Extraña complicidad [1]

CAPÍTULO XXIII

Despertarse a media día para ir a clases era lo que no se debía hacer, pero mi reloj no ha funcionado de maravilla, la última vez cayó de golpe en el suelo y dio un par de rebotes. A veces pienso en dejar el colegio, no me sirve para nada y personas como yo, tan hechas mierdas por dentro en esta sociedad no tienen inserción o fuerza de voluntad para dejar las drogas.

Sea lo que sea porque nos hace feliz y si nos hacen feliz que se joda el puto mundo.

Ya suficiente tengo con que aún me llenen la cabeza en la tierra de las oportunidades, fracaso soy y fracaso seré, no alteraré el orden cósmico de la vida.

—Llegaste tarde —Me encogí de hombros.

—Me quedé dormida —Le respondí a la nueva maestra de artes y ella abrió los ojos, aturdida.

—Esa es la mejor...

—¿quiere que le mienta? —Le pregunté y ella no supo cómo responder—. Ahora me dejara entrar a su clase o me tendré que ir a otro lugar, de todos modos, igual es una pérdida de tiempo.

—Está bien, te dejaré pasar por esta vez.

—Se lo agradezco.

Ingresé al salón y noté a Herian sentado en un su típico taburete, al lado del mío. Nos miramos y el levemente me sonrió, no era muy causal notarla, pero me encanta verla. Me acerqué tomando asiento a su lado y miré el lienzo blanco que estaba listo para pintar.

—Bien chicos y chicas, hoy es nuestra hora libre, pueden crear lo que su imaginación irradie mientras tanto yo iré a ver qué tal lo hacen mis pequeños artistas —Casi todo el grupo estaba feliz por perder tiempo en artes, menos yo, quien extrañaba a su profesora de artes.

—Quiero a la profesora de artes nueva —Murmuré para mí mientras me distraía con las pinturas en tonos grises.

—No puede regresar, Leyna —Me giré hacia él, a quien lo responsabilizo en todo.

—¿Por qué? ¿Acaso no quieres verme bien? Ella nunca me hizo nada —Dije a la defensiva y él me esquivo la mirada al instante.

—Con el tiempo esta nueva profesora te encantara.

—Lo dudo.

Como pérdida de tiempo comencé a pintar lo que se me viniera en gana, ¿No Picasso hacia puros rallones? Pues bien, yo era picazo utilizando toda esta utilería de pinturas en desperdiciarlas. Cuando la profesora se acercó yo bajé la mirada notando que la pintura con la que jugué era no toxica. Por lo menos en esto cambiaron.

—Elena...

—Leyna, por favor —Subí la mirada y ella hizo una mueca en sus labios.

—Leyna, déjame ver... —Achinó sus ojos frente a mi pintura y no chasqueo la lengua—. Tienes talento, lo noto.

—¿Qué nota? —Quise saber porque estaba confundida.

—Que hay dos personalidades juntas —Regresé la vista a la pintura y ella con sus dedos delineo la línea.

—Lo notas, hay una clara brecha de colores... Por una parte, los grises muy marcados hasta se negro y en la otra parte un gris casi al blanco todos insinúan como si fueran alas —lo miré de otra perspectiva y noté algo parecido—. Tienes un 10, Leyna. Buen trabajo.

Y se fue dejando casi estupefacta, miré a Herian con la cara de sorpresa y él se encogió de hombros notándome con intensidad, de esa que hace que el mundo se convierta en algo tan sencillo a simple vista. Dejé la pintura en la mesita y miré mi cuadro, tal vez no soy el fracaso que pienso, que anhelo ser.

La clase fue más llevadera siguiendo con mi pintura donde le añadí una silueta de una chica con cabello cobrizo deslizándose en una trenza mientras las dos alas la acogían. EL timbre sonó y decidí llevar mi pintura para tenerla en mi habitación como algo que realmente me esforcé haciendo y dio frutos. Ya seca, la tomé y me la llevé a mi casillero encontrando media nota salida de mi casillero, arqueé las cejas y la cogí antes de abrirlo.

"Ven a verme detrás de las gradas en la cancha de baloncesto"

Noté la letra y entendí que Ryan ha estado impaciente porque hablemos, después de todo. Cogí mi cuadro, lo guardé en mi casillero, le eché llave y fui casi corriendo a donde él quería. La cancha de baloncesto estaba vacía cuando ingresé a ella, fui detrás de las gradas y la puerta se cerró con fuerza dándome un tremendo susto, la sensación de ser atrapada me embargó. Mi pecho se agudizó de miedo, tomé airé necesario y se me hizo escaso. De pronto las pisadas se sintieron y un olor tan inigualable pilló mis narices. Los pulmones me volvieron a engañar y me vuelven a atragantar en la garganta. El paso del aire se corta.

—Necesito aire —Susurré con los ojos entumecidos mientras arañaba mi garganta.

—Ten —Tomó mis manos con fuerza y con la otra llevó el inhalador a mis labios. Lo miré con miedo mientras abría la boca para que hiciera el "puf" lo pinchó y a los pocos segundos mi respiración comenzó tomarse con más calma.

Cuando la sensación de intoxicación me dejó en libertad, estábamos sentados en pleno suelo mientras el silencio del gimnasio nos guardaba. A pesar de que me hubiera salvado la vida, decidí irme, pero me contuvo con unos de sus brazos y con la fuerza necesaria me hizo a abrir una de mis manos que ya estaba hechas en puños. En ella deposito el inhalador y me sonrió de forma arrogante.

—Siempre cuidándote, Ele —Tomó mi mano y acercó sus labios a pesar de que me quise zafar de agarre. Me dio un beso encima de ella y esa rabia me invadió con dolor.

—¿por qué me pediste que viniera utilizando a Ryan para esto? —Pregunté furiosa—. Esto. —Nos indiqué a ambos con un dolor mezclado con rabia—. Esto que haces es la cosa es más baja que haces. Que hubieras vuelto no hace más que se multipliqué mi rabia por ti.

Sus ojos verdes cambiaron de un pequeño tono y su mandíbula se tensó. Era como ver un demonio envuelto en ángel para mí.

—Solo quería verte y cuando decido hacerlo, regresas a mí a pesar de que otros digas que le perteneces —Se encogió de hombros y esos sonrosados labios ocasionaron una sonrisa retorcida—. Me gusta verte, tocarte, olerte y sentirte. Siempre sabes a cítricos y a veces a un sabor dulce por extraños que vengan los días. Raras son las cosas que suceden contigo, dependiendo de cómo te levantas en la mañana decides que perfume utilizar —Dejó de verme y ese inhalador que colocó en mis labios lo paso por los de él como si lo que sintiera por Herian, él lo volvieran en un laberinto de confusión en mi cabeza—. Eres un desastre, Eles, pero eres mi desastre y de él yo no me detengo, sigo con él hasta el final.




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