Toda la historia comienza cuando se presenta un personaje, pero antes me gustaría hablarte un poco sobre mí...
Hace un año comencé a recorrer este continente con mi grupo de cuatro amigos, incluyéndome, claro. Aunque ahora estamos dentro de una mazmorra, nos enfrentamos a varios monstruos de nivel intermedio, entre duendes y serpientes gigantes...
La mazmorra era nueva y no había sido descubierta por los humanos. Gracias a eso, los monstruos proliferaron y empezaron a salir al exterior de la mazmorra, dañando la fauna local.
Lo que antes era una tierra fértil para la caza, la recolección de frutas y hierbas medicinales fue devastada por los duendes y serpientes, afectando los alrededores del pequeño pueblo de "Sandiie", el cual era una villa centrada en el comercio.
Mis compañeros y yo, mientras pasábamos por los alrededores del pueblo, vimos el desastre en la zona y nuestro líder se percató del verdadero problema...
Seguimos el rastro de los monstruos hasta esa pequeña mazmorra y nos pusimos manos a la obra.
No había prisa por completar la mazmorra, fuimos lenta y minuciosamente barriendo el lugar, con el objetivo de llegar a la fuente de mana de la mazmorra, la cual curiosamente estaba protegida por una serpiente más gigantesca que las demás serpientes hasta ahora, se notaba que era el jefe de la mazmorra.
Nos detuvimos frente a la recámara del jefe; Aun desde afuera podíamos observar a la gran serpiente por las grandes grietas de la pared. Viendo la situación, nos reunimos para planear la estrategia para derrotar a ese reptil gigante.
El líder de nuestro equipo, un caballero ligero con una hacha de mango largo y una apariencia juvenil, exclamó:
"Bueno, chicos, la formación de ataque de siempre. Eduard, ve a la vanguardia y protégenos del daño".
Eduard era un caballero pesado formado en la defensa, aunque tenía una espada corta, no era bueno repartiendo daño.
"Amelia, tú me respaldarás en la ofensiva con magia de hielo e intenta no apuntarme por error."
Amelia era una hermosa maga elemental que se especializaba en magia ofensiva. Podía hacer magia de aumento de estadísticas, pero no era muy buena en eso y solíamos reservarlo para situaciones de emergencia.
Amelia, con una cara amargada, le respondió a nuestro líder:
"Cierra la boca, solo fue una vez y fue tu culpa, hombre tonto, y ya me disculpé, Yubel" - ese era el nombre del caballero con el hacha de mango largo - "¿Y qué posición tomará el pequeño sacerdote?", dijo Amelia mirándome a los ojos con una sonrisa descarada.
"No lo llames así. A Ester no le gusta que le digas así desde que éramos niños", exclamó Yubel.
Ester... ese es mi nombre. Indiferente a la conversación, digo: "Solo me encargo de manteners vivos mientras tomo distancia del jefe. Vamos, ya hemos hecho esto muchas veces y no me enoja que Amelia me diga así... pero solo ella; ustedes no, zoquetes".
"Bueno, da lo mismo. A la cuenta de tres, van detrás de mí. Yo llamaré la atención del reptil", dijo Eduard.
La pelea no fue nada destacable. Eduard comenzó atacando la cola de la serpiente con su espada corta para después usar su escudo de adamantina para repeler el mayor daño mientras que Amelia conjuraba su hechizo...
"Sagrada doncella del lago, permíteme moldear el agua de tus ríos en la tumba para mis enemigos, ¡Ataúd de Hielo!"
Una vez lista, Amelia lanzó su hechizo. Su efecto fue potente, congelando a la serpiente, la cual quedó paralizada.
Yubel, con una hacha de mango largo, fue directo al cuello de la serpiente...
Ese monstruo puede ser un jefe de mazmorra, pero sigue siendo un ser vivo... puedes tener mucha mana, pero que te corten el cuello siempre es fatal y yo... no fui tan útil; mi magia curativa no hizo falta, o eso pensé...
Bajamos la guardia y olvidamos el rigor post mortem.
Algunas serpientes, cuando les cortan la cabeza, esta y su cuerpo se siguen moviendo por un tiempo indefinido, y esa serpiente comenzó a moverse frenéticamente haciendo que la cueva se empezara a derrumbar.
Yubel se percató un tiempo y gritó: "¡Cuidado, Amelia!" pero un montón de piedras estaban a punto de caer sobre Amelia...
En ese momento, Eduard la empujó recibiendo el golpe de lleno.
Ese reptil decapitado estaba causando un desastre aún peor del que haría estando vivo, por lo cual me tocó atacar. Te preguntarás qué puede hacer un sacerdote.
Pues muy simple...
No soy ningún sacerdote; la curación y la degeneración van de la mano.
Las enfermedades más mortales son aquellas en las que las células que deben curar el cuerpo no lo hacen; en cambio, dañan el organismo, destruyendo el sistema inmunológico.
Mi maestro me enseñó tanto las santas escrituras como la anatomía de los seres vivos para dominar esta técnica...
Corrí directamente hacia la serpiente, poniendo mi mano en su fría piel, gritando:
"Magia degenerativa, ¡PARALIZAR EL SISTEMA NERVIOSO!"
El efecto es similar al veneno de algunas arañas, corrompiendo el sistema nervioso, haciendo que el cuerpo decapitado de la serpiente se entumezca y se quede quieto...
Lo suficiente para que Yubel hiciera un corte horizontal y la serpiente quedara completamente inerte, excepto la cabeza, la cual se movía aún, pero solo basta con mantener las distancias.
Yubel me felicita por mi trabajo, pero aún no he terminado...
Eduard recibió mucho daño en el combate. Una de las piedras era muy afilada y atravesó su pierna izquierda. Eduard, como guerrero pesado, tiene una curación pasiva que permite curarse solo, después de cierto tiempo, pero todo tiene su límite y, viendo la gravedad de sus heridas, me toca curarlo.
"CURACIÓN ACELERADA".
Recito este corto conjuro para curar a mi compañero. Se supone que la magia de curación no es muy difícil; solo es el trabajo normal de un clérigo. Pero hay una sutil diferencia:
Cuando daño un cuerpo con mi magia degenerativa, gano vitalidad, y si curo, la pierdo.