Expulsado del equipo del Héroe por tener el pito corto

Capítulo 7 El Ajedrecista

Ya era de noche y escuché una voz que provenía de la sala de mi casa que decía:

"Ester, Chizze, ya llegamos. Lamentamos la demora; pasamos dejando a los niños con su padre y nos invitaron a cenar. Los niños realmente se divirtieron", dijo Raiza.

Kharla agregó: "Chizze, te trajimos bocadillos y también compramos camisetas para los dos. Además, me hice un pequeño tatuaje en el hombro. Ester, ayúdame a cicatrizarlo correctamente como agradecimiento por la camisa."

Estaba considerando hacerme el dormido, pero decidí vestirme y salir a la sala a ver a mis camaradas.

"Me da mucho gusto que se divirtieran. Cuando regrese de Dredprism, también les traeré un regalo. Por cierto, necesitaré una moneda de platino para los preparativos de nuestro viaje."

"Sí, lo que tú digas, sacerdote. Ahora cicatriza mi tatuaje."

Acerqué mi mano con cuidado para terminar de cicatrizar el tatuaje de Kharla.

Ella se tatuó unas flores de color violeta; no conozco el tipo de flor exacta que se tatuó, pero lucían muy bien.

Una vez estuvo cicatrizado y libre de infecciones, tomé mi camiseta y la de Chizze y me retiré con la excusa de que tuve un día pesado.

Ellas no hicieron más preguntas y me fui a seguir durmiendo porque, en verdad, me dolía la mente y el cuerpo.

Y si te lo preguntas, eran camisetas playeras con las palabras: "Una persona que me quiere mucho me trajo esta camiseta desde Cuencas".

No era mi estilo, pero admito que me gustó mucho.

...

Cinco días después, tuve que ir a Dredprism acompañado de Fernnanda Abrahán para realizar el trabajo en el hospital.

Cruzando la frontera, tuvimos que pasar por cinco controles fronterizos. En cada uno de ellos se revisaban nuestros documentos y pasaportes, así como el contenido de nuestra carreta comercial.

Creo que entre todos los controles nos tomó más de una hora cruzar la frontera; nunca pensé que quedarse quieto sentado fuera tan cansado.

Una vez pasamos todos los controles, llegamos al hospital que está cruzando la frontera. Si no fuera por esos controles, hubiéramos llegado en diez minutos corriendo a pie.

Esta es la primera vez en mi vida que una frontera me golpea tan fuerte.

Del otro lado de la frontera, la gente se ve diferente y tienen casas con formas y decoraciones diferentes, enfocadas en el nacionalismo de este país.

Es similar a lo que vi en los recuerdos de Raiza.

Aunque también hay rastros de la cultura de Khisphe en algunas casas y vi personas con los tatuajes típicos de la cultura de Khisphe.

En el camino al hospital, en verdad observé con mucha curiosidad todo este lugar.

Una vez entramos al hospital, descargamos los medicamentos y hierbas medicinales para su uso.

Cuando finalizamos, Fernnanda me dijo: "Gracias por tu ayuda, Ester. Ahora viene lo difícil. Los pacientes que verás son sobrevivientes de la zona de guerra de Amster. Lo que verás en sus cabezas puede ser horrible de presenciar, así que esta es la última oportunidad para retirarte."

Tomé a Fernnanda de los hombros y, mirándola a los ojos, dije: "Nunca he estado más seguro de algo en mi vida."

Solo pensaba en continuar mi viaje y que si esta misión fracasaba, dejaría muy claro que soy el miembro más inútil del grupo, o al menos siempre me he sentido así.

Noto la cara de Fernnanda… creo que la hice enojar.

"Ya lo suponía, eres un mujeriego igual que Rammus. En fin, sígueme." Me siento tan avergonzado y extrañamente culpable que me quedo callado y la sigo hasta una habitación.

En la habitación, hay un hombre en una silla de ruedas. Veo que tiene mucha salud, pero extrañamente tiene el aroma de la muerte.

Al parecer el hombre está consciente, pero debe estar medicado para estar así de tranquilo.

Fernnanda me presenta a ese hombre:

"Este hombre se llama Darlick, el famoso general y estratega militar del Imperio de Dredprism.

Su caso es curioso.

Lleva casi toda su carrera militar luchando en la zona de guerra en el Reino de Amster. Ganó casi todas sus batallas, es respetado entre sus subalternos y se retiró con los máximos honores. Básicamente, es un héroe militar, pero la causa de su salida del ejército fue un intento de suicidio.

Ocurrió después de una premiación a las tropas sobrevivientes, donde lo condecoraron por sus logros en la guerra. Pero al día siguiente de recibir ese premio, una sirvienta lo encontró sufriendo una sobredosis de fármacos y dejó una nota disculpándose con un montón de compañeros soldados.

No tiene esposa ni hijos; se desconoce si tiene más familia directa. Solo tiene un sobrino que no lo visita, pero paga todo su tratamiento. Supongo que se preocupa por él a su manera.

En fin, ahora es tu paciente. Lo dejo en tus manos."

La puerta se abre y entra una enfermera, aunque en ella resaltan sus enormes músculos.

Es obvio que la enfermera es un soldado entrenado, básicamente su guardaespaldas.

"Dejo a esta enfermera para que te ayude. No le pongas las manos encima; ella no es tan amable como yo."

Fernnanda se va de la habitación con una sonrisa en la que noto algo de enojo. La enfermera se para junto al general retirado y suavemente lo coloca en la cama. No dice ninguna palabra y me observa atentamente.

"Gracias por la ayuda, señorita."

La enfermera me mira, pero se queda callada. Creo que no le gusta hablar. Pongo mi mano en la frente del general y conjuro:

"Espíritus de la memoria, bendíganme con su presencia y otórguenme la fortaleza para curar los sueños rotos. Sanar la mente".

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Estoy en el nacimiento de un niño. Algo me llama la atención…

Una joven mujer está sola con los médicos. No veo a ninguno de sus familiares en ninguna parte.

Una de las enfermeras se lleva al bebé recién nacido lejos de su madre.

El bebé es cuidado por las enfermeras del hospital y, unos días después, le entregan al bebé a una familia que se nota son gente noble.




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