Una cosa es llevar la razón y otra muy distinta es tenerla
HOPEISWAR
Aquel día, volvimos a la cámara secreta. Esta vez, Mika controlaba desde el ordenador.
Siempre que nos transportábamos, utilizábamos un código"PX21-1601". Nada dejábamos al azar.
Nos adentramos en las salas interiores de la nave. Todas estaban organizadas de forma meticulosa: A1, A2, A3, A4... luego G1, G2, G3, K1. Las letras seguían un patrón, como si cada sala estuviera destinada a una persona en específico. Cada una con un número a su derecha, del uno al diez.
Avanzábamos por los pasillos en silencio, cuando algo nos obligó a detenernos
La fuente se encontraba en la M7.
Era como un estallido invisible. Una presencia palpable. Una fuente de energía tan poderosa que parecía atravesarnos la piel.
Enorme. Inmensa.
Pero algo más nos detuvo antes de entrar. En el pasillo, patrullaban Glandorfs. Llevaban collarines, y hojas verdes decoraban su indumentaria como si formaran parte de un ritual botánico. Eran extraños, ajenos incluso a lo que ya considerábamos extraño.
«Qué extraño», pensé.
Y entonces apareció él. Spencer. Con ese aire de grandeza forzada, esa arrogancia natural que le escurría por la boca.
—¿Cómo es posible que la bastarda de James sea amiga de Mika? —soltó, rodeado de otros como él.
La frase nos atravesó como una ráfaga helada. Liam, Tammy y yo nos quedamos clavados en el sitio.
—¿Se sigue acordando de ti? —preguntó Tammy, con la voz quebrada.
Los secuaces de Talbot giraron la cabeza hacia nosotros. Nos miraron como si ya supieran lo que éramos. Como si ya estuviéramos marcados.
Y entonces, corrimos.
Corrimos sin mirar atrás, sin pensar, huyendo del simple hecho de ser descubiertos, perseguidos, analizados, destruidos.
Nos refugiamos en una sala apartada. Encendimos la luz.
Y allí estaba. La fuente de energía.
—No puede ser... —dije, sin aliento.
Tammy se adelantó y la tomó entre sus manos. Era una esfera verde, cubierta de una escarcha sutil que brillaba como cristales rotos. En su interior, un girasol giraba lentamente, suspendido en el centro.
—Chicos —intervino Mika por el comunicador—. No creo que todo sea tan fácil. Os voy a teletransportar.
Yo también estaba preocupada. Llevábamos dos días con la fuente de energía, y aún no sabíamos cómo destruirla.
Para colmo, ninguno de nosotros coincidía en clase por las optativas.
Cada uno con su carga.
Mika y yo íbamos al programa bilingüe, pero eso no cambiaba nada. Yo era la única que compartía clase de tecnología con Mika , junto a unos amigos de Liam, que intentaron ayudarnos con el ordenador. Pero no podíamos contarles mucho. Casi nada.
Así que estábamos allí, en el salón, rodeados de incógnitas y sin recursos, con la fuente de energía frente a nosotros.
¿Por qué Glandorf no se destruía, si no tenía su fuente?
—Deberías saberlo, Mika. Sabes sobre estas cosas —espetó Liam, sin filtro.
—No puedo saberlo todo. Tú también podrías pensar un poco —respondió ella, a la defensiva.
—Por Dios... ¿quién te querría sabiendo lo que escondes? —Liam insistió, con rabia contenida.
—No nos cuentas nada de tu vida. Solo insinuaciones. Como si... como si fueras un monstruo.
—¿Qué cojones quieres que te cuente? —le gritó antes de poder contenerse.
—¡Callaos! —Tammy levantó la voz, buscando cortar el caos antes de que fuera a más.
Pero yo ya estaba avanzando hacia Liam, temblando, fuera de mí.
—¿Un monstruo? ¿MONSTRUO?
Sentí el cambio antes de que lo notaran ellos. Mis ojos ardieron. Se transformaron.
—¡Mierda! —grité. Un espasmo me recorrió la espalda. Caí al suelo, sujetándome la cabeza.
Todo se volvió verde. Cada forma. Cada sombra. Cada rostro. Todo teñido del mismo color.
Mika me cargó sin dudar.
—Nozomi… tranquila. Tranquila, por favor —susurró, su voz como una cuerda que evitaba que me despeñara del todo.
Me llevó a su habitación. Tammy y Liam venían detrás, sin saber si acercarse o huir.
Yo gritaba. No podía evitarlo.
Y entonces ocurrió lo inevitable.
Liam se acercó para alejarme de Mika. Como si ella me estuviera causando daño. Como si supiera algo que yo no sabía.
—No lo entiendes, Liam —le dijo, con la voz rota—. Es...
Muy sensible.
Peligroso.
—Chicos... por favor. Liam, para ya —rogó Tammy. Pero él no escuchaba.
Yo solo sabía una cosa.
Solo me sentía segura con una persona.
Y esa persona era la única capaz de calmarme.
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supervivencia en un mundo distópico, ciencia ficción oscura y distópica, drama secretos y traiciones
Editado: 01.08.2025