—¡¿Nora?! ¡Nora! ¡Responde! —dijo el intercomunicador—. ¡Caí con Marcel a las alcantarillas! ¡Regresaremos por ti!
¿Por qué tenías que ser tú?
El frío se le metió en los huesos como una aguja lenta. Tendida de lado, con una pierna doblada bajo su propio peso, no hizo intento para acomodarse. Parpadeó. Una vez. Dos.
Frente a sus ojos, los fragmentos de los cables brillaron apenas con un pulso muerto. No los apartó. No estiró la mano. Ni siquiera comprobó si aún podía hacerlo.
La voz de Erick por el intercomunicador le llegó como si viniera de otra habitación… de otro universo.
Tal vez, si se quedaba lo suficiente ahí, todo regresaría al momento anterior a su grito.
Al segundo en que aún no había dicho su nombre.
Tragó saliva. No la sintió al bajar.
¿En dónde estuviste todo este tiempo?
El pecho le dolió sin doler. Las lágrimas no salieron. Su respiración entró a trompicones, como si ella también dudara de seguir.
Y, por un instante, Nora no intentó moverse.
No por miedo.
Sino porque algo dentro de ella ya había aceptado que, aunque se levantara, igual lo había perdido.
El brusco golpe de botas contra el pavimento se escuchó al otro lado. Marcel, con el brazo izquierdo aún caído, corrió junto a Erick.
—¿Rohan? ¿Cuál es tu posición? —Apretó con fuerza los dientes. El chirrido metálico, seco, fue su única respuesta.
La comunicación se cortó. Un ladrillo cayó entre los escombros.
—No puedo responder ahora.
Su respiración, irregular. La sangre se esparció por toda su mano, mientras Lyra, con los ojos cerrados, perdía color.
—No puede morirse. No aquí. No ahora. —Las manos le temblaron al buscar en su bolsa. Estas resbalaron. Se empapó enseguida. Donde debía haber un brazo, solo quedó un borde irregular.
¿Dónde está la venda? ¿Dónde? ¿Dónde?
Reflejos del sol entraron por los agujeros. Tapó su nariz cuando un olor putrefacto la penetró.
—Detuve la hemorragia—dijo el ojo desde el cuello de Lyra. La respiración de Rohan se detuvo—. Usé parte de la carne que consumió, pero es temporal. Necesita carne para regenerarse.
—¿Carne? —murmuró. Un gruñido lejano retumbó en sus oídos—. No tengo a la mano…
Mano.
Miró hacia la suya. De repente, le pesó más.
—Solo tu mano no la regenerará por completo. Aun así, será más rápido. En cambio…
El reflejo de los cadáveres al fondo apareció ante Rohan. Se detuvo por completo. La boca, abierta.
—¿Qué pasará con los cadáveres?
—Tardará más, pero será completo. Puede tener imperfecciones y consecuencias hacerlo.
El silencio cayó de golpe, pesado, como la carne que aún no se atrevía a tocar.
Volvió a mirar su mano. La abrió. La cerró. La sangre de Lyra le recorrió las líneas de su palma, queriendo no pertenecerle a él.
Si es solo la mano…
Un pensamiento rápido. Asquerosamente rápido. Imaginó el corte. El dolor. La carne separándose. Imaginó también a Lyra despertándose.
Su estómago se revolvió.
—Yo… —la voz le salió incompleta. Quebrada.
El gruñido volvió a escucharse, cada vez más fuerte. Tembló como si ya se estuviera desangrando. Lyra no reaccionó. Su pecho apenas subió.
No tengo tiempo.
Apretó su muñeca con la otra mano. El dolor no fue lo que le dio miedo.
Era lo que pasaría después.
Lo que vendría luego de quedarse sin ella.
Cerró los ojos con fuerza. Y lo volvió a abrir hacia los cuerpos.
El olor le golpeó aún más fuerte ahora. Podrido, imposible de confundir. La boca torcida en una mueca que parecía reírse de él, se reflejó en un rostro sin vida.
—… usaré los cadáveres—dijo, con un hilo de voz.
No miró a Lyra al hacerlo. El ojo parpadeó lentamente.
—Entendido. Trae el tejido y yo lo asimilaré.
Rohan crujió los dientes con fuerza.
No fue la valentía lo que eligió. Fue lo menos que le costaba perder.
Caminó. No miró lo que tomó. El peso muerto se deslizó entre sus dedos. Desprendió el filo de su cuchilla hasta tragar saliva.
—Creo saber cómo matar al ghoul —la voz crepitó en el intercomunicador—. Apenas puede moverse. La forma más rápida de hacerlo…
Un sonido húmedo se perdió entre los escombros.
El sudor, frío, llegó a la yema de sus dedos. La luz a su alrededor pareció encogerse con cada corte.
—… usar la poca humanidad que le queda —continuó la voz de Erick—. Si aún puede sentir algo…
El suelo se le inclinó y balanceó sin previo aviso. Cayó al suelo. Un hilo de saliva le hundió la boca con un sabor agrio, un líquido viscoso que no pudo tragar.
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un mundo oscuro, apocalíptico (12 caracteres), guerra contra una especie alienígena
Editado: 20.12.2025