Bajé del auto en cuanto llegamos, era algo realmente extraño estar en un lugar que no estuviera lleno de gente o periodistas.
Mi tía, Alexa, se acercó a mí y puso uno de sus brazos sobre mis hombros acercándome más a ella para continuar el camino que quedaba.—Que no fue mucho.
Ella tenía una belleza única, ojos miel, piel blanca y una sonrisa deslumbrante, su cabello Cataño y sus gestos, todo de Alexa era bello.
Entramos a una casa, a las afueras del pueblo, que estaba rodeada de árboles rojizos y verdes, también había una fuente y unas cuantas esculturas a medias.
Nunca fui muy cercana a mi tía, muy pocas veces nos visitaban y ya hacía dos años que no me veía con ella, tampoco veía mucho a mi primo y no recordaba al poco tiempo que pasábamos antes.
Al entrar al primer piso lo primero que noté fue la gran sala de estar que tenía, todo era en tonos grises, blancos y negros,—un poco aburrido en mi opinión— también habían algunas plantas pequeñas ubicadas estratégicamente para que no se viera tan pesado con todo.
Alexa se fue directa a la cocina y cuando regreso me entregó un pequeño paquete de papas y unas llaves
—Son las de tu cuarto, ven, te acompaño.
Subimos unas escaleras de cuarzo y llegamos a otra sala de estar que al pasar de esta nos llevaba a un nada pequeño pasillo; mi tía se adelantó y me señaló una puerta negra con detalles de pintura.
—Esta es la habitación de tu primo, aún no ha llegado, pero en cuanto esté aquí le diré que te saludé.
—Vale—dije sin alargar mucho la charla.
Ella me miró con un poco de tristeza.
Odiaba eso
—A tu madre se le pasará el enojo alguna vez, suele ser muy testaruda algunas veces.
—¿Te contó lo que pasó?
Asintió y me dió una sonrisa de comprensión.
—Mejor ve acomodando tus cosas y procura estar lista a las nueve en punto, vamos a tener una reunión.
Dicho esto, ella se fue y yo abrí la puerta más simple que había en el lugar, era marrón y sin ninguna pisca de color; apenas ví la cama me tire en ella,—al menos no es tiesa— tome una almohada en mis manos y me la puse en la cabeza.
Ahoge un grito.
Serán unas vacaciones agradables.
O no.
Abrí un poco los ojos, una luz tenue entraba por la ventana y el ruido de el piso de abajo me hizo levantar de un brinco.
¿Qué hora se supone qué es?
Mire el reloj de mi muñeca y palidesí en un momento.
8: 45 pm
Busque mi maleta como si fuera lo más preciado que tuviera y trate de encontrar algo decente para pasar un poco desapercibida.
Al final encontré una camisa un poco grande que me servía de vestido y unos converse de bota.
Bueno, al menos no parezco vagabundo.
Me puse un cinturón para completar y salí de la habitación; en cuanto estube afuera me encontré a mi tía apunto de golpear, no sé si fue mi cara de sueño o que la haya interrumpido antes de golpear lo que hizo que pusiera sus ojos entre cerrados.
—Justo a tiempo Jane , — dijo sonriendo— si te parece ve bajando, yo voy a esperar a tu primo.
Asentí y no dije nada.
Hacía mucho tiempo nadie ma llamaba "Jane"
Cuando baje dispuesta a robar algo de comida en la cocina talvez me arrepentí de no seguir durmiendo.
Había muchísima gente en todos lados, —Gente de muchas edades.— si esto era una reunión pequeña no me imagino una grande.
Trate de seguir con mi camino directa a la cocina y tratando de ignorar a la gente, pero alguien me tocó insistentemente el hombro y no tuve más opción que voltear con una sonrisa falsa que no sé de dónde saque.
—¿Te puedo ayudar en algo?— pregunté tratando de ser lo más cortés posible.
Era un señor, ya tenía sus años pero no perdía su atractivo.
—Te pareces mucho a Alexa, ¿Quien eres?
—Ah, soy su sobrina,—Le aclare sonriente —vengo a pasar el verano aquí, mucho gusto ¿Señor...?
Me miró muy tranquilo y con una sonrisa en su rostro.
—No me digas señor, soy Jasson
—Bueno Jasson , espero vernos pronto, ahora voy a comer algo antes de que me desmaye.
Si que sabes hacer amigos.
Me despedí con la mano y seguí con mi camino, ya me estaba sonando el estómago.
Llegué a la cocina y como lo temía estaba llena de gente, está vez no me acobarde y seguí directa a un plato de snacks que estaba encima de una pequeña mesa, lo tome entre mis manos y iba directa a volver por dónde había venido.
Ese era mi plan, hasta que una chica unos cinco centímetros más alta que yo me detuvo de la forma menos amigable que hay.
Me miró de arriba abajo y estaba lista para gesticular algún comentario despectivo hasta que la interrumpí.
—¿Tienes algún problema?
—Si, ¿quien eres y haces aquí?—dijo sin moverse de su lugar y mirando con asco.
No he comido nada, esto no es bueno.
Pobre muñequita con extenciones exorbitantes.
—Vivo aquí, ahora sí me disculpas, me voy.
Parecía que la chica quería decir algo más, pero aproveche su confusión para pasar completamente de ella y irme a algún lugar en el que pudiera comer tranquila.
Lo que tiene que hacer una por comer.
Vi una gran puerta doble de cristal y decidí que no sería tan mala idea descubrir que había detrás de ella.
Salí por esta y di con un bonito patio trasero, uno que tenía unos bancos camuflados con los árboles; me senté en uno de estos y decidí comer allí.