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Capítulo 3:Supéralo

—No me esperaba tardar tan poco en encontraros. Ha sido un récord superado —el hombre sonaba bastante orgulloso.

Mika gruñó; sus ojos se tornaron verdes, igual que los mechones de su cabello. Sus uñas crecieron hasta convertirse en garras.

—Démosles tiempo, Spencer, todavía tenemos que preparar la cabina —escupió Rita.
—Sí, además, también necesitamos a Hope —añadió Spencer.

Rita y Spencer se marcharon. Entre nosotros cuatro reinó un silencio denso, como si el mundo se hubiera detenido, como si hubiéramos perdido el rumbo.

—Todo esto es por tu culpa —dijo Tammy entre lágrimas, clavando su mirada en mí.
—¿Culpa mía? —la piel se me erizó—.
—Desde hace años, mi hermano y yo hemos tenido que luchar, sobrevivir. ¿Y todo por qué? Porque tú querías buscar a una chica que ni siquiera sabías si estaba viva o no.
—¿Quién lo diría? ¿Cuánto tiempo llevas guardándote eso, Tammy? —mi voz temblaba—. Al principio yo estaba sola y lo descubriste. Y decidimos contárselo a Liam. Cuando todo se puso feo, os dije que lo mejor era no seguir, porque, al fin y al cabo, no tenía nada que ver con vosotros. Nadie os obligó.

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas.

—Tammy, sé que estás asustada, que mamá y papá ya no están, pero esa no es razón para echarnos la culpa —intervino Liam.
—Ni siquiera sabíamos quién era Mika. Y mira cómo estamos ahora… —replicó Tammy.

Mika se había soltado. Nos liberó a todos y decidimos movernos para buscar alguna salida.

—¿Cómo es que todo es tan fácil? —preguntó Mika con suspicacia.
—Algo tenía que serlo, digo yo —respondió Liam en tono de broma. Aunque parecía un comentario ligero, sus palabras ayudaron a apaciguar la tensión.

Avanzamos por los pasillos de una especie de fábrica abandonada. Nos colamos en un almacén enorme. Personas que antes estaban de acuerdo con la causa de Spencer Talbott habían trabajado allí, pero luego terminaron convertidos en cobayas.

—Chicos, mirad, hay una salida —Mika, siempre atenta, señaló una puerta con el cartel de EXIT.
—Eres increíble —dije, dándole un beso en la mejilla. Se sonrojó, tornándose verde, y se quedó perpleja.

—Vale, tenemos que pasar desapercibidos por el recibidor —Liam hablaba con un tono triste, pero no era momento de preguntar por qué.

Nos deslizamos por los huecos bajo las estanterías, hasta que ocurrió lo predecible:

—¡Eh, vosotros! ¡Salid de ahí!

—Buena idea, Einstein —soltó Tammy con sarcasmo.
—¡Callaos y corred! —gritó Mika.

Corrimos como si la vida nos fuese en ello. Una sensación de supervivencia me atravesó el cuerpo: debía hacerlo.

—Chicos, tenéis que confiar en mí. Estamos en el planeta Glandorf, debemos teletransportarnos.
—¿Qué te hace pensar que…? —empezó Liam.
—Liam, confía en mí.

Los tres luchamos contra quienes intentaban detenernos y corrimos hasta alcanzar una especie de portal.

---

Nos encontrábamos en la cámara secreta.

—Menos mal… Jajajaja. Otra vez vuelta a empezar. Cuando creía que ya nada podía empeorar… Joder, ¡si solo tengo 13 años! Y voy a cumplir 14 dentro de nada. ¿Por qué no puedo tener una vida tranquila? —Mika comenzó a estallar, transformándose de manera intermitente entre glandorf y humana.

—Maldita sea…

—Mika, cálmate —intenté apaciguarla, pero no resultó como esperaba.
—¿Calmarme? ¿Me estás diciendo que me calme? —su voz sonaba profunda, triste y peligrosa.

Retrocedí un paso a medida que ella se acercaba. Me asustaba lo que pudiera pasar, porque se estaba transformando. Mi espalda chocó contra la pared y, acto seguido, la palma de su mano también. Apoyó su frente contra la mía, y nuestras lágrimas se fusionaron.

—Mika…
—Calla.
—Pero, Mika…
—¡CÁLLATE!

Se alejó de golpe y salió de la habitación.

—Dale tiempo —Tammy puso su mano sobre mi hombro.
—Déjame tranquila —respondí, cansada.

Más tarde, me encontraba viendo la tele con Liam. Tammy había insistido en que Mika necesitaba un “toque más femenino”, así que ambas se habían ido a la habitación para distraerse y darse un cambio de aires.Yo seguía dándole vueltas a lo que había pasado antes, a como Mika había actuado .

—¿Cuánto van a tardar? Llevan 15 minutos ahí —pregunté.
—No seas impaciente. ¿No quieres ver preciosa a tu chica? Ay madre, ¿qué acabo de decir? —Liam se tapó la cara.

Reí, feliz.
—Jajajaja, pero si siempre está preciosa.

—Gracias, Nozomi —la voz de Mika me sacudió.

Me quedé de piedra al verla.

—Te has puesto la ropa que te compramos…
—Sí… ejem. Pensé que me quedaría bien.
—Estás estupenda.
—Gracias —sus mejillas se tornaron verdes otra vez. Dios, qué guapa estaba.

Llevaba vaqueros grisáceos que realzaban su figura, combinados con un top verde claro de tirantes y un bolero de mangas largas en un verde intenso. El escote tenía una pequeña apertura en el centro. Remató el conjunto con unas Vans verdes de suela arcoíris y su característico pendiente de girasol en la oreja izquierda.

—Wow —dijo Liam.
—Sinceramente creo que a todos nos vendría bien un cambio de look —comentó Mika.

Los dos hermanos se fueron a cambiar, dejándome a solas con ella.

—Me siento rara llevando escote —admitió, aún ruborizada.
—Tranqui, si no te gusta puedes cambiarte.
—No, me acostumbraré.
—No puedo aguantar más.
—¿A qué? —preguntó, confusa.

La besé. Estaba preciosa y no pude resistirme.

—Boba —rió Mika—. Vete a cambiar.
—Ven conmigo.
—¿Qué?
—Nada…

Me puse unos vaqueros flare blancos de talle alto, un halter top verde con flores rosas y verdes, y una gargantilla blanca.

—Vaya, estás muy guapa —me dijo.
—Gracias —respondí.

—Nozomi, siento en el alma cómo te traté antes —Mika me cogió de la mano. Yo la solté.
—Deberías controlarte. Siempre, de una forma u otra, descargas tu enfado en mí.




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