cuanto me acerqué más pude escuchar…
Sí no está en la mochila busca dentro de la manta… a Cero.
—¡Oigan! —al parecer los dos estaban teniendo una conversación donde yo no estaba incluido—¿Pero qué está pasando?.
Dae-hyun continuó moviendo todas las cosas de Scott hasta encontrar el cuchillo que solía ser el de él.
—¡Es este!
Sí, y Cero continuó con la conversación…
—¡Pero qué mierda estás haciendo! — …sin darle importancia a lo que estaba pasando.
Dae-hyun tomó el arma de Scott, la dirigió al piso y comenzó a picar la superficie, como sí fuese un cincel.
—¿Me escuchas? —todo mientras que hacía vagos intentos por unirme al grupo.
—¡Sí! —y de la nada me respondió—, ¡Trent! —con palabras que no parecían ser de Kai— ¡Te escuchó fuerte y claro! —porque él nunca me había hablado en ese tono… —¿Y bien?
—Bue — …ni me habría dirigido esa mirada fría que me hacía sentir como sí estuviese viendo al agente Bennett
—¿Qué quieres? —era como si me hubiese convertido en un tonto —¡Habla ya! —asustado al no poder reconocer a la persona— ¿Qué quieres? —que ahora usaba el rostro del amigo— ¡Habla! —por el que había arriesgado mi vida para salvarlo.