Cecilia Campbell
Mi determinación flaqueó como arribé a territorio extranjero, recordando mi pasado entre sentimientos mezclados. A Evaristo, lo conocí mediante la versión beta de una app de citas desarrollada por el Grupo Mirae. Me invitaron a participar por mis lazos consanguíneos y por mi popularidad como influencer. Dada nuestra interacción amada por mis seguidores, concretamos rápidamente una cita face to face patrocinada por la empresa. Habíamos hecho match, coronándonos como la pareja favorita en la app.
—¡Hola, queridos seguidores! ¡Hoy estoy en una cita con Evaristo, saludénlo! —di una breve introducción. Aún si le había comunicado de antemano que grabaría nuestra cita y obtener su consentimiento, tuvo una actitud tímida, por lo que en medio de la ronda de preguntas soltó con sinceridad:
—No podía creer que mi influencer favorita estuviera ahí, por eso, no me lo creí hasta la primera videollamada. —comentó. Y pese a que ese tipo de cumplidos solía ser el pan de cada día, me ilusionó. La plática continuó con la intervención de mis seguidores.
Esa había sido la primera cita. Mi único fin era promocionar la app para cumplir con el marketing para el que me contrataron. Sin embargo, una sonrisa llevó a otra y formalizamos nuestra relación. Desgraciado e infiel, me mordí los dientes. Habían pasado algunos días desde que llegué a esta isla, no obstante, no abandoné mi habitación. Me había confinado al no ser capaz de salir. Temía por mi reputación, considerando la cantidad de memes de mi boda y el trend que me hicieron. Suspiré, observando mi rostro demacrado frente al espejo. De repente, apareció una notificación del playstore.
“¿Cansada de la soltería? ¡Con DestinyApp encuentra a tu alma gemela”
—¿Es una clase de indirecta, uh? —susurré patética, leyendo que la notificación trataba acerca de la nueva actualización de esa app que hace mucho publicité. Apagué el celular. —¿Cómo si yo fuera a…? —iba a ignorarlo hasta que mi imagen destrozada me provocó… ira. Estaba fea por un hombre que ahora mismo salía a hablar porquería de mí, que nunca consideración por mi cariño y… bajé la cabeza, gruñendo. —¡Al demonio! ¿Si él conocía a mujeres estando conmigo por qué debo guardarle luto? —grazné fastidiada, entonces por impulso descargué la app por donde conocí a mi ex.
Mi determinación y orgullo volvieron a apoderarse de mí, por lo que de prisa confirmé mi presencia para el tour del mediodía. Cecilia Campbell, la influencer más cotizada y criticada del momento, no podía estar como llorona en su habitación. Me bañé con cólera, me puse mi mejor conjunto, mis accesorios y me maquillé con destreza como si se tratara de una gala de premios. Sí, debía seguir adelante. Ese pensamiento flaqueó más tarde y tras una hora de excursión, el calor me estaba derritiendo y provocando alucinaciones donde cometía una masacre contra mi ex. Mientras íbamos en una especie de bus preescolar, oyendo las explicaciones de la guía sobre las historias y supersticiones de esta selva, indicó:
—Por favor, todos atentos, en breve, pasaremos a convivir con una comunidad indígena, por lo que pedimos que no se separen del grupo. —instruyó el guía, levantando una banderita amarilla que parecía demasiado pequeña para semejante grupo de turistas desbordados de cámaras y gorras. —Repito, no se separen del grupo. La zona es segura, pero a unos cuantos metros adentro, coexisten algunas tribunas caníbales, así que… —continuó animoso, solicitando nuestra comprensión como adultos. Sin embargo, dejé de prestarle atención en cuanto bajamos y nos pusimos a bailar la danza ancestral de la tribu. Me tomé un millón de fotos y bailes, consumiéndose casi toda la batería.
Por protocolo, la guía nos proporcionó un tiempo extra para comprar recuerdos y demás artículos. Podía asegurar que fui la que más gastó en esa tienda, por lo que me dieron un trato diferenciado del resto de turistas que venían en pareja. Ugh, contuve mis arcadas al ver a todas las parejas acarameladas y sonrientes. Bueno, era un tour anexado a la luna de miel. Chasqueé no esperando nada hasta que mi celular vibró como loco y la pantalla se vio inundada por una notificación de la app de citas, insistiendo en:
“Alma gemela localizada. Alma gemela localizada”
Enarqué una ceja. El celular no paraba de vibrar y transmitir el mismo mensaje. ¿Acaso la nueva actualización se había basado en el kdrama de love alarm? No estaba de ánimo, por lo que intenté desbloquear la pantalla y borrar el aviso, pero…
“Alma gemela localizada. Alma gemela a… kilómetros de distancia”
De repente comenzó a enloquecerse y marcar la distancia.
“Alma gemela, alma gemela… este celular se bloqueará si no se encuentra con su alma gemela, alma gemela” Se hizo más difícil y testarudo que mi ex. ¿Por qué me preocuparía por si se bloquea? Bah, le resté importancia, sí, no me mataría estar incomunicada el resto del tour sin poder grabar nada para echárselo en cara a mi ex, no había problema, no… no había…
—¡Desgraciada app loca! ¡Hasta dónde más debo ir! —escupí molesta, corriendo como un verdadero lince a medida que las ramas me rasgaban la ropa y la piel, no siendo suficiente porque el sol comenzó a ocultarse. —¡Al menos, me dejó activar la linterna! —aplaudí sin gracia, aumentando mi ritmo para acortar la distancia que marcaba la app. Corrí y corrí hasta quedarme sin aliento.