Una vez finalizada mi corta visita a la iglesia, llegué a nuestra nueva casa.
Mis compañeras dejaron la puerta de la reja abierta, así que pude entrar sin problema y cerré la casa con candado.
Desde afuera, podía escuchar a las chicas discutir:
“La habitación más grande debe ser de mi amo.”
“No estoy de acuerdo, la señora Raiza, como mujer, necesita más espacio.”
“Eso es mentira, no ves que la jefa se quedó durmiendo en el sofá de la sala.”
Ese par de idiotas se estaba peleando por una simple habitación. Ignorando su pelea, entré en silencio a la primera habitación que vi, me metí en la cama y dormí como una piedra.
…
Esa noche soñé que estaba tomando la mano de Amelia.
Creo que fue el día en que se perdió después de intentar escapar del orfanato. En esa época, Amelia era nueva en ese lugar y ella sí pudo conocer a su madre, a diferencia de mí, que nunca conocí a mis padres.
Ella aún no aceptaba la muerte de su madre y quiso escapar del orfanato para buscarla…
“Mamá, ¿dónde estás?” gritaba la pequeña Amelia mientras lloraba.
En su inocencia, la buscó en el pequeño bosque detrás del orfanato.
Sus gritos atrajeron a unos perros callejeros que asustaron mucho a la pequeña Amelia. Cuando los vio, salió corriendo, tropezando en el piso.
Yo solía jugar mucho en ese lugar y pude ver todo desde la distancia…
Fui corriendo y me puse entre ella y los perros. Para Amelia debió ser un momento aterrador; sí, esos perros daban miedo, pero eran muy dóciles.
“¡Fuera, perritos, fuera!” grité en voz alta.
Los perros movieron la cola y se fueron caminando.
Miré hacia atrás y Amelia estaba llorando y tenía las rodillas raspadas.
Tomé su mano y lentamente la llevé a la enfermería del orfanato, desinfecté sus raspones con alcohol y le puse vendas en las rodillas. Sé que le dolió, pero ella lo soportó como una campeona y me dio las gracias aún con lágrimas en los ojos.
Recuerdo ese momento con cariño, ya que fue la primera vez que curé a Amelia.
…
Me levanté escuchando un montón de ruido.
“Por Dios, que no estén peleando esas dos tontas de nuevo.”
Noté el aroma de Chizze en mis sábanas, así que debió haberse metido en mi cama de nuevo, pero se levantó antes que yo…
…
“Oh, mierda, me levanté tarde. Debo ir a la empresa mercenaria. Ese tipo me dijo que fuera temprano.”
Me vestí con mi traje de sacerdote y, cuando salí de la casa, vi algo que no me esperaba.
“Amo, ya despertó. Venga con nosotras. Estamos disfrutando de la piscina. También tenemos buen vino y muchos bocadillos para comer.”
No me esperaba ver a mis tres compañeras en trajes de baño tomando sol en la piscina. Tenían toda una fiesta privada.
Chizze comía mientras disfrutaba del vino, Raiza se estaba bronceando y Kharla disfrutaba nadar en la piscina. Me sentí muy tentado de unirme a ellas…
“Lo siento, Chizze. Tengo planes. Creo que podría conseguir un trabajo en la empresa mercenaria nacional de Khisphe. Aunque no es seguro, creo que es mejor que vaya solo.”
Raiza se quitó los lentes de sol, me miró a los ojos y preguntó: “¿Estás seguro de que puedes hacer esto solo?”
Respondí: “Por supuesto que sí. En el rescate de los ogros del bosque hiciste casi todo el trabajo. Puede que no tenga el don del héroe, pero puedo y quiero ser de más ayuda esta vez. También sé que estás cansada; te mereces una semana de descanso.”
“Amo, ¿quiere que Chizze lo acompañe?” me preguntó Chizze con las orejas caídas.
“No, es mejor que yo vaya solo por ahora. Tal vez otro día necesite tu ayuda, pero hoy toma el día libre.” Chizze comenzó a mover la cola.
“Muchas gracias, amo.”
Kharla nos interrumpió: “Ten un lindo día, Ester. Nosotras disfrutaremos de la piscina por ti. Solo déjame ayudarte con una cosa…”
“Santa bendición que solo los fieles pueden apreciar, esa fortaleza invisible que nos brindas, ayuda a este simple mortal a superar las más grandes batallas. Fortaleza.”
Kharla comenzó a recitar un conjuro y, cuando terminó, sentí que hizo algo a mi cuerpo.
“Acabo de mejorar tu percepción del ambiente. Ahora prestarás más atención a los detalles simples de forma automática, sin desgastarte. Eso te ayudará a conseguir información y podría ayudarte si te metes en problemas. Ahora sí, adiós, Ester,” dijo Kharla mientras seguía disfrutando de la piscina.
…
Salí de casa y tomé un carruaje.
Le dije al conductor que me llevara a la empresa mercenaria nacional de Khisphe. Tomó una ruta algo extraña; creo que era una ruta turística, ya que noté que dio vueltas sin sentido.
Generalmente no notaría eso, pero creo que el conjuro de Kharla me hizo más consciente de mi entorno.