El márginado.
No había pasado ni un minuto he haber salido de casa cuando la lluvia empezó a caer aún más fuerte.
A pesar de que el gorro del abrigo cubría mi rostro las gotas de lluvia dificultaban mi visión. En ese entonces era una adolescente deseosa de información, ansiosa por saciar mi curiosidad.
La biblioteca de Quentin quedaba en el área comercial,el centro de Quentin. Nunca en mi vida había pisado la biblioteca,por esto cuando estuve frente a ella, por unos momentos dude pero me arme de valor y entre. Al hacerlo una campanilla sobre mi cabeza se removió supongo que avisando mi llegada, de inmediato un chico se hizo presente, el chico Daniels. Mejor conocido ,por mi, cómo el marginado. Haciendo caso omiso a su mirada inquisitiva me dirigí a los estantes los cuales estaban llenos de libros, busque por un buen rato sin encontrar nada, de vez en cuando giraba y notaba la intensa mirada del chico Daniels, cómo si temiera que me llevará algo y no lo culpaba, no es como si me viera como alguien confiable.
Después de varios minutos llegué a un estante inmenso lleno de diversos libros sobre la piel, observé de manera apresurada, varias portadas y hojee muchos de ellos hasta encontrar uno sobre exceso de pigmentación y el que le seguía, igual, no sabía si era lo que necesitaba pero era lo más parecido.
Ambos libros estában siendo registrados por el chico Daniels.
—¿Nombre de la solicitante? — pidió con la mirada en el computador situado de su lado del mostrador.
—Jeanne Elwood.
—Cuenta con una semana de préstamo. Este documento establece cuáles son sus obligaciones — explico mirándome con sus profundos ojos mieles— Firme aquí —inquirió señalandome el papel. Firmé sin siquiera leer lo que decía el papel.
El chico tomo un papel debajo del que firme y me entrego el original junto con una bolsa para envasar los libros y eso hice.
Al salir de la biblioteca me di prisa en volver a casa,por inercia voltee hacia la biblioteca en dónde, gracias a las luces encendidas, note a un señor como de la edad de mis padres, observandome desde la puerta.
Para cuando volví a casa y abrí la puerta ambos chicos se encontraban justo donde los dejé, no parecían haberse movido ni un milímetro. Deje la bolsa con los libros en una pequeña mesa del recibidor. Con pasos firmes caminé hacia la sala, en dónde estaban ellos, ambos parecían dormidos,del chico pelinegro no me pareció extraño, ya que seguramente estaba sedado por el dolor, pero el chico pelirrojo no había reaccionado en ningún momento desde que llegamos, preocupada me acerque a el, pero antes de tocarlo note que tenía una mano dentro de una, no podía tocarlo con las manos y la ropa mojada, por lo tanto decidí quitarme el abrigo, que no paraba de gotear agua, con el abrigo a medio quitar el timbre sonó.
¿El timbre sonó? La situación se estaba volviendo con cada momento más abrumadora, e incluso estaba empezando a asustarme. El timbre sonó nueva vez dos veces más y luego ya no más, ignore el suceso un poco asustada y termine de quitarme el abrigo, seque un poco mis manos, y ya con las manos secas tome la mochila y la abrí. Con una mano dentro sentí algo redondo, lo saqué y efectivamente era un extraño aparato algo redondeado por arriba y plano por debajo, con un hueco de un lado, el aparato tenía un color blanco en lo redondo y por encima una especie de código: MK1035228, lo puse de cabeza, notando que la parte plana era de color negro, poseía un cable como para conectarlo ¿Esto que es?
De repente la alarma interna de la casa empezó a sonar, lo cual me tomo desprevenida, causando que casi dejara caer el extraño aparato, lo deje en la mesa, en medio de los sofás.
De la nada un ruido extraño se escuchó en la entrada, para el siguiente momento ver desde la sala la silueta del chico Daniels en el recibidor. Por alguna extraña razón me relajo que fuera el y no otra persona, pero igual no podía estar aquí. Nos miramos sin decir nada, aún con la alarma sonando. Al notar que no tenía intenciónes de acercamiento, levanto una de sus manos mostrándome una bolsa plástica, idéntica a la que tenía sobre la mesa en el recibidor, de ella saco un libro, específicamente uno idéntico al primer libro que había tomado en la biblioteca.
—Olvido esto en el mostrador — declaró caminando hacia mi.
Mierda
—On, si, si, lo olvide, muchas gracias. Que buen servicio. — caminé más rápido que el y me puse justo en frente de el, tratando de taparle la vista, lo cual fue ridículo ya que era varios centímetros más alto que yo. Tome la bolsa junto con el libro de sus manos — Muchas gracias, ya se puede ir.
—¿Sucede algo? — cuestionó mirándome desde su altura.
— No,nada — conteste, para que al siguiente momento fuera sujetada por los hombros y movida hacia un lado como una caja vacía.
Genial.
Daniels dió unos pasos más, hasta estar en la sala, en dónde miro hacia arriba buscando de donde provenía el sonido de la alarma.
—Es un sonido muy molesto, ¿Por qué no lo apaga?
—Si, si, eso haré. Es muy tarde…— fui interrumpida a media oración.
—Puedo ayudarle con eso…
—No,no es necesario.—conteste con notable nerviosismo — Es muy tarde, en su casa deben de…—
—O puedo ayudarle con ellos — dijo señalando a los chicos en la sala.
Doble mierda.
Dejémonos de tonterías, quién entró en mi casa, sin mi consentimiento fue el, y estoy actuando como si fuera lo contrario.
—¿Cómo entraste aquí?
—La puerta estaba abierta. Ambas lo estában.
—¿Sabes que es un delito inrrumpir en la casa de alguien, estando o no la puerta abierta? — lo cuestione con la esperanza de que se asustara y se fuera. Aunque por la expresión de su rostro, creo que no.
—Me pregunto que pensará la policía de que alguien tenga en su sala a un chico herido y a otro más allá que aquí. Específicamente en la sala de la mansión Elwood. — Al decir esto se sentó relajadamente en uno de los sofás individuales, tendiendo los brazos en los reposabrazos, luciendo como el rey y señor del lugar.
Editado: 01.12.2024