Todo comenzó con la doctora Beatriz gritando de emoción al verme abrir los ojos, sin darse cuenta del dolor que sentí por culpa de aquella luz cuyo destello fue reduciendo, pasando de ser un cegador resplandor al centelleo de una lámpara que trajo consigo la figura de un escenario que a simple vista me era familiar.
Volví a encontrarme en el laboratorio donde vi a Tano Nightingate detras del cristal que pertenecía a un tanque, del cual aún me encontraba dentro de él solo que ahora no había algún cristal delante de mí, tampoco agua, no tenía puestos los goggles, ni la máscara de oxígeno y no podía moverme.
Solo era capaz de ver el sitio, como sí estuviera continuando con el último sueño que tuve.
Yo estando en un aula que a simple vista solo lucía como un área de La Zona, solo que aquí había algunas diferencias como que no vi el escudo oficial de La Zona en ninguna parte, tampoco había cámaras de seguridad ni la ventana de cristal templado por la que, del otro lado, siempre había científicos que estaban a cargo de analizar mis pruebas de manera segura.
Aquí no había nada de eso. Solamente era un laboratorio inofensivo en el que me encontraba junto con la compañía de la doctora Beatriz y…
—¡Por el amor de Dios! —…Tano Nightingate— ¡No puedo creer que sigas con vida!—, quien me estaba sonriendo.
¡Aguarden un segundo!
¿Acaso dije que Tano Nightingate me sonrió?
Pero sí ella siempre me miró fríamente, como si fuese un androide incapaz de mostrar emociones, y ahora me estaba sonriendo, igual que sí estuviese feliz de verme con vida.
Una extraña alegría que lucía natural y pudo mantener durante el lapso que tardó en caminar desde la entrada del laboratorio hasta el frente del tanque.
—Me alegra que hayas despertado —incluso me acarició la mejilla derecha y besó mi frente.
¡Pero qué mierda había pasando!
Ella nunca me mostró alguna señal de afecto.
De hecho nunca vi a algún doctor o guardia de La Zona sonreír, excepto cuando se reían de mí al verme fallar, y eso era porque en La Zona lo importante era obtener el resultado anhelado, sin importar el riesgo al que estuviesen expuestos los Sujetos.
En La Zona nadie se preocupó por mí y ahora me encontraba delante de dos mujeres que actuaban complacidas al verme abrir los ojos…
—Es un gusto que hayas despertado —...en lugar de mirarme con frialdad —querido Espécimen — mientras me seguían llamando del mismo modo.
“Especimen”
Nadie me llamó así mientras estuve en La Zona.
Quizás ese era mi verdadero nombre o tal vez este pudo ser el sitio en donde estuve antes de ser enviado a La Zona. Solo así me sería más fácil creer que todo esto era real ya que a simple vista lucía como sí fuese un universo paralelo.
—Se nota que aun estás cansado —una realidad alterna— Cariño — donde Tano era más maternal conmigo—. No es necesario que hables, Amor, recuerda que no debes hacer esfuerzos —en lugar de ignorar mi sufrimiento—. Muy bien, es hora de revisar tus signos. ¿Estás lista Beatriz?
—Por supuesto.
—Entonces comencemos.