Tano comenzó midiendo mis signos vitales mientras que Beatriz permaneció a su lado izquierdo, sujetando una tablet, sin mostrar alguna otra emoción, a diferencia de Tano que seguía sonriéndome, mientras que tocaba mi cuerpo, ya sea con sus manos o algún aparato médico.
—¿Ya tienes su temperatura?
—Sí. Tiene 37.1 grados
—Muy bien, ¿Cómo se escuchan sus pulmones?
—Dame un segundo…, no muestran alguna anomalía.
—¿Y qué tal están sus glóbulos oculares?
—Espera…, un segundo…, Intactos.
— ¿Y la presión?
—En eso estoy —aunque era incapaz de moverme— son…, —pude sentir el dolor que ocasiona el baumanómetro sobre mi brazo derecho— 90… —lo cual era extraño que se supone que esto es un sueño—, 80 mm Hg.
—Muy bien, ¿y cómo lucen los dedos de sus manos?
—Intactos.
—¿Qué tanto?
—No muestran alguna anomalía.
—Por favor se más específica.
—Los dedos no tienen arrugas, marcas blancas y lucen secos.
—Es increíble —Beatriz se mostró complacida— No puedo creer que esto esté pasando.
—Ni yo —al igual que Tano—. ¿Hace cuanto vaciaste el tanque?
—Cinco minutos.
—Y sí tomamos en cuenta que tarda cuatro minutos y medio en drenar yo diría que su piel debió absorber toda el agua que se quedó sobre su cuerpo.
—Eso es admirable, porque a simple vista no luce como alguien que ha estado 48 horas dentro del agua.
—Lo sé. Su cabello está seco, al igual que las uñas, pestañas y los bordes de sus pies. Cualquier ser humano estaría húmedo durante al menos 120 segundos.
—Creo que él Especimen no va a necesitar una toalla nunca más; Ahora, volviendo al tema, cuáles fueron los resultados de su examen de sangre.
—Los reportes indican que sus glóbulos rojos no muestran alguna anomalía.
—¿Fue Benson quien hizo el examen?
—Así es, yo lo supervise.
—¿Hace cuánto tiempo fue?
—Dos minutos antes de que entrara al tanque.
—Muy bien…,
—Falta algo más.
—Supongo que no…, —Beatrice actuó más complacida que Tano — ahora compararé los resultados con los de su última prueba… —ya que en lugar de ignorarme ella me siguió mirándome, sin dejar de sonreír— Listo. Ya terminé.
—Cuál es la conclusión.
—Él Espécimen ha aprobado las últimas treinta y seis pruebas de resistencia física sin mostrar alguna anomalía; lo que significa que es capaz de correr entre el fuego o sufrir el impacto de alguna navaja sobre su espalda y sentir el mismo daño que sentiría un ser humano común cuando se corta con un pedazo de papel. Pero lo que más me sorprende es la reacción que tuvieron sus órganos. La semana pasada lo expusimos a bacterias que habrían matado a un elefante, y él pudo soportarlas, ya sea teniendo la enfermedad por un par de horas o días, y luego las superó. El mejor ejemplo sería el páncreas. Al parecer solo tardó noventa minutos en volver a generar insulina
—¿Hablas en serio?
—Sí. Recuerda que lo sometimos al virus Coxsackie B, una bacteria que no solo es capaz de dañar dicho órgano sino correr a áreas como el corazón e hígado y estos están intactos.
—¿No tuvo daño?
—Ninguno; solo tuvo fiebre por unos cuantos minutos, supongo que eso fue durante el lapso que el virus estuvo atacando al páncreas, porque después del minuto 90 los glóbulos blancos lograron destruirlo por completo, mientras que sus células se encargaron de regenerar todo lo dañado. Ahora su páncreas luce intacto, como sí fuese el órgano de un recién nacido.
Y otra vez no sabía qué decir.
Digo…
¿Virus Coxsackie B?
Eso pudo matarme, y ellas dicen que lo superé como sí se tratara de un simple dolor de garganta.
—¿Y qué tal el hígado?
—No muestra ningún daño.
—Pero lo sometimos a un cáncer.
—Lo sé —¿también tuve cáncer?—. Tanto su hígado como la médula ósea no muestran daño alguno, como sí nunca hubiesen sido tocadas por el virus linfotrópico que le suministramos—eso es leucemia—, tampoco quedaron rastros del VIH, ni del Mycobacterium leprae —y esos son los virus del Sida y la Lepra—. Ha salido ileso de todas las enfermedades que le hemos suministrado
¿Pero qué demonios me hicieron ese par de locas?
Fui sometido a enfermedades que la humanidad combatió por años y las superé como sí fuesen simples gripes. Eso no tiene sentido porque, sí más lo recuerdo, cuando estuve en La Zona y La Jungla me enfermaba.
—Y qué me dices de su cerebro.
—Intacto.
—¿Intacto? —Tano se mostró más sorprendida que Beatriz—. Pero sí la semana pasada descargamos un gigawatt de electricidad sobre la base del cráneo que protege su lóbulo frontal.