Expulsado del equipo del Héroe por tener el pito corto

Capítulo 5 Ester el mercenario

Me levanté en mi cuarto.

Chizze estaba dormida a mi lado; esta vez, era ella quien me abrazaba. Aunque estaba durmiendo, se veía algo cansada.

Creo que la preocupé de más.

“Ya despertaste. Déjame adivinar: abusaste de tu magia regenerativa, te quedaste sin vitalidad y colapsaste… Eres tan patético que no pudiste pedirme ayuda.” La elfa me dice esas palabras con una cara enojada.

Raiza se acerca a mi cama y toma mi mano derecha con su mano izquierda.

“Ya vamos, hazlo rápido. No querrás preocupar más a Chizze.” Uso mi magia degenerativa en Raiza y recupero mi vitalidad.

“Gracias, Raiza, por dejarme encargarme de esto. Quiero ser útil para el grupo.”

Raiza me da un golpe delicado en la frente y me dice:

“Vaya, que sí eres tonto. Este grupo existe gracias a ti; sin tu intervención, ni siquiera nos hubiéramos conocido. Ahora despierta a Chizze, que el almuerzo ya está listo.”

Raiza preparó bollos de carne picante extra grandes para todos nosotros. Ya despiertos, Chizze y yo tomamos asiento.

Tenía bastante hambre, así que mientras comía uno de los bollos, le pregunto a Raiza:

“Oye, elfa experta en la cocina, ¿cuánto tiempo estuve dormido?”

“Fueron tres días.”

Casi me atraganto con el bollo. Tomo algo de agua, trago la comida y digo: “Vaya, me perdí mi cita con Rammus con todo lo que me costó atrapar al maldito mocoso.”

Terminé rápidamente mi comida y salí corriendo rumbo al gremio.

En la puerta de mi casa, me encontré con el padre de William.

“Espera, ¿qué haces aquí? Si estás buscando a William, no está conmigo.”

El hombre responde: “Tranquilo, ya tuve tiempo de digerir todo lo que pasó. Sé que es algo tarde, pero muchas gracias por ayudar a mi familia.” El hombre baja la mirada, algo avergonzado.

“Solo hacía mi trabajo de la forma más conveniente para mí; no me debes nada.”

“En eso se equivoca, jefecito. Usted me contrató para limpiar su casa, ¿o ya se olvidó?”

Es verdad, no recordaba que le di algunas monedas de plata. Creo que será conveniente. Contraté servicio de jardinería y para la piscina, pero dentro de la casa hay mucha basura. Raiza es buena cocinando, pero la cocina está hecha un desastre…

“A propósito, jefecito, le traje una carta de parte del señor Rammus Esskobar. Fui a preguntar sobre usted al gremio y me encontré con el señor Rammus. Me dijo dónde vivía y que le entregara esta carta.”

El hombre me entrega la carta. “Bueno, ya que estás aquí, pasa para presentarte con mis compañeras.”

En ese momento, noto que los hermanos de William también están acompañando a su padre.

“Hola, hermano mayor. Espero que no te moleste que acompañáramos a papá.” Acaricio la cabeza de los niños y los invito a pasar.

Una vez todas mis compañeras están reunidas en la sala de la casa, digo:

“Bueno, chicas, sé que ya notaron que esta casa está muy sucia. Por eso me tomé la molestia de contratar a…” Susurro en la oreja del padre de William: “Oye, ¿cómo te llamas?”

“Mi nombre es Trevor, jefecito.”

“Como decía, me tomé la molestia de contratar a Trevor. Él se encargará de la limpieza de la casa y vendrá a limpiarla cada dos días, junto a sus hijos. Por favor, sean amables con ellos.”

Ignorando mis palabras, Raiza se acerca a los niños.

“Niños, acabo de preparar bollos picantes; creo que ustedes dos tienen hambre. Vamos a comer afuera, en la piscina, para que papá pueda limpiar la casa en paz.”

Mis tres compañeras se dirigen a la piscina mientras yo me quedo solo con Trevor.

“Bueno, jefecito, comenzaré limpiando la cocina.”

Me quedo solo en la sala, así que me siento en el sofá y leo la carta que me mandó Rammus.

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Hola, pequeño sacerdote:

Me enteré de la escena que hiciste en el casino.

El gerente de ese lugar estaba muerto de miedo; el hijo de puta robó el dinero de la caja fuerte del casino y huyó de la ciudad.

Gracias a ti, mi gremio tiene más trabajo. Bien hecho, Ester.

Seguro te preguntarás cómo supe dónde vivías para entregarte esta carta. Resulta que el conductor de la carreta que te llevó a casa era amigo mío y me contó que te desmayaste.

Supongo que la paliza que te dieron fue peor de lo que pensé… Así que supongo que faltaste a nuestra reunión porque tenías un sueño muy pesado, dormilón.

Y suponiendo que sigues vivo para leer esto, te estaré esperando en el gremio; solo no tardes mucho que tengo más trabajo para ti.

Por cierto, ya estás contratado, aunque no puedo pagarte por el trabajo que acabas de hacer porque eras un pasante. Lástima, reglas del gremio. En fin, te espero en mi oficina.

Con amor firma Rammus.

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