Extraña complicidad [1]

PREFACIO

“En el colegio “Saint Rose Collage” se ha desatacado por ser el mejor en la cuidad de L.A. Se imparte un reglamento estricto entre quienes somos y quienes queremos llegar a ser. Su alto estatus logró sacar los alumnos que hoy gobiernan nuestro país. Nuestra comunidad cuida por los valores que imparten ustedes, nuestros alumnos. Y es por ello que deben ser los mejores, no los del montón. Su futuro estará asegurado al salir de aquí y las mejores universidades los querrán, pero no deben conformarse con ello, deben ser los líderes de nuestro país. Nuestro testamento tiene siglos de antigüedad, no sean los primeros en manchar esa historia. De aquí y mis palabras les doy un fuerte abrazo y que su año en este colegio siga brindando frutos

El director dejó de hablar y todo el auditorio se quedó en ese silencio inaudito. Todos vestían cómodamente, utilizaban sus perfectas corbatas, pantalones y faldas bien planchadas. Nadie impartía malos tratos o solo los encubrían con mucho dinero, porque eso eran, ¿no? un colegio de niños ricos.

Después de que el director bajara del escenario, habló la voz del presidente de centro de alumnos, ese que sustituyó a su hermano. Al pararse frente a todos y a todas, sacó varios suspiros de las chicas, pues era el más popular y más guapo, debía ser así… Aunque aquel no era la atracción más intrigante y más comentada por aquel entonces.

—Ahí está ella, comiendo quien sabe qué… Es una falta de respeto —La chica gruñó en silencio, mientras veía la última fila del auditorio, por sobre su hombro—. Se dice que sus padres apenas pudieron pagar la colegiatura.

—Seguro estará en la clase de los perdedores —Chismorreó la del lado.

—O simplemente para personas con menos dinero —Ambas soltaron una ligera risa.

—Él no era así —La otra comentó en silencio mientras el presidente seguía hablando de los objetivos esperados para este año escolar—. O eso comentan chicos de los grados de más arriba.

—¿Todavía piensas en él? —Ella preguntó con clara intención de molestar.

—Claro que sí —Comentó con una gran sonrisa.

Y quien en ese momento no le encanta ese peligro. Esa mirada sutil y una sonrisa que nadie vio ver, era lo más novedoso ese último año y le encantaba a la gran mayoría de las chicas. Él era un rayo a toda luz de día, pero los años y las mentiras cambian. Cogió una reputación más oscura y caída. Se dice mucho de él entre los pasillos, pero lo cierto es que poco se conoce en realidad.

—No vendrá, te dije que hoy no estaría. Él es así —Murmuró una chica chismosa mientras la otra escuchaba atentamente—. Se dice que su padre lo sacó de este lugar, por cómo estaban yendo las cosas.

—Yo escuché que está dando los mismos pasos que su padre y que está metido en las…

—Cállate —La chica le tapó la boca y las puertas del auditorio comenzaron a abrirse, ocasionando un largo chillido—. Y cuando menos piensas, llega él.

El presidente de clase dejó de hablar, todos voltearon a ver al escabullido, incluso los profesores y el director. Era él, con los pantalones casi desgastados, el cabello revuelto y una cadena de planta suelta por uno de sus bolsillos. Comenzó a ser así, quizás hace poco, cuando los momentos de cambio le llegaron. Las mangas de su camisa estaban enrolladas hasta el codo y sus manos estaban ocultas en los bolsillos de su pantalón.

La gente comenzó a murmurar sobre su estadía en el colegio, pues debió irse, pero no, está ahí intimidando con ese apellido heredado de su padre. Esa mirada gacha que siempre frecuenta llevar, esta vez se levantó quizás por los rumores que llegaron a sus oídos. Estudió a todo mundo como siempre y se fue ahí, en ese preciso rincón de la nada. Ahí está, como siempre siendo una extraña entre todos y ahora hablada entre muchos.

—Desde que llegué acá el año pasado, no entiendo nada —Murmuró la chica afligida mientras el presidente del colegio retomó su discurso sobre de las actividades planeadas para todo el año.

Dejaron de verlo cuando se sentó muy atrás, tratando de no llamar más la atención.

—¿De qué hablas?

—De porqué todos comentan sobre ella —Indicó sutilmente a la chica que sacaba algo de sus bolsillos para llevárselo a la boca.

—Porque no se entienden cómo esa extraña chica que nadie conocía, fue la causante de que el chico que te gusta… —Le dio una mirada rápida al chico y este se percató, ocasionando que entre sus labios murmura una simple frase de “¿Qué mierda miras?”—. Sea lo que es ahora; un conocido y odiado por casi todos aquí.

 

 

Bienvenid@s a esta loca historia.

Que la disfruten y no olviden votar :D




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