—Nozomi, qué susto me diste...
Pensé mientras me acercaba a la doctora, que me miraba con una mezcla extraña de respeto y nerviosismo. Supongo que eso pasa cuando eres la hija de alguien tan poderoso como odiado.
—N-no se preocupe, señorita Talbott... —balbuceó, con la voz entrecortada—. En quince minutos podrán verla.
Asentí, intentando ocultar la tensión que me atenazaba el pecho. A mi lado, Lily frunció el ceño y murmuró con molestia:
—Un segundo... ¿cómo que señorita?
Hace apenas un par de horas, los gritos de Nozomi llenaban la sala. Su piel tostada brillaba, húmeda de lágrimas, mientras se debatía en los brazos de Liam. Él trataba de calmarla, pero ella no cesaba en su llanto desconsolado.
—¡Liam, suéltala ya! —exclamé, mientras Tammy y yo forcejeábamos para apartarlo.
Los sollozos de Nozomi se entrecortaban con súplicas desesperadas:
—¡Mika, ayúdame! Te lo ruego...
Entonces, como si recuperara una fuerza nueva, Nozomi le gritó con rabia y Liam finalmente la soltó.
—Solo intentaba ayudar —murmuró él, con la voz baja y quebrada, buscando justificarse.
No pude soportarlo. La ira hervía en mis venas mientras le lanzaba un grito lleno de rabia y dolor:
—¡Pues para! Nadie te ha pedido ayuda.
El silencio que siguió fue denso, cargado de palabras no dichas y emociones contenidas.
—¿Nozomi, estás bien? —pregunté con la voz temblorosa.
Ella dejó de llorar y, cuando miré hacia ella, vi que se había desmayado.
Sin perder tiempo, llamamos a Lily y a Elliot para que nos ayudaran. Mi cuerpo temblaba, incapaz de reaccionar, mientras el miedo me consumía por dentro.
—Hay que llevarla al hospital enseguida —ordenó Elliot, con la voz cargada de alarma.
El viaje en ambulancia fue un torbellino de sirenas, luces rojas y pensamientos caóticos. Lily, a pesar de las lágrimas, intentaba calmar a Tammy.
—Tranquila, hija... todo va a salir bien —susurraba, aunque sus ojos delataban su preocupación.
En contraste, Payne mantenía una calma fría, mirando fijamente a Hope con una mirada que quemaba. Sabía que él era el responsable de todo este desastre.
Maldito seas, Payne.
En un impulso, me lancé hacia él, mis puños golpeando su rostro con una furia contenida.
—¡Te odio! —grité, mientras la sangre manchaba mis manos.
Lily intentó detenerme, pero estaba fuera de control.
—¡Mika, para! —clamó, mientras Payne me apartaba con fuerza.
Escupió sangre, desafiante.
—¿POR QUÉ ME ECHAS LA CULPA A MÍ? —vociferó, la rabia y el dolor mezclándose en su voz.
—¡PORQUE SIEMPRE HACES LO MISMO! ¿QUÉ PARTE NO ENTIENDES? ¡NO TE QUIERE! —respondí, con la voz rota pero firme.
Después de ese enfrentamiento, el silencio volvió a nosotros como un refugio necesario. Sin palabras.
Espero que estés bien, amor. No quiero perderte.
Las horas de espera fueron eternas. No respondían nuestras llamadas y la incertidumbre nos devoraba.
Finalmente, nos dejaron verla. Al entrar en la habitación, las lágrimas brotaron sin control.
Nozomi estaba despierta, pero el virus Glandorf la había dejado débil y frágil.
Como siempre, no podía quedarse callada. Montaba un escándalo que desafiaba su estado.
La doctora intentaba calmarla, pero Nozomi era testaruda.
—¡No quiero quedarme aquí! —gritaba, con lágrimas surcando sus mejillas—. ¡Quiero ver a Mika, quiero verla!
Me acerqué a ella, forzando una sonrisa entre mis propias lágrimas.
—Ey... ¿cómo te sientes? ¿Estás bien?
—Mika... me dijeron que tengo el virus y... —sollozó—. Lo siento mucho...
—No es culpa tuya, no digas eso —susurré con suavidad.
—Pensé que me iba a morir... que no volvería a veros nunca más.
—Claro que sí, cielo —dijo Eliot- No pienses asi-sintiendo el peso de la incertidumbre que nos pesaba a todos,Eliot la abrazó con ternura, y en ese instante, la fragilidad se mezcló con el amor que nos rodeaba.
Pero no podía dejar de pensar en Payne, y en cómo, a pesar de todo, no quería que se acercara a Nozomi.
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supervivencia en un mundo distópico, ciencia ficción oscura y distópica, drama secretos y traiciones
Editado: 01.08.2025