Aquel espectro que salía de la tierra estiraba sus brazos largos y dedos encorvados, la piel grisácea con el aspecto cadavérico caminando en cuatro patas de una forma salvaje y espelúznate que sus dedos agarraban un puñal grande de tierra dejando la tierra hueca, cada vez se acercaba a nosotros mientras abría la boca cuya era enorme con muchos dientes parecidos a agujas gruesas que salían hilos transparente de la saliva que se estiraban hasta caer al suelo era un espectro que demostraba hambre voraz, sus costillas y brazos se movían hasta torcerse salvajemente y escuchar el crujir de los huesos de la forma más tétrica su aroma era cobre y metal mientras que sus ojos cada vez crecían al acercarse a nosotros con aquella mirada de hambre, sus brazos podían quebrar la raíz de los arboles cuyos caían tras otros despedazados. Intenté detener las paginas del libro, pero estas se movían rápidamente con violencia hasta hacer heridas en mis dedos parecían hojas afiladas como una cuchilla así que solo me quedó la opción de cerrar el libro. Kennedy me agarro del abrigo intentando levantarme del suelo y al momento que me levanté procedí a correr con él. La bestia al vernos huir desencadeno una furia con el grito fuerte que desprendió muchas hojas de los arboles en el bosque, pero en mi cabeza escuchaba una melodía extraña como cantos y gritos de muchas personas al mismo tiempo, el camino cada vez se ponía muy estrecho y los arboles se juntaban como impidiéndonos a que encontráramos una salida, mientras que sobre nosotros caían plumas negras eran plumas malditas que al caer en el suelo era una forma de alimentar a otros espectros que sacaban sus manos debajo de la tierra, los troncos de los arboles tornaban color negro un negro que absorbía la luz convirtiendo el bosque en un lugar donde cada vez que corríamos y huíamos alejándonos se volvía mucho más oscuro, guarde el libro en mi mochila, pero el cielo tornaba de un color extraño un rojo intenso que con la nubes pigmentaban las hoja de los árboles, cuando seguíamos corriendo las ramas de los árboles se movían como serpientes que intentaban mordernos y atacarnos solo podía golpearlas con la mochila evitando que me mordieran, de repente una serpiente clavó sus colmillos afilados en la mochila jalando con mucha fuerza con la intención de arrebatarla de mis manos, hice fuerza y Kennedy me ayudó a jalarla, pero vimos como se acercaba el espectro con la furia que reflejaba una llama de fuego en sus ojos y sus brazos largos que destruían los arboles cada vez que avanzaba, no tuve opción que abrir la mochila y sacar el libro dejando la mochila clavada en los dientes de la serpiente, sentíamos como el suelo temblaba y de pronto Kennedy y yo escuchamos voces extrañas que parecían provenir de muchos niños, eran voces extrañas era un enigma tampoco se sabía la dirección de donde eran los sonidos, pero cada vez que corríamos Kennedy y yo sentíamos que estábamos corriendo en círculos, veíamos los mismos arboles estábamos perdidos como si corriéramos sin dirección, la bestia extendió su brazo y solo con tocarme pudo lanzarme sobre varios arboles quebrados que estaban en el suelo, toqué mi cabeza y mi mano estaba rojiza estaba herido, pero aun así tenía el libro en mis manos la bestia al ver que aun estaba intentando levantarme. Se acercaba a mi como león que corre a devorar su presa con aquella violencia y mandíbula que abría cada vez más con la intención de tragarme, pero con toda mi fuerza lancé el libro al aire en dirección a Kennedy cuando el agarró el libro procedió enseguida a correr tomando diferente dirección. El espectro al ver esto prefirió alejarse de mi y corrió hacia la dirección que corría Kennedy al ver que él estaba alejándose aproveché y me levanté, sentía dolor en mis piernas y al levantar la tela sobre mi piel había algunas estillas clavadas en mi piel, el dolor era desgarrador y decidí sacar las astilla, cuando terminé desde lejos vi a mi doble observándome detalladamente, mientras jugaba con la daga que llevaba en su mano con aquella sonrisa retorcida, al momento que me levanté y di varios pasos hacia atrás el caminaba acercándose a mi mientras jugaba con la daga cuya giraba como como si fuera un lápiz que bailaba con ayuda de sus dedos, me entró el pánico y empecé a correr desesperado, al ver hacia atrás el me seguía sentía que cada vez miraba hacia atrás estaba más cerca de mí, salté varias ramas que estaban incrustadas en el suelo, pero sentía el dolor desgarrador en mis piernas estaba adolorido al mantener varias heridas abiertas. de repente me sentía atrapado por todo los arboles cada vez era estrecho y no sabía en donde estaba mi amigo El aire se volvió denso, casi sólido, como si la niebla quisiera devorarme. Cada respiración dolía, y el eco de mis propios pasos resonaba distorsionado entre los árboles.
—¿Dónde estás? —susurré, con la voz quebrada.
Nadie respondió.
El bosque se retorcía, cambiaba. Los troncos parecían girarse lentamente, observándome con sombras que se curvaban como rostros deformes. Sentía que cada rama que rozaba mi piel lo hacía a propósito, como si intentara detenerme.
De pronto, un sonido metálico cortó el silencio. La daga… su daga.
Giré bruscamente, y allí estaba. A unos metros, entre la bruma. Su silueta era idéntica a la mía, pero sus movimientos no. Caminaba con una calma enfermiza, ladeando la cabeza de una forma antinatural, como si estuviera estudiándome. Su sonrisa era idéntica a la mía… pero vacía.
Mis piernas temblaban, quería correr, pero sentía que, si lo hacía, él aparecería frente a mí, como si el bosque lo obedeciera. Detrás de él, las sombras parecían alargarse, tomando formas humanas que se disolvían apenas las miraba directamente.
—¿Qué eres…? —pregunté, sin esperanza de respuesta.
Mi voz se perdió entre el susurro del viento, y entonces lo escuché.
Mi propia voz… repitiendo la misma pregunta.
Pero no era eco. Venía de él.
—¿Qué eres? —repitió, con mi tono exacto, con mi respiración, con mi miedo y luego soltó una carcajada que heló mi sangre.